En la Unidad de Cuidados Intensivos de Povisa tienen muy claro que es tan importante la recuperación física del paciente como la psicológica y que los familiares son clave en esto último. De ahí que, enmarcado en el Plan de Humanización que ha puesto en marcha el hospital, han adaptado los horarios de visita a cada caso y los parientes pueden participar en los cuidados del enfermo, si la situación clínica y ellos quieren. Pero los cambios van más allá. El objetivo es hacer de la UCI un lugar más acogedor y que facilite su descanso. Para lograrlo han actuado también en la iluminación, el ruido, los horarios y las rutinas.

El jefe de UCI y Anestesia, Rafael Cabadas, cuenta que ya habían dado algún paso en este camino hacia la humanización de la unidad, como la adaptación de los horarios de visita en función de lo que necesite la familia. "No lo tienen en todas las UCI", destaca. Desde hace mes y medio, lo han ampliado a otras ocho medidas para tratar "con más cariño" a sus usuarios. Entre ellas, han extendido algo que antes se hacía de forma más puntual: la participación de los parientes en los cuidados de higiene o en la administración del alimento. "Le comen mejor a los familiares que a nosotros", resalta la supervisora Carmen Pazos, que explica que la interacción con sus allegados hace que los enfermos "se sientan menos perdidos", les ancla a su realidad fuera del hospital y "les ayuda a pensar en que van a salir de aquí".

En una unidad llena de alarmas para avisar de los cambios en el estado de los pacientes, con máquinas en constante funcionamiento para asistirles y con tránsito continuo de profesionales, el ruido de fondo es una constante. Se han propuesto minimizarlo bajando el volumen de alertas y con una labor de concienciación del personal.

El control del ruido y la rebaja de la intensidad lumínica se extreman de noche -y empiezan a hacerlo en la hora de la siesta-. Para propiciar el descanso continuo desde media noche y hasta las 6.30 horas, también se han cambiado en lo posible las rutinas de revisiones, extracciones de sangre, cambios posturales... Si el paciente lo desea, le facilitan tapones, antifaz o fármacos para dormir. "Es muy importante el control de los biorritmos del sueño y la vigilia para evitar el delirio", cuenta Cabadas. En breve, usarán también musicoterapia para marcar los diferentes tramos de actividad del día, cuenta el supervisor Fernando Groba.

Como los móviles ya no están permitidos en la unidad por motivos de protección de la intimidad, se les facilita a los pacientes tablets con conexión wifi con las que comunicarse con el exterior. Además, cuenta con un programa con pictogramas para mejorar la autonomía de pacientes con problemas de comunicación, que sustituye el lápiz y el papel del que disponían antes.

Siempre que sea posible, un mismo médico se encarga de informar a los parientes y puede acordar con ellos facilitar estos datos por teléfono. A los profesionales también se les ha formado sobre cómo afrontar el difícil momento de dar malas noticias.

El doctor Cabadas y el jefe de sección de UCI, Marcial Rey, cuentan que este tipo de medidas empezaron a adoptarse en el hospital de Torrejón en 2014 y destacan que no tienen noticia "de que ningún hospital gallego haya hecho algo de este tipo". Subrayan la labor de enfermería, ya que buena parte de la humanización dependen de sus profesionales.