Con cámaras que apuntan a la vía pública desde la década de los 80, Londres fue la pionera en estas medidas y hoy es considerada la capital de la videovigilancia con una masiva red de grabación en circuito cerrado. Barcelona las instaló con motivo de los Juegos Olímpicos, hace más de dos décadas, y ya no las retiró. De hecho, ha ido incorporando más a diferentes puntos de la ciudad. La Policía Municipal de Madrid cuenta con más de doscientos ojos electrónicos. Málaga cuenta con 16, que desde 2008 controlan ocho calles y, en especial, la comercial por excelencia, la de Marqués de Larios.

No solo grandes ciudades vigilan con dispositivos de videovigilancia los espacios públicos. También lo hacen otras de menor tamaño, como Antequera. Este municipio de poco más de 40.000 habitantes, el año pasado, colocó 21 cámaras en su centro comercial abierto, con una inversión de 74.000 euros.

En Galicia, solo el casco vello de Santiago cuenta con videovigilancia. El gerente de la asociación de comerciantes de Compostela Monumental, José Ángel Blanco, explica que fue el Concello el que decidió instalarlas para proteger el patrimonio. Una medida de la que también se benefician los negocios de la zona. Menos suerte han tenido los empresarios del corazón de Ourense. Su centro comercial abierto lo planteó en "muchas ocasiones", cuenta su gerente, Lorena Tato, pero la oposición de la ciudadanía, que entiende que se intimidad, impidió que la medida saliera adelante.