Si no puedes con el enemigo, únete a él. Eso debieron pensar las autoridades de Lisboa, que cansados de perseguir a los grafiteros durante muchos años, decidieron "aprovecharse" de su trabajo por todos los rincones de la ciudad, lo que ha desembocado en una de las ciudades referentes del ámbito europeo en lo que a cultura urbana se refiere.

Artistas decoran edificios, monumentos, calles con sus obras, que se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de la capital portuguesa, formando parte incluso de los programas de turismo oficiales para asombro de los turistas que se dejan caer por la ciudad.

Todo comenzó en 2009, cuando el Ayuntamiento de Lisboa convocó a todos los interesados en sacar a relucir su talento artístico a un concurso público que les daba la posibilidad de utilizar como lienzo las fachadas de varios edificios céntricos abandonados, algo que poco a poco se fue ampliando a muchos otros escenarios como contenedores, plazas, señales o mobiliario urbano entre otras cosas.

Esa alianza entre Ayuntamiento y artistas se ha ido consolidando con el tiempo, creando, por ejemplo, su propia ruta del arte urbano -conocida como "Go Urbana"-, un museo al aire libre de obras que se puede recorrer gratis con guías.

Los mejores ejemplos de Lisboa se pueden encontrar en la avenida Fontes Pereira de Melo. Una sombra gigante, un cocodrilo o un hombre chupando por una pajita son algunas de las obras que lucen en las fachadas de los edificios, un toque de identidad único y que ha dinamizado la zona de la capital lusa.

La cultura "grafitera" se ha expandido a otras zonas de la ciudad como la Alfama o el Barrio Alto, en cuyas calles se pueden ver infinidad de obras del estilo urbano.

El departamento de Conservación del Patrimonio es el encargado de gestionar todas las demandas existentes. Las únicas condiciones que existen para utilizar los inmuebles son las siguientes: que el propietario acceda y que el edificio esté inmerso en un proceso de rehabilitación.

Se matan dos pájaros de un tiro. Por un lado, se adecenta una zona prácticamente en ruinas o muy descuidada y se da rienda suelta a la creatividad artística de todos los lisboetas, que pueden sentir su ciudad como más suya al ver sus creaciones plasmadas a la vista de todo el mundo.

Lo sucedido en Lisboa es, por tanto, el mejor ejemplo de cómo convertir un problema en una ventaja y un espejo en el que Vigo, que comenzará a decorar sus medianeras con murales y grafitis, podría mirarse.

El gobierno brasileño también abrió la mano con el "street art", discriminalizándolo. De esta manera, se dio rienda suelta a una pasión cultural, especialmente en las favelas de Río de Janeiro y Sao Paulo.

Pasear por las calles del centro de la segunda ciudad más grande de Australia es sinónimo de encontrarse de frente con numerosos murales en las paredes y edificios. La calle Hosier Lane ya es emblemática en el mundo del grafiti.

Espectaculares obras acompañan cualquier paseo por la capital alemana. Tras la caída del Muro de Berlín, la actividad "grafitera" se intensificó, pudiéndose contemplar extraordinarias creaciones, reclamo para muchos turistas.

Una de las cunas del graffiti, la ciudad de la "Gran Manzana" esconde numerosas obras a pesar de las restrictivas leyes de los gobernantes. Especialmente en Queens, artistas como el reconocido Eduardo Kobra se lucen.

Son muchas las ciudades de Polonia con gusto por los grafitis. como el que se puede ver en Katowice (en la imagen). Las fachadas de los edificios sirven como inspiración para los numerosos autores polacos interesados en el arte urbano. A lo largo del país, en ciudades como Varsovia, también es frecuente ver los edificios y los muros cubiertos por pintura y dibujos hechos a mano y al aire libre, una forma de vida para muchos.