Cuando la enseñanza orquestal todavía no encontraba cabida en los planes de estudio de los conservatorios, un recién llegado a la ciudad proporcionó a los alumnos del Conservatorio Superior de Música un lugar donde desarrollar estas habilidades y disfrutar del placer de interpretar el repertorio sinfónico: La Orquesta Clásica de Vigo. Tras 28 años de actividad, en los que ha atravesado no pocas dificultades por su carácter no profesional, la creación de Manuel Martínez Álvarez-Nava mantiene su espíritu y hoy se congratula de ser la decana de las orquestas gallegas.

Por vicisitudes de la vida, este asturiano (Oviedo, 1957) de brillante carrera musical decidió trasladarse a Vigo, donde se hizo con la plaza de catedrático de violín y viola en 1983. Con él, trajo su ya abultado bagaje: alumno de estas especialidades en el Conservatorio Superior de Asturias, aprendió del maestro Alfonso Ordieres Rivero. Con Enrique de Santiago amplió sus estudios de viola, mientras que el maestro Jacques Bodmer le enseñó dirección de orquesta. Profesor violinista de la Orquesta Sinfónica de Asturias Ángel Muñiz Toca entre 1977 y 1983, también participó en la fundación de la Orquesta Universitaria de Oviedo, de la que fue solista, concertino y docente adjunto.

Arribó en Vigo cuando el país comenzaba a percatarse del problema que suponía carecer de agrupaciones sinfónicas en las que los jóvenes músicos pudieran formarse. De hecho, en 1983 nació la Joven Orquesta Nacional de España. En Galicia, Martínez cuenta que trataba de paliar este problema Rogelio Grobas, en A Coruña, con su desaparecida banda-orquesta y Juan Trillo, en Santiago, con una agrupación de alumnos. Manuel quiso proporcionar esa opción a los vigueses y lo hizo con lo que tenía a mano: en enero de 1984, la formación dio sus primeros pasos con once violines de grados elementales y dos violonchelos que, en verdad, eran guitarristas reconvertidos. Interpretando la suite para orquesta de cuerda La esposa virtuosa, de Henry Puncell, en el recital del fin de curso de 1984, se presentó en sociedad como la Orquesta de Cámara del Conservatorio Superior de Música de Vigo.

Desde entonces, no ha dejado de crecer. Antes de adoptar la denominación definitiva, se la conoció por otro nombre más, la Orquesta de Alumnos del Conservatorio de Vigo, cuando en 1988 incorporó instrumentistas de viento. Tenía la sede en la Casa Laxeiro. Un año después y por "dificultades que aconsejaron separar caminos", la agrupación se independizó del centro educativo, fijó su lugar de ensayos en el local de la Sociedad Filarmónica de Vigo y se rebautizó con el nombre por el que hoy se la conoce.

Con el oído de un afinador de pianos y la sensibilidad de un maestro luthier, Manuel Martínez ha dirigido en la formación viguesa a más de 200 músicos, de los que 150 lograron titularse en el Conservatorio Superior. "Muchos de los alumnos del centro que hoy son profesionales o profesores, los hemos formado aquí", se enorgullece Martínez y explica que por sus filas destaca el paso de renombrados músicos como el cotizado trompista David Fernández Alonso (Coruxo, 1979); el trombón solista de la Orquesta Sinfónica de Navarra, Santiago Blanco Cabaleiro (Travesía de Vigo); o el trompa de la Orquesta de Extremadura, Gustavo Castro (Beade).

En la actualidad, forman la orquesta 45 músicos (entre alumnos del conservatorio y profesores de diferentes centros de la zona) que todos los sábados (el día que sus profesiones se lo permiten) se reúnen para ensayar y preparar la decena de conciertos anuales con la que suelen agasajar a su público.

Una de los actuaciones que su director recuerda con más cariño es la de sus bodas de plata, cuando 80 voces -algunas profesionales y otras anónimas- se sumaron a la formación para celebrar la efeméride. En su mayoría, aficionados, realizaron la proeza de interpretar durante 90 minutos la obra completa de la Novena Sinfonía de Beethoven para orquesta y coro.

La próxima posibilidad para ver a la Orquesta Clásica de Vigo sobre el escenario será el 30 de noviembre, en el cine Salesianos, en un concierto benéfico.