Durante años, Foto Pacheco en la calle del Príncipe, fue para quienes llevaban el negocio y para otras muchas personas, parte de la vida diaria que con sus visitas consiguieron convertir aquel local en un punto de encuentro y en el fondo, en una gran familia.

Son muchas las anécdotas que los descendientes de Xaime Pacheco tienen de La Foto "que era como familiarmente llamábamos al comercio. Recordamos con añoranza algunas de aquellas que siendo niños vivimos y que hoy forman parte de nuestra memoria".

Existía una habitación que era secreta. "Así la llamábamos, porque a nosotros, los pequeños, no nos permitían entrar. Con los años descubrimos que en su interior se encontraba el almacén con los papeles sensibles a la luz y las placas para realizar las fotos".

Realmente Foto Pacheco "era como una caja de sorpresas. El taller de retoque se convertía en muchas ocasiones en un colegio improvisado, en los pupitres hacíamos los deberes y más de una vez aquellos delicados pinceles y afilados lápices que se utilizaban para el retoque, quedaban destrozados por el uso que les dábamos".

Era genial el olor de la goma arábiga que se utilizaba para pegar fotografías. "Tenía un color especial y una textura grumosa. Solía hacerla Horacio con cuidado extremo y la extendía en el reverso de las fotos muy lentamente antes de pasarlas a la prensa para pegarlas a las cartulinas".

La prensa tenía un volante de hierro "con el que nos imaginábamos ser conductores . Por último cuando nos aburríamos teníamos el patio para jugar al escondite".

Los recuerdos de La Foto son innumerables. "El revelado era sorprendente. Ver como aparecía en un papel sumergido en una cubeta la imagen de un barco, parecía algo mágico. Entrar en la galería y ver la luz que daban aquellos potentes focos, algo fascinante, ver los "cliches" (negativos) secando y donde lo negro era blanco y lo blanco negro o ver en el cristal biselado de la cámara de fotos de la galería, las imágenes al revés, era algo asombroso".

Alfredo Romero y Castro

Entre los recuerdos hay sitio especial para nuestro "vecino de enfrente", Almacenes Alfredo Romero (hoy Cortefiel) "con sus grandes escaparates y su "Entrada Libre" escrita sobre la puerta de acceso, en varios idiomas, incluso en esperanto y donde los jueves repartían globitos para los niños. Se oía en la calle el canto de los periquitos que estaban en una jaula-fuente en el interior del comercio. Y con Castro, el de los periódicos, que en tantos años jamas faltó a su cita diaria anunciando Faro de Vigo, "prensa de Madrid" .. ¡As!... Por la noche, anunciaba la lista completa de la lotería".

El abuelo Jaime falleció en 1954 "por lo que no tenemos recuerdos de él. Sí que tenemos de nuestra abuela Maruja que diariamente pasaba por La Foto para ver cómo estaban sus hijos y nietos. Nuestro padre Jaime y nuestro tío Alberto "solían muy a menudo citar frases del abuelo y contar anécdotas de su origen portugués, de su paso por Orense y su llegada a Vigo".

"Cuando el abuelo llegó, contaba nuestro padre, le encantó la ciudad, su pujanza, el carácter emprendedor de sus gentes y por supuesto, como artista, la belleza de su ría y las vistas desde el Monte del Castro por lo que sin dudarlo, decidió establecerse en esta ciudad".

Nuestro padre Jaime y el tío Alberto "han sido los continuadores de la obra fotográfica del abuelo manteniendo la tradición y el cariño a la fotografía y sobre todo sabiendo conservar y ampliar toda la obra fotográfica iniciada".

De toda la familia, sólo Susi, hija de Xaime, ha venido realizando trabajos fotográficos y preocupándose del mantenimiento del legado del abuelo. "Y eso que desde siempre hemos estado vinculados a este arte y ya desde niños sabíamos lo que era un cliché, lo difícil que era quitar las manchas del revelador, las fotos tamaño postal o tamaño salón, los carretes tamaño 4x6,5 , los 6x9 o 35 mm.... Y vivimos la evolución de la fotografía, la fotografía en color al alcance de los aficionados, cuyos negativos se enviaban a revelar a Madrid. Conocimos todas las novedades y la popularización de la fotografía con las famosas cámaras Instamatic de Kodak, la aparición de las réflex, los tomavistas de 8 mm y los Súper 8" ...

Las fotografías de estudio

Al llegar mayo y junio "el estudio se llenaba de niños de primera comunión y bodas, pues era tradicional después de la ceremonia eclesiástica y antes del banquete, pasar por el fotógrafo" y todavía recordamos "las visitas de aquellos que regresaban a Vigo en verano, desde Argentina, México, Brasil o los amigos portugueses de nuestra familia... . Estos vigueses que vivían fuera se acercaban al comercio y nos contaban noticias de los lugares en donde residían. Era realmente un lugar de encuentro donde la gente se volvía a ver después de décadas o al menos de año en año, evocando aquellas tertulias que contaba nuestro padre que tenían lugar allí mismo en tiempos del abuelo".

La fotografía de estudio "era todo un mundo, pues se retrataba quien quería enviar una foto a su familia lejana, familias numerosas, quien se hacía una foto para regalar a su novio o a su novia, la foto de los recién nacidos, la de los niños disfrazados, los escolares de uniforme, los militares, o simplemente para tener un recuerdo, todos pasaban por el fotógrafo donde una gran mayoría han quedado inmortalizados".

Era tradición del abuelo "que supieron mantener nuestro padre y tío, guardar los negativos de las fotografías, pues cada foto era diferente y cada negativo tenía, evidentemente, un significativo valor para quien en él figuraba" y con ese criterio se ha podido conseguir lo que actualmente es el Archivo Fotográfico Pacheco, un importante legado de más de 120.000 imágenes de la arquitectura y calles de Vigo, escenas de la vida política, social e industrial de la ciudad desde finales del XIX a mediados el XX.