El hongo Cylindrocladium Buxícola, asentado ya sobre el 75% del centenario Jardín Francés de Castrelos –conocido como el "Versalles vigués"–, provoca una enfermedad muy grave y de difícil curación. Desde su detección en mayo de 2011, los técnicos han probado hasta nueve productos diferentes sin conseguir erradicarlo ni tan siquiera controlarlo. Ante el poder expansivo de un patógeno que aniquila las hojas del seto de boj hasta dejarlo casi en el esqueleto, los investigadores de la Estación Fitopatolóxica do Areeiro de la Diputación de Pontevedra, principales asesores de los responsables de jardinería de la Concejalía de Patrimonio Histórico, están ensayando en el laboratorio un "cóctel químico" que aplicarán la próxima semana en el recinto vigués en un nuevo intento de neutralizar el hongo.

La encargada de la elaboración de este tratamiento de choque, la investigadora de Areeiro, Rosa Pérez Otero, admite que el Cylindrocladium "tiene obsesionados" a los implicados en la enfermedad que asola el laberinto de boj de Castrelos. "Los técnicos de Vigo y yo misma no pensamos en otra cosa; es como una lucha a la desesperada", admite. Atribuye esta sensación a la inexistencia en el mercado de "un producto que haya dado buenos resultados". "Los que estamos ensayando ahora, del elenco de los utilizados en otros países donde han tenido este mismo problema, son de una eficacia relativa", razona.

Eliminar el patógeno sería lo ideal, aunque ahora el principal cometido es controlarlo. En el Jardín Francés hay dos tipos de seto de boj: el sempervirens y el suffruticosa. Este último es el más dañado, con un color amarronado que da una idea de su estado enfermizo. Intentan recuperarlo también con química –de ahí la prohibición de acceso público al jardín ante su "elevada toxicidad"– pero el hongo no se lo pone fácil. Para impedir que se extienda a la zona aún "sana", donde luce la especie sempervirens, los operarios municipales deben retirar las diminutas hojas que le caen –unas al suelo y otras dentro del propio seto– cada dos o tres días. "Es un trabajo de chinos pero no hay otra forma", apunta Pérez Otero, todavía asombrada de que esos mismos trabajadores lograsen reunir tres metros cúbicos de ese minúsculo follaje.

Una labor casi manual que para la investigadora de la Diputación resulta tan importante como el que denomina "frente químico". El que desplegarán –probablemente el próximo martes– se compone de tres productos combinados con un aminoácido para aumentar la resistencia de la propia planta. El pronóstico de Rosa Pérez sobre el efecto de este "cóctel químico" es, pese a todo, esperanzador. "No tengo pruebas, pero creo que el hongo no acabará matando el seto. Si conseguimos que mantenga cierta hoja estoy convencida de que lo conseguiremos", argumenta. Sin embargo no se expresa con tanto optimismo respecto a solucionar el problema de forma definitiva: "Es un hongo del frío y mientras tengamos inviernos húmedos, el patógeno seguirá estando ahí salvo que demos con un producto realmente curativo. Y su ataque dejará secuelas, aunque inapreciables para un profano".