Alojamiento para estudiantes, pero además, durante la época estival, hotel para veraneantes. La residencia universitaria no cierra por vacaciones. Durante el verano una treintena de alumnos continúan habitando el inmueble y las estancias libres son ofertadas para la pernoctación de los turistas.

"En nuestros viajes buscamos la tranquilidad de este tipo de alojamientos. No nos gustan las aglomeraciones", comenta Josefa Romeral, que ayer regresó a su ciudad, Madrid, después de pasar unos días en Vigo con su marido. La directora de la residencia señala que este verano obtuvieron muy buenos resultados de ocupación en el complejo y apunta que los principales interesados son personas vinculadas al mundo universitario. Romeral es profesora de derecho en la universidad Juan Carlos I de Madrid y asidua a residencias y albergues durante sus vacaciones. "Este tipo de alojamientos ofertan comodidades que no tienes en un hotel", indica José Luis, su marido. "Aquí disponemos de cocina, lavandería, internet, nevera, gimnasio; es una gozada. Sobre todo cuando estás interesado en pasar varios días", agrega el matrimonio. Los madrileños se mostraban "encantados" con la zona donde está ubicada la residencia universitaria. "Es un sitio muy tranquilo, lleno de naturaleza", señalan.

La pareja recalca que durante sus "escapadas" siempre huye de las aglomeraciones, aunque admite que si no viajase en coche probablemente no elegirían la residencia de O Castro "porque sería muy difícil acercarse a la playa o hacer turismo". En esto también concuerdan los estudiantes que de forma habitual habitan el complejo. "Para bajar al centro hay que pensárselo dos veces porque pierdes muchísimo tiempo", señalan Ricardo y Roi Romero, dos de los 30 estudiantes que permanecen en la residencia durante la época estival. Apuntan que durante los exámenes llegaron a estar mes y medio sin bajar "porque pierdes toda la tarde". "En verano vamos a nuestra casa en Santiago pero en agosto volvemos a Vigo para estudiar; sino allá no hacemos nada. Aquí como no hay nadie es mucho más fácil concentrarse", añade Roi. Los hermanos compostelanos admiten que es bastante aburrido vivir en el CUVI en verano, pero en invierno pueden dormir hora y media más que sus compañeros que residen en el centro de la ciudad. "En dos minutos andando estoy en mi facultad", indica Laura López, otra de las moradoras permanentes del complejo. Laura es de Lugo y lleva siete años en la residencia pero no se plantea cambiar. "Durante el curso acabas haciendo vida aquí; tengo muchos amigos que sólo bajan a sus casas para dormir", apostilla la lucense.

Los estudiantes critican la falta de transporte entre el campus y la ciudad, especialmente durante el verano y los fines de semana. "Ahora tenemos un bus cada hora y los sábados y domingos uno cada dos horas", cuentan los hermanos Romero. "Cuando queremos salir, bajamos en bus y para subir taxi que nos sale en unos 16 euros", concluyen.