Una década después de que las estadísticas señalasen a la autovía entre Vigo y Porriño, y más concretamente a las “curvas de Tameiga”, como uno de los principales “puntos negros” de las carreteras españolas, todavía sigue sin resolverse la alternativa que los distintos gobiernos prometieron a lo largo de los años para reducir este alto índice de siniestralidad.

Las últimas cifras facilitadas por la Subdelegación del Gobierno en la provincia indican que hay dos puntos concretos del trama de autovía entre Vigo y Porriño que se mantienen como los peores “puntos negros” de toda la red provincial de carreteras y autovías, incluida la autopista. Así, en el último ejercicio se contabilizaron 58 accidentes en los que 81 personas resultaron heridas. Unos números que difícilmente se pueden igualar en otras carreteras españolas. Además, los siniestros se localizan tanto en sentido hacia Vigo como en sentido hacia Porriño, lo que indica que el defectuoso trazado del vial tiene mucho que ver con las cifras de siniestralidad. En concreto, se producen la mayoría de los accidentes en los puntos kilométricos 10 y 12 del trazado de la autovía entre ambas localidades. Lo único que se ha reducido es el número de víctimas mortales, aunque las autoridades no facilitaron la cantidad exacta.

Mientras, en los Presupuestos Generales del Estado se suceden, año tras año, partidas prácticamente inexistentes para el trazado alternativo. Una cantidades que ni siquiera sirven para redactar un proyecto definitivo, dada la complejidad del mismo.

De hecho, la última solución que se ha planteado consiste en la construcción de un túnel casi a la salida de Porriño para desembocar en la zona de Bembrive. Con el inconveniente de que ese trazado afectaría de lleno a la zona industrial de Baruxáns, autorizada por el Plan Xeral y que cuenta ya con parcelas a punto de conseguir licencia municipal para la instalación de naves.

Mientras, los “parches” son las únicas soluciones que ha aportado el Ministerio de Fomento hasta ahora: señalización, límites de velocidad controlada por radar, etcétera, son algunas de las medidas adoptadas en los últimos años y que se demuestran, día a día, obsoletas, teniendo en cuenta la intensidad de tráfico del principal acceso a la ciudad, además de la autopista, y casi el único enlace de Vigo con la zona industrial de Porriño.