Con el júbilo de haber sobrevivido a una explosión, los nervios despuntan ante un nuevo temor: llegó el momento de desprenderse de las vendas. La camarera herida por la explosión en el restaurante “El Capitán”, salió ayer de la unidad de cuidados intensivos para ingresar en la Unidad de Quemados de Povisa. Su pronóstico es estable, dentro de la gravedad y ya se sabe que las quemaduras han alcanzado el veinte por cierto de su cuerpo. Con la cara desprendida de las gasas, pudo ver a sus familiares en la planta. Y a ella misma. Aún con las manos vendadas, agarró con valentía el teléfono.

Margarita Garrido, Marga para todos los que frecuentan el conocido restaurante desde que ella llegó, hace dos años, contesta al típico “¿qué tal está?”, con humor: “Estoy media hecha una porquería, pero pudo ser mucho peor”. La mujer, de 44 años, habla de un modo rotundo. Y asegura que lo recuerda casi todo.

Entonces, relata con claridad un episodio que ha quedado grabado a fuego en su memoria: “Yo estaba en la parte de abajo del restaurante [que tiene dos pisos]”. Cuando ocurrió el incidente, a las 12.45 horas, hacía poco que había entrado a trabajar. “Lo que pasó fue que la señora [dice por Blanca S.M. , que ejercía de ayudante de cocina] quería encender la cocina y me llamó. A mí me olía mucho a butano allí. Y le dije: A ver si vamos a salir por los aires, ten cuidado. Fue decir eso, y explotó. Todo salió por los aires”.

Describir con palabras lo que se siente cuando las cosas salen volando, incluido uno mismo, cuesta. “Es una sensación rara. No sabes si te empujan, o te levantan”, trata de explicar la herida. “Había como hierros por el suelo y no conseguía salir. Con la explosión, se fue la luz. Yo no veía. Los pantalones me quemaban, me ardía la cara...” Se hace un silencio.

Marga recuerda también el momento del “rescate”, en el que se involucraron varias personas de los establecimientos de los alrededores e incluso un policía de paisano. “Me ayudó el señor de la Óptica [dice por el local que está justo al lado, en la calle Triunfo]; su hijo me sacó y me llevó”, recuerda. Momentos después de su salida en ambulancia, alguna camarera y personal del “Capitán” que ese día descansaba, se encontraban con la zona ya precintada por la Policía Local. “Aún está afectada”, explicaron los allegados que la visitaban en la habitación. Es el testimonio de una fuerte superviviente.