Cinco horas de pruebas y diez esperando en una camilla para subir a planta. La situación se repetía ayer para varias familias de la ciudad con pacientes que entraron durante el domingo o la noche del lunes por el servicio de Urgencias del Xeral.

El caso de una señora de A Guarda de 83 años es de los más graves. "Después de estar cuatro horas en el Meixoeiro, que es el hospital que nos corresponde y donde también había gente en los pasillos, nos mandaron al Xeral para que la examinaran los neurocirujanos y aquí llevamos desde las diez de la noche del domingo", relataban Emilio, funcionario estatal, y su hermano a las puertas del servicio de Urgencias. Su madre permanecía en ese momento "en una sala pequeña, donde falta el oxígeno con otros cuatro pacientes, todos mayores y pendientes de ingreso desde hace horas".

Se cruzaba en el túnel de Urgencias con Carmen, que a las 18.30 salía a tomar el aire después de llevar "desde las once y media de la mañana esperando por los resultados de unas pruebas de mi marido. Y no soy de las peores", reconocía casi agradecida, tras compartir espacio con gente "mucho más mayor y que lleva desde el sábado. Parece increíble, pero lo he visto con mis ojos".

"Incomprensible" o "lamentable" son sólo algunos de los apelativos que los familiares dedicaban en la sala de acompañantes a la falta de fluidez del servicio. Gente como Rocío, de Coia, que llevaba cinco horas esperando por su madre eran una entre decenas. "Sólo puede entrar un familiar por paciente", así que a las 17.00 horas salía a tomar un café mientras la relevaba en el interior una de sus hermanas.