Aún no ha tomado posesión y en los círculos políticos capitalinos se la denomina "superministra". Elena Espinosa, que mantiene sus competencias en agricultura y pesca pero con cambio de denominación a Medio Rural y Medio Marino, recibe la patata caliente de Medio Ambiente con el cambio climático como telón de fondo.

Sin embargo Espinosa, que se formó profesional y políticamente en Vigo, tiene en sus manos resolver al menos cinco proyectos que están pendientes en la ciudad olívica desde hace años y que su antecesora en el cargo, Cristina Narbona, no aceleró todo lo que cabría esperar.

Sin duda, la resolución de la depuración en la ría y, sobre todo, la construcción de la nueva depuradora de Vigo, es el principal de los proyectos que tiene en marcha. Una obra que está aún en fase de estudio técnico y que debería estar clarificada, como muy tarde, antes de final de año, con la redacción del anteproyecto y la delimitación de los terrenos, donde se encuentra la planta actual, obsoleta y escasamente operativa.

Del acierto de esa gestión va a depender mucho el aprobado vigués para su departamento. Sobre todo porque desde hace un par de meses se ha avanzado poco en el trabajo previo que se debe finalizar este año. De hecho, en la Confederación Hidrográfica, que es donde se debe tramitar el proyecto, estaba más pendiente del posible relevo ministerial que de dar salida a los papeles.

El segundo proyecto en importancia es la conclusión del proceso de traspaso de competencias desde Medio Ambiente a la Xunta, para la gestión del parque nacional de las Illas Atlánticas. Un calendario que casi está cerrado pero a expensas del visto bueno de la nueva ministra. Paralelamente, el plan para rehabilitar el edificio Cambón como sede del parque está también pendiente de que se produzca el cambio ministerial.

Y, entre estas dos iniciativas, la deuda de hace décadas con la ciudad: la construcción de los pasesos marítimos de A Guía y Xunqueira del Lagares, así como el paseo fluvial en el curso alto del río, de nuevo cuño. Los dos priemros se arrastran desde finales del siglo pasado y ni siquiera han visto iniciadas las obras.