José manuel Mosquera | Abogado; logró la mayor quita personal de Galicia

“Hemos conseguido exonerar deudas millonarias y los clientes no lo creían”

“Los insolventes que no se acogen a la segunda oportunidad quedan en una muerte civil”

José Manuel Mosquera. | // IAGO LÓPEZ

José Manuel Mosquera. | // IAGO LÓPEZ

Enrique Carballo

José Manuel Mosquera es uno de los profesionales del despacho coruñés FCH Abogados, especializado en derecho mercantil e insolvencias, que acaba de conseguir que un juzgado de Pontevedra exonere a un empresario de una deuda de casi ocho millones de euros que no podía pagar, la mayor quita de Galicia aplicando el mecanismo de segunda oportunidad de la Ley Concursal. Este, explica, está permitiendo a personas que avalaron empresas arruinadas o se entramparon con microcréditos deshacerse de la carga.

–¿De dónde salía la deuda?

–Era un empresario que participaba con otros socios en varias sociedades que en la crisis inmobiliaria fracasaron. Habían avalado solidariamente préstamos de entidades financieras, que aplicaron intereses de demora elevadísimos: cada tres o cuatro años la deuda se va duplicando.

–¿Cuál era la deuda original?

–Menos de tres millones. Él no había satisfecho nada porque no tenía capacidad para hacerlo. Logró una exoneración completa de toda la deuda, y el proceso judicial duró tres meses. Cuando no hay masa, suelen ser unos seis.

–¿En qué situación está alguien como él si no se acoge al mecanismo de segunda oportunidad?

–En muerte civil. Los acreedores van a intentar permanentemente embargarle todo lo que tenga a su nombre. La deuda sigue acumulando intereses de demora, y si tiene un puesto de trabajo le pueden embargar parte del salario. Si quiere solucionar el problema tiene que acudir al concurso, para intentar conseguir la exoneración de la deuda y quedarse a cero.

–¿Qué ocurre con sus bienes?

–En este caso, el deudor no tenía bienes, y no tenía nada que perder. En teoría, si tienes bienes, se van a liquidar, para que los acreedores puedan cobrar, y si entre ellos está tu vivienda habitual, puede ser un problema. Pero con la modificación que se introdujo en septiembre de 2022 se permite proponerle a los acreedores un plan de pagos. Decirles, oiga, no vendamos mi casa, y a cinco años, le voy a pagar el 30% o 40% de la deuda. Si no, se vende todo y se paga lo que pueda pagar.

–¿Lo tiene que aprobar el juez?

–Sí, y los acreedores se pueden oponer, pero por motivos muy tasados. Uno es que del producto de la venta de todos los bienes vayan a ingresar más que con el plan de pagos. A la hora de ofrecer un plan de pagos quizás no puedo hacer una quita del 90%, si con la vivienda igual cobran un 40%.

–Cada vez hay más personas que se acogen a esta segunda oportunidad...

–Después del COVID se produjo el boom, porque la ley y sus resultados empezaron a tener eco en la sociedad. Nosotros llevamos desde el día uno activos en este trabajo. Fue en 2013, cuando se permitió a los autónomos la remisión de deuda: en el 2015 tuvo la primera reforma fortísima y desde entonces tenemos la exoneración. Hemos conseguido exoneraciones multimillonarias ya en los años 2016 a 2018, pero la sociedad no se creía que esto podía pasar, pensaba que era de broma. Los clientes me decían: “¿Pero esto es verdad, pero cómo me van a perdonar las deudas?”

–¿Quién usa este mecanismo?

–Hay dos perfiles claramente diferenciados. Está el consumidor, el más común ahora, y el empresario autónomo. El primero acumula deudas a partir de 30.000 hasta 120 o 150.000 euros, por créditos al consumo, acumulación de microcréditos... El autónomo suele avalar préstamos de bancos a sus empresas, a partir de 200.000 euros. Los empresarios habitualmente avalan todos.

–¿El mecanismo está disponible para todo el mundo?

–Pueden acogerse todos, pero la exoneración está limitada a 10.000 euros para la Seguridad Social y 10.000 euros para la Agencia Tributaria. El legislador lo justifica en el interés general.

–¿La legislación se amolda al contexto europeo?

–Sí, cada vez hay más convergencia, y las últimas modificaciones son consecuencia de directivas europeas. El concurso de acreedores en Estados Unidos tiene más de cien años; aquí 20. Tenemos una muy escasa cultura concursal, no como otros países de nuestro entorno. En el ámbito hablamos del “estigma del concursal”: hay miedo y vergüenza a acudir al concurso de acreedores, lo que no pasa en el resto del mundo moderno. Cuando una empresa cae en concurso, sus proveedores empiezan a limitarle las ventas a crédito, que impide seguir funcionando. Eres casi como un apestado.

–¿Hay que cambiar la mentalidad?

–El objetivo final de la medida era rescatar a los empresarios, aunque se extendió también a los consumidores. Para que pudiesen reiniciar la actividad, cotizando y tributando.

–¿Hay quien ve al que logra la exoneración como un aprovechado?

–Lo habitual es que a la persona le ocurra algo que le impida pagar. Nos hemos encontrado con deudores que han tenido accidentes laborales que les han impedido volver a trabajar y hacer frente al endeudamiento. Clientes que para tapar un agujero recurren a un microcrédito, este tiene intereses elevados y corto plazo de reembolso, tienen que acudir a otro, y acumulan hasta 26 o 27.