Los cazadores capturan dos mil jabalíes menos por su éxodo masivo a las ciudades

La temporada especial de caza cerró con 16.462 suidos abatidos

Unións Agrarias estima en 10 millones de euros el daño que provocan estos animales en el campo gallego

Cazadores con una presa.

Cazadores con una presa. / FDV

­­­­­La Policía Local de A Coruña acudió esta semana a las instalaciones del colegio Alborada porque una familia de jabalíes había ocupado el patio, cercando a los alumnos que tuvieron que esperar en el interior de las aulas a que los capturasen.

Los suidos, además de suponer una de las principales causas de accidentalidad en las carreteras de la comunidad, pueden convertirse en un riesgo en entornos urbanos. Si están en época de cría o se sienten amenazados, atacan.

La población de estos animales está viviendo su propio éxodo rural en Galicia. Las piaras abandonan los montes para aproximarse cada vez más a las ciudades, donde la convivencia con los humanos no es del todo viable.

Conocedora de este problema, la Xunta habilitó en 2021 una condición especial dentro del período de caza de este animal: la captura sin límite de ejemplares, incluyendo hembras y crías.

La última temporada de emergencia cinegética –la tercera– se desarrolló entre agosto de 2023 y febrero de 2024. Por primera vez la cifra de capturas disminuyó. En total, en toda Galicia, se cazaron 16.462 jabalíes, dos mil menos que en la etapa anterior. La única excepción se dio en la provincia de Pontevedra, donde durante el último año se abatieron 409 ejemplares más. 

Según el presidente de la Federación de Caza de Pontevedra, Francisco Couselo, esto ocurre porque las poblaciones se encuentran cada vez más próximas a las urbes: “Realmente no es que haya tantos jabalíes, sino que en las ciudades y sus periferias, donde no se pueden cazar, son más visibles. Su desplazamiento hace que sea cada vez menos común encontrarlos en el monte”, indica.

10 millones

Además de ser una amenaza para la seguridad, al aproximarse a áreas habitadas, causan grandes destrozos en huertas, plantaciones y otros métodos de producción del rural.

Jacobo Feijóo, responsable de Desarrollo Rural de Unións Agrarias, afirma que la presencia de estos animales en la comunidad supone una pérdida anual de 10 millones de euros. “El mayor daño lo causan en prados y en el maíz, aunque también hemos visto afectados viñedos, la patata e incluso la castaña”, apunta.

Desde esta organización señalan el control poblacional como la medida óptima para frenar el avance de los suidos y, para ello, la caza como medida más efectiva. 


Francisco Couselo
Presidente Federación de Caza de Pontevedra

“Los arqueros son fundamentales en la periferia para evitar el avance”

Francisco Couselo.   | // FDV

Francisco Couselo. / FDV

Francisco Couselo es el presidente de la Federación de caza de Pontevedra. Considera que la solución para evitar que los suidos tomen las ciudades es compleja y requiere de distintas intervenciones. Como necesaria apunta una medida menos extendida, aunque ya probada por la Xunta: los arqueros en la periferia.

“Los jabalíes salieron de los montes hacia las ciudades para buscar comida y se establecieron sobre todo en las áreas periurbanas, donde encuentran comida y maleza para cobijarse”, explica.

En estas áreas está prohibido cazar, por lo que nada impide que se adentren en la ciudad. “Por este motivo, el planteamiento de las batidas está bien, pero no es suficiente. Obviamente son necesarias porque, si no, habría 16 mil jabalíes más reproduciéndose”, indica. Además, apunta que estos animales no necesitan llegar a la edad adulta para tener crías, una vez que pesan 30 kilos ya pueden dejar descendencia.

Couselo lamenta que reducir la población de la especie es una tarea cada vez más compleja porque, una vez que pasan a la ciudad, los recursos son limitados. “Nos encontramos con que la gente los alimentan y no tienen ni idea de la magnitud del problema que están causando”, indica. “No hay que olvidar que son animales salvajes y que no van a dudar en atacar si se sienten amenazados”, dice Couselo.

El método más extendidopara paliar la proliferación en zonas urbanas es la jaula. Instalar estos dispositivos es responsabilidad de los gobiernos locales, una medida que en ocasiones tarda en ejecutarse. Para ejemplo, la ciudad de Ourense, donde durante más de un año se llevó a pleno este problema y no fue hasta el pasado mes de marzo cuando se aprobó una moción para realizar un plan de choque. La medida acordada consiste en elaborar un censo, identificar las rutas por las que transitan y efectuar un control efectivo de limpieza y desbroce de las fincas periurbanas. Sin embargo, Couselo señala que en otras comunidades ya se probó lo de crear un censo–colocándoles un pendiente–, pero no dio resultado “por lo rápido que se reproducen”.

La caza, sin relevo

Couselo advierte que cada vez hay menos relevo generacional en la caza: “El mayor problema llegará cuando no haya quien controle estas poblaciones en el monte”. “Con la tecnología ya no interesa tanto esta actividad y es una pena porque hacemos una labor para el campo y donamos la carne a comedores sociales y personas que lo necesitan”, añade.

En Galicia hay 34.322 personas con licencia para cazar. La mayoría se concentran en la provincia de A Coruña, donde constan un total de 11.090. 

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