Las multas por no identificar animales o por descuidarlos se duplican en dos años

La Xunta impone de media una sanción al día por incumplir la Lei de Benestar

Infracciones graves, penadas con hasta 5.000 euros, tras la mayoría de expedientes

Refugio de animalesen A Madroa, en Vigo.

Refugio de animalesen A Madroa, en Vigo. / Marta G. Brea

Carmen Villar

Carmen Villar

Desde hace seis años, Galicia cuenta con su propia Lei de Benestar animal, que vigila que las mascotas, en su inmensa mayoría perros, no sean víctimas de ningún maltrato y que sus propietarios las tengan, además de bien atendidas, saneadas y alimentadas, correctamente identificadas. Precisamente uno de los puntos débiles de quienes conviven con animales de compañía en la comunidad es ese: la identificación. Pese a que la normativa autonómica tipifica ese incumplimiento como infracción grave y que, por lo tanto, puede conllevar consecuencias no deseadas para el bolsillo, con hasta cinco mil euros de sanción, es una de las carencias más frecuentes con las que se tropieza la Administración autonómica, como trasladan desde la Consellería de Medio Ambiente. Según los datos de la Xunta, las sanciones por infracciones consideradas graves se han disparado casi un 20 por ciento, si se considera su evolución en el último año, y ya supondrían más del doble que las impuestas hace dos ejercicios.

En concreto, desde el departamento dirigido por Ángeles Vázquez trasladan que durante 2023 se han impuesto hasta 249 sanciones graves a dueños de perros en Galicia, frente a las 208 registradas un año atrás y las 118 en el año 2021. Asimismo, y aunque la cifra es simbólica, se han quintuplicado las sanciones muy graves, que se producen cuando los animales viven en condiciones deplorables: en 2023 la Xunta tramitó cinco sanciones de ese tipo, frente a solo una en 2022. En esta infracción, las cuantías que debe desembolsar el propietario que tiene a sus animales en una mala situación pueden llegar a 30.000 euros. A esos casos más exagerados habría que sumarles otras 127, que implicarían penalizaciones leves, y que en este caso fueron a menos, desde las 146 tramitadas en 2022. 

Desde Medio Ambiente explican que, de forma similar a lo que ocurría en años pasados, las infracciones “más frecuentes” en materia de bienestar y protección de los animales de compañía son la falta de documentación de los perros, y eso alude tanto al microchip, que es obligatorio en los canes y cuya ausencia se encuadra entre las faltas graves, como al pasaporte sanitario, que revestiría carácter leve. Mencionan igualmente las deficientes condiciones higiénico-sanitarias en las que viven las mascotas –que pueden ir desde una falta leve hasta muy grave en función de las lesiones, daños o sufrimiento de los animales, indican desde la Administración– y de las instalaciones en las que residen (leve). Además, otro motivo frecuente de castigo es la falta de control de los animales, es decir, dejarlos vagar sueltos y sin vigilancia en espacios públicos (conducta tipificada como infracción leve).

Las consecuencias económicas en las que se traducen esos comportamientos inadecuados para sus propietarios no son siempre las mismas, sino que oscilan en función de la cifra de animales afectados y su estado higiénico-sanitario. En situaciones muy graves, la Xunta incluso decreta el comiso de las mascotas como sanción accesoria.

El Ejecutivo autonómico recuerda que las denuncias formuladas el pasado año se tramitaron al amparo de la ley gallega, que rige ese ámbito desde 2018. Respecto a la legislación estatal en la misma línea, apuntan que, aunque entró en vigor a finales del pasado septiembre, una gran parte de medidas, novedades y artículos que introduce (seguro, curso de formación...) están supeditadas a la aprobación por el Gobierno central de un reglamento que la desarrolle y concrete, trámite aún pendiente, pero que estos días, informa Efe, ha comenzado a activarse.

Las mascotas doblan a los menores de edad gallegos y más de 21.600 son perros potencialmente peligrosos

Los gallegos menores de edad en Galicia no llegan a los 374.000, mientras en el Rexistro Galego de Identificación de Animais de Compañía, las mascotas inscritas superan las 793.000: son más del doble. En más del 93 por ciento de los casos se trata de perros, aunque el listado también está conformado por gatos, por aves de rapiña e incluso por hurones.

En particular, en los perros, el registro autonómico especifica cuántos se consideran potencialmente peligrosos, lo que implica más obligaciones para sus propietarios (licencia y seguro). Según los últimos datos facilitados por la Xunta, en Galicia el número de este tipo de canes asciende ya a 21.641, la cifra más elevada desde que hay registros y supone más de una docena de altas cada semana de media en el último año y unos 4.500 más en el último lustro.

En general, la amenaza de multa ha impulsado el registro de perros en el censo autonómico, y no solo de los que se consideran por ley potencialmente peligrosos. Desde que entró en vigor la obligatoriedad del chip, la cifra de canes con carné en general ha engordado un 55%. En cambio, los gallegos con menos de 18 años han retrocedido un 3,5 por ciento.

Las sanciones impuestas el año pasado por la Xunta se refieren a incumplimientos de la ley gallega. La legislación estatal publicada en el BOE a finales de septiembre impone obligaciones diferentes y otras cuantías de multas que la Consellería de Medio Ambiente ha cuestionado por “desproporcionadas” en diversos encuentros con representantes del Ejecutivo central. Como explican desde la Administración gallega, ante las “dudas” de aplicación que han surgido tanto por parte de la Xunta como de colectivos profesionales relacionados con la materia y, sobre todo, desde los concellos –que son las administraciones responsables y competentes para atender a los animales domésticos abandonados de sus municipios, especifican–, en noviembre el Gobierno gallego mantuvo un encuentro bilateral con el Ministerio de Derechos Sociales para abordar el contenido y las incertidumbres que plantea en Galicia la nueva normativa. Tras esa reunión, añaden, la Xunta fue emplazada a mantener próximos contactos a nivel técnico “para avanzar en la busca de soluciones que faciliten la aplicación de la normativa estatal”. Si bien la norma gallega, no perdería validez por que exista una estatal, sí avisan que, dependiendo del caso, prevalecería una ley u otra.

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