Una superviviente del Alvia: "Mi cuerpo salió disparado como un proyectil. Sientes el silencio de la muerte y pensé ¿estoy muerta o viva?"

Madre e hija afirman entre lágrimas, también de la jueza, que ese día tomaron el tren porque era "más rápido, más cómodo y más seguro"

Cristobal González Rabadán, presidente de Apafas, en el primer dia de las declaraciones civiles en el juicio del Alvia.

Foto: Xoán Álvarez / Vídeo: Agencia ATLAS

R.V.

El "daño irreparable" que sufren las víctimas del accidente del tren Alvia y sus familiares y la "herida abierta" por el procedimiento judicial en curso, casi 10 años después de la tragedia, protagonizan este martes el arranque de sus declaraciones al comienzo de la fase que determinará la responsabilidad civil.

En declaraciones a los medios de comunicación antes del inicio de esta sesión, la primera tras el final de la acción penal del juicio, el representante de la asociación de perjudicados Apafas, Cristóbal González, ha afirmado que afronta con "desilusión, impaciencia, nerviosismo y desmotivación" esta jornada. "Después de nueve años, esto hace mucho daño", ha constatado.

Por eso, ha pedido "que acaben pronto, que no se demore más, porque no os podéis imaginar el daño que ocasiona todo esto". El proceso ante la justicia es, según ha advertido, "la única herida que queda abierta mientras esto permanezca todavía en curso".

"¿Habrá sentencia? Por supuesto. ¿Justicia? Lo dudo. Este daño es irreparable", ha insistido. Al respecto, ha denunciado que se trató de "un accidente que se pudo haber evitado y por la fatalidad de varios elementos, varios factores, se ha vivido una de las mayores tragedias que se puedan imaginar".

Madre e hija

Las dos primeras en declarar, en calidad de testigos, han sido madre e hija que, por videoconferencia, han relatado, la primera lo vivido al ir en el Alvia, y la segunda los instantes dramáticos hasta que pudo ver a su progenitora en el hospital al que había sido trasladada, con "muchísimas lesiones".

Ambas han testificado, a preguntas de su abogado, el representante de Apafas, que la mujer decidió ir en tren en lugar de en coche porque era "más rápido, más cómodo y más seguro". "Tenía 74 años. No sabía lo que era tomarme una pastilla; tenía salud, ahora no soy nada", manifestaba la madre.

"No hay dinero que pague el cambio de vida, no hay dinero que pague la impotencia que se siente cuando ves a una persona sentada en la que tú crees que es la mejor opción para que viaje (...) No hay dinero que te dé un poco de paz", ha subrayado la hija hacia el final de las preguntas del letrado.

En ese momento, la jueza se ha secado las lágrimas con un pañuelo. "Es la primera y ya estoy llorando", ha señalado. El juzgado admitió las declaraciones de 522 testigos en esta fase del proceso y comparecerán una media de 15 al día.

"El juicio es como abrir una herida"

Otro de los testimonios ha sido el de una joven que tomó el tren en Madrid para irse de vacaciones a A Coruña. "Note que mi vagón empezó a retemblar como en un terremoto. Fui totalmente consciente de todo, no me podía creer que fuéramos a tener un accidente. Mi cuerpo salió disparado como un proyectil. Sientes el silencio de la muerte y pensé ¿estoy muerta o viva?", ha relatado. "Subí a un tren con 35 años llena de energía y vitalidad y bajé siendo una persona enferma. El juicio es como abrir la herida y que te echen sal. Los años de vida que me ha quitado el accidente no hay dinero que lo pague", ha ahondado durante su declaración.

También fue el turno para Cristóbal González ante la jueza: "Recuerdo que le dije a mi compañero de asiento: "esto descarrila" y él me respondió que eso era imposible, que esto es Renfe". El exmilitar ha relatado que tras el siniestro "fue un caos, un verdadero infierno. Recibes golpes como proyectiles: maletas, personas, hierros… El sufrimiento es indescriptible. Entras confiado y horas después aquello se convierte en un infierno".

Lidia Sanmartín Novo -que ha autorizado a FARO la publicación de sus datos personales- se dirigía a Fene, a pasar las fiestas en casa de sus padres. En la fatal curva "noté un frenazo en la curva, intenté agarrarme con todas mis fuerzas. Pensé: aquí se acabó". La trayectoria profesional de esta gestora de empresas en el sector de la banca "se truncó". Al igual que el resto de los testigos, "lo que me corresponda (económicamente) no suplirá la salud física y psicológica que tenía".

Una mujer que iba desde Ourense a A Coruña con su niño de dos años y tres meses prestó declaración muy afectada. "Yo volé hacia un lado y mi niño hacia otro. Y busqué a mi niño", aunque no fue capaz de precisar cuanto tardó en ser rescatada, no sabe "si fueron segundos o minutos". Su marido también ha dado su testimonio. Estaba en casa, esperando para ir a buscarla a la estación de tren de A Coruña. "Me llamó por teléfono desde el accidente. Que el niño estaba sangrando, que el tren estaba ardiendo. Y me colgó. Esperas otra llamada...".

También ha declarado un hombre que viajaba en el vagón 7 con su mujer desde Madrid a A Coruña, después de haber estado en la capital de España visitando a su hija, que acababa de dar a luz. Recuerda a dos niños jugando en el pasillo y, de repente, vio cómo una maleta se desplazaba y estaba a punto de caerles encima. "Me levanté y en ese momento todo se volvió negro. Me quedé sin conocimiento pero lo recuperé rápido. Estaba agobiado, no me podía mover", ha recordado.

El hombre tenía el asiento delantero sobre una pierna mientras apartaba como podía maletas con la mano. "Empecé a pedir socorro, veía que la gente que pasaba no me hacía caso, yo creo que ni me veían, iban como zombies. Mi mujer no contestaba y yo pedía socorro otra vez: "por favor, ¿me pueden ayudar?, pero la gente pasaba, salía... Yo lo comprendo". Tanto él como su mujer sufrieron lesiones y necesitaron tratamiento físico y psicológico tras el brutal accidente.

"¡Mi hijo! ¡Mi hijo!"

Otro testimonio ha sido el de una mujer que venía de Madrid hacia a A Coruña al funeral de su madrina. Recuerda que se subió una madre con un bebé de unos dos años. Después "el tren iba rápido, rápido, muy rápido", y pensó "¡nos vamos!" Entonces el tren volcó y descarriló. Aunque tiene muchos lapsus de lo sucedido, en su mente se ha quedado grabado "el grito atronador de esa madre llamando a su hijo. '¡mi hijo! ¡mi hijo! ¡ mi hijo! y después todo oscuro. Fue horrible". Envió entonces un mensaje a su marido: "No se si saldré viva". Ella salió adelante, "pero había mucha gente joven que se quedó allí" un hecho por el que ha llegado a sentirse culpable, declaró.