La fiebre por hacer testamento vital que se disparó durante la pandemia en Galicia y que amainaba el pasado año sigue en descenso. El interés de los ciudadanos por dejar por escrito sus voluntades acerca de posibles tratamientos que puedan recibir por si llega el caso de que por su condición médica no puedan expresarlas por sí mismos en un futuro ha decaído. Si el año pasado la media estaba en 113 documentos al mes, en lo que va de 2022 la cifra ha bajado. Aun así, de media de un centenar de personas registra un documento con instrucciones previas en la comunidad.

Los datos que recopila el Ministerio de Sanidad muestran cómo el primer semestre del año se cerró con un balance para Galicia de 13.752 testamentos vitales, frente a los 13.147 con los que clausuraba 2021: eso supone 605 más. Con estos datos la comunidad se sitúa en cuarta por la cola, si se excluyen del cómputo las ciudades autónomas, en instrucciones previas por cada mil habitantes, con una tasa de 5,1 (frente a un 8,06 estatal).

Entre las decisiones que pueden incorporar los testamentos vitales está, por ejemplo, la relativa a la eutanasia, cuya ley se aprobó en junio de 2021. El pasado año, según datos facilitados por la Consellería de Sanidade, un tercio de quienes habían suscribieron ese documento dejó constancia de su decisión al respecto, aunque no aclaró en qué sentido.

Dos de cada tres declarantes en Galicia son mujeres y más de la mitad de quienes han suscrito este tipo de voluntades superan los 65 años. No obstante, en la comunidad figuran más de dos mil personas menores de 50.