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La letra de la inclusión

¿Un asterisco es idóneo para evitar el doblete en feminino y masculino? Francia postula el punto medio | Andalucía quiere frenar el ‘desdoblamiento disparatado’ en libros escolares

¿Cómo reflejar la inclusión en el idioma la inclusión? Envato

¿Con qué letra se escribe la inclusión? En castellano primero se trató de visualizar el lenguaje inclusivo con el uso de las/ los, el ‘doblete’ del sustantivo, que llegó hasta a algunos discursos públicos. Luego fue la arroba (@) en la escritura. Más tarde, se optó el asterisco (*) o la x para evitar la doble grafía en masculino y femenino y, finalmente (y tan criticado), algunas voces apostaron por el género neutro con la e, para dar visibilidad a todas las realidades.

Marilar Aleixandre. Xoán Álvarez

El discurso inclusivo, el que cita a ambos géneros para reivindicar la igualdad social, se debate desde que echó a andar sobre la fórmula perfecta para encajar las palabras. Mientras en las redes es toda una realidad, en los textos más formales, no encuentra un buen asiento. Tanto a nivel sonoro, para evitar las forzadas dobles fórmulas, como a nivel gráfico, mimando también el estilo y evitando opciones rupturistas. Se busca una especie de letra pi. Un elemento que encierre, como ese número, una fórmula única y singular: la sociedad plural.

Darío Villanueva. Xoán Álvarez

Al margen de los debates que, ya por sí, suscita el lenguaje inclusivo la sociedad, en Francia han decidido zanjarlo. Un signo ortográfico está siendo el emblema del lenguaje no sexista o igualitario y, también, el símbolo de una batalla que va más allá de la lengua. El signo de la discordia es el llamado punto mediano. Se escribe así: •. Desde hace unos años, se utiliza, incluso en textos oficiales de administraciones locales y en el sector privado, para añadir un sufijo femenino a un sustantivo masculino. Una sola palabra designa así a ambos géneros.

Ledicia Costas. Eli Regueira

En España, entre las primeros en posicionarse está la Junta de Andalucía, que ya ha indicado que quiere evitar el desdoblamiento “disparatado” de palabras en los libros escolares. Se posiciona en contra de decir expresiones como “los musulmanes y las musulmanas” y asegura que está ultimando unas nuevas instrucciones para los libros de texto. El objetivo es promover textos “comprensibles, útiles y rigurosos desde el punto de vista científico, y que transmitan valores” desde la premisa de que “promocionar la igualdad de oportunidades, el respeto al diferente, no se resuelve alargando frases o desdoblando palabras a veces de forma disparatada”. Destacados académicos, escritoras y educadores gallegos abordan el debate, no exento de polémica y de opiniones radicalmente opuestas.

La letra de la inclusión

En España, entre las primeros en posicionarse está la Junta de Andalucía, que ya ha indicado que quiere evitar el desdoblamiento “disparatado” de palabras en los libros escolares. Se posiciona en contra de decir expresiones como “los musulmanes y las musulmanas” y asegura que está ultimando unas nuevas instrucciones para los libros de texto. El objetivo es promover textos “comprensibles, útiles y rigurosos desde el punto de vista científico, y que transmitan valores” desde la premisa de que “promocionar la igualdad de oportunidades, el respeto al diferente, no se resuelve alargando frases o desdoblando palabras a veces de forma disparatada”. Destacados académicos, escritoras y educadores gallegos abordan el debate, no exento de polémica y de opiniones radicalmente opuestas.

La académica de la Real Academia Galega, la escritora y traductora Marilar Aleixandre es una defensora y partidaria del lenguaje inclusivo, de forma activa desde los años noventa. De hecho, a su propuesta se debe que la Asociación de Escritores e Escritoras en Lingua Galega haya incluido también ‘escritoras’ en su nombre. “A pesar de que hai unha resistencia por parte de algunhas Academias e xente da lingua, é unha mudanza inevitable”, sostiene. “O caso do francés é bastante semellante ao caso galego ou castelán. Se supón que o masculino é inclusivo, pero iso non é certo”.

Marilar ha sido la autora de una revisión bibliográfica en libros escolares de texto del uso del masculino como fórmula inclusiva –desde Egipto hasta la biología reciente– para asegurar que no siempre hombre se ha usado como sinónimo de ‘humanidad’. Véase la que en un principio se llamó la “Declaración de derechos del Hombre” y que costó la guillotina a Olympe de Gouges. Esta precursora del feminismo, en 1791 redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en respuesta a la célebre, de 1789. Gouges reivindicaba en la Declaración la igualdad de derechos.

Desde una óptica radicalmente opuesta ve el fenómeo el catedrático de Literatura y exdirector de la Real Academia Española, Darío Villanueva. El autor de “Morderse la lengua”, ensayo que acaba de publicar, dedica un capítulo a esta cuestión (“la corrección política en el lenguaje inclusivo”) y se muestra contrario a su uso. Ya en 2012 la RAE se ponunció en ese sentido. Entonces, Darío Villanueva era secretario del ente que vela por la lengua española. “La Academia francesa ha sido mucho más tardía, pero también mucho más radical que la española; ya en 2019 se refería a la ‘aberración inclusiva’”, asegura. Villanueva. También alude a la posición reciente del ministro de Cultura galo, rechazando la opción en la ecritura del francés que incluye las dos terminaciones (masculina y femenina) y que él mismo secunda. “Hay una confusión total entre la gramática y el machismo o el feminismo”, asegura. “Está descentrado atribuir a la lengua la responsabilidad de cuestiones que dependen de las leyes y de comportamientos sociales”, alega. “La igualdad de los derechos entre hombres y mujeres no depende de un signo ortográfico o de una solución de ‘doblete’ insostenible”, prosigue. En su opinión, esta opción “conduce a una quimera”. “Hay una confusión al pensar que la solución de la igualdad depende de la lengua. Es un error absoluto. Hay lenguas como el ‘guajiro’, una lengua amerindia de Venezuela en la que el inclusivo es el femenino. Y, sin embargo, la sociedad que habla guajiro tienen a la mujer totalmente subyugada y sometida sin comparación con un país como el nuestro, aunque haya cosas que mejorar”.

La perspectiva de la escritora Ledicia Costas, un auténtico fenómeno por el seguimiento de los personajes de sus novelas en los centros educativos, asegura que cualquiera que sea la fórmula, con tal de que sea inclusiva, será la idónea. “Cualquier fórmula que procure la inclusión, me parece perfecta. Somos la mitad porcentual de la población: las mujeres tenemos que estar representadas en el lenguaje”, asegura. Pero, ¿de qué modo? Hace años ya que la viguesa y Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil ha incluido el lenguaje inclusivo no solo en su discurso oral, sino en la escritura de forma consciente. Eso sí, apuesta por palabras más colectivas e inclusivas como ‘público joven’ en vez de niños y niñas. O ‘familias’ en vez de ‘padres y madres’. Eso sí, a veces es imposible: “Hay fórmulas que integran; términos ya inclusivos de por sí en los que a veces no reparamos”, reflexiona. En ese contexto sitúa Ledicia Costas el debate por el asterisco o el género neutro. Y algo similar que ocurre con los neologismos, las Reales Academias no lo aceptan. Para Costas, “muestran que les queda mucho por reflexionar y que tienen que hacer autocrítica, por la falta de compromiso con la mitad de la población que somos las mujeres”. Para la escritora viguesa, corren el riesgo de quedarse “desvinculadas” de los tiempos.

Asimismo,el profesor de Sociología de la Universidade de Vigo, José Durán, está preparando un libro en el que también aborda esta temática. “Primero, mi postura general es que lo neutro y lo inclusivo no se dan muy bien la mano. Como sociólogo creo que nadie se defina como neutro, porque no tiene identidad, . Lo más inclusivo sería que no hubiera discriminación por género. Pero la inclusión no está en ver las diferencias continuamente... ¿A qué convenciones del lenguaje tenemos que llegar para no sentirnos excluidos? La arroba me parece terriblemente fea, porque influye en la comunicación que, al final, es lo más importante”, defiende. “En el lenguaje científico y formal no tiene cabida; no se considera elegante ni hay convención”.

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