Son numerosas las cuestiones que preocupan a los expertos en nuevas tecnologías, adicciones y adolescencia que en España, dicen, todavía no se pueden responder, entre ellas, por ejemplo, conocer cuál es la tasa de ciberacoso o cuál es el porcentaje de adolescentes que tiene problemas con los videojuegos o con las apuestas on line ya con 12 o 13 años. Sin embargo, si las previsiones se cumplen, una investigación promovida por Unicef, de la mano de la Universidade de Santiago en la parte académica y del Consejo General de Colegios de Informáticos de España en las facetas técnica y educativa, ofrecerá respuesta a esas y a muchas preguntas más el año que viene. En realidad, serán 100.000 adolescentes de entre 11 y 17 años de las 17 comunidades –casi 5.400 de Galicia, de las cuatro provincias– y de Ceuta y Melilla los que permitirán solventar esos interrogantes y dar forma cuantitativa, a través de unas encuestas que se realizan on line durante este mes y el que viene, a un “ambicioso” estudio de país. Tanto que su coordinador científico, el profesor de la Universidade de Santiago Antonio Rial Boubeta, cree que se convertirá en el estudio de referencia a nivel internacional. Al menos de lo que hay publicado.
Será la Unidade de Psicoloxía do Consumidor e Usuario de la Universidade de Santiago, por ser “referencia” en el Estado en este en adicciones de adolescentes, la que asume un reto que conlleva una “enorme responsabilidad”, pero también “ilusión”, admite Rial Boubeta, quien destaca sobre todo el impacto que los datos tendrán en el aspecto social, donde cubren “una necesidad” porque diversos organismos están detectando un cariz “problemático” al uso de internet, móvil, redes sociales, videojuegos o juego en línea, además de cómo afectan las TIC a la convivencia familiar.
Una “foto” del uso de las TIC
Para Unicef, que promueve la investigación con el ánimo de proteger los intereses de la infancia y la adolescencia, el objetivo es hacer un “diagnóstico y una recogida de datos” y llegar a entender la situación “en todas sus dimensiones”, explican, en resumen, una “foto”. Irene Marín, coordinadora del Comité Galicia, explica que las tecnologías ocupan una “gran parte” de la vida de los adolescentes, de ahí que se busque conocer cómo es su relación con ellas: desde cuánto tiempo le dedican, a qué lo dedican –redes sociales, apuestas on line...– o cómo se relacionan con otros por la red –en qué medida pueden producirse problemas como el ciberacoso...–. Señala que, aunque se les considera nativos tecnológicos, “hay que acompañarlos y enseñarles a usar esas redes”. Con los resultados del trabajo, resalta, se pretende ayudar a las administraciones a tomar decisiones. El contexto de pandemia, que incentivó más este uso, les parecía idóneo para el estudio, pero recuerda que de por sí las tecnologías no son malas, sino que “hay que ayudar a los jóvenes a utilizarlas y a hacer que esos espacios sean espacios seguros”.
De que lo sean se ocupa y preocupa también el Colexio Profesional de Enxeñaría en Informática de Galicia, como recuerda su presidente, Fernando Suárez, con iniciativas como “Navega con rumbo”, que llevó un premio a las buenas prácticas educativas por dar a conocer los “riesgos” de internet y cómo “paliarlos”. Esta vez habla en calidad de presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingeniería en Informática en España, la tercera pata de la alianza, que colabora con su experiencia educativa y en el aspecto técnico de la encuesta –supervisión técnica y legal–. El estudio, apunta Suárez, es “preciso” porque “vivimos en un mundo donde la tecnología forma parte del crecimiento de niños y niñas” y ve clave que conozcan internet y cómo usar la red “con seguridad”. Pero también porque los padres deben saber “cómo educar” a sus hijos en este nuevo entorno y para “poder establecer políticas para mejorar el uso de los chicos de internet y prepararlos para el futuro”.
“La tecnología debe ayudarnos a criar niños y niños sanos, razonablemente felices y buenas personas, nunca lo contrario”
Rial Boubeta cree que el “gran reto” es el de “integrar de forma armónica” las tecnologías “en nuestras vidas”. No se trata, insiste, de generar “alarmismo social”, sino de tener una visión “realista”, “comprehensiva” y “global”. “La tecnología debe ayudarnos a criar niños y niños sanos, razonablemente felices y buenas personas, nunca lo contrario”, proclama. Así, la encuesta no se quedará en un mero registro de a cuánto asciende un riesgo o cuántos niños carecen de acceso a un ordenador –un tema que se va a tocar para analizar la experiencia educativa a distancia–. La idea es conseguir un abordaje integral y conocer además las motivaciones para entender el rol de la tecnología en los menores y, de ese modo, “diseñar estrategias de prevención más eficaces”.
Uno de cada cinco menores utiliza internet de manera compulsiva
Uno de cada cinco jóvenes españoles de entre 14 y 18 años realiza un uso compulsivo de internet. Así lo refleja la última encuesta ESTUDES entre adolescentes, que utiliza una escala validada para medir la detección de posibles casos de uso de riesgo de la red. En una línea similar, un estudio coordinado por Rial Boubeta cifra el porcentaje de usuarios problemáticos entre 12 y 17 años en un 18,2%. Pero esos son datos genéricos que dejan muchas preguntas sin respuesta. ¿Y qué pasa en cada comunidad? ¿En cada centro? La elevada muestra da pie a que los investigadores puedan lograr, o esa es la previsión, datos “representativos” y con un margen de error pequeño que permitan informes individualizados por comunidad y por centro educativo. Porque, como desgrana Rial Boubeta, solo en Galicia serán casi 5.400 chicos y chicas los que se prevé que respondan, tanto de centros urbanos como rurales, de colegios públicos como privados o concertados. Este especialista en adicción y tecnologías señala que, además, la investigación tendrá un carácter “inclusivo”, con perspectiva de género y prestando atención a grupos vulnerables, como adolescentes con diversidad funcional. Este investigador considera que “muchas veces los estudios pasan de puntillas” sobre estos aspectos y quieren prestarles atención. La investigación, además, atenderá a todos los estándares científicos y técnicos. Porque, explica, la parte metodológica –desarrollo del cuestionario, recogida y análisis de datos– va a estar monitorizada por un panel de expertos internacionales, entre ellos de la Universidad de Harvard, de la OMS, de Unicef, del Anti-Bullying Research and Resource Centre, de Dublín, del Observatorio Europeo de Drogas y dos profesores de la Universidade de Vigo, Manuel Isorna y Yolanda Rodríguez.
