La nueva Xunta se enfrentará a la gestión del inicio del curso escolar, que arranca el jueves con la convocatoria de una huelga del profesorado y el temor a brotes en las aulas, y a la llegada del otoño y la previsible segunda ola del Covid-19 sin los conselleiros que diseñaron el plan de regreso a los colegios y gestionaron la pandemia hasta ahora. Jesús Vázquez Almuiña abandonó ayer la Consellería de Sanidade y Carmen Pomar la de Educación. Su salida fue justificada por el presidente del Ejecutivo, Alberto Núñez Feijóo. En el primer caso, alegó que fue el propio dirigente el que reclamó su sustitución por agotamiento y en el segundo, expuso que la decisión de crear una Consellería de Emprego obligaba a evitar el incremento del tamaño de la Xunta. Para mantener los once departamentos de la pasada legislatura, apostó por unificar de nuevo Educación con Cultura, que recupera Román Rodríguez.

Esta explicación y la llamada a priorizar la recuperación económica capitalizó la toma de posesión de los conselleiros del nuevo Consello de la Xunta, que se celebró en la explanada de la sede central de la Xunta, en San Caetano, y no en el Pazo de Raxoi, donde las medidas de seguridad impedían la realización del acto con todos los integrantes.

El exalcalde de Baiona llegó al cargo para sustituir a Rocío Mosquera y también se enfrentó a una rebelión de la sanidad pública, especialmente en la Atención Primaria, y a la protesta social por el cierre del paritorio de Verín. Su gestión en la pandemia, sin embargo, dejó las cifras gallegas de afectados por debajo de la media estatal. "El Gobierno central dijo que se había gestionado de forma excelente", le reconoció Feijóo.

El conselleiro saliente propuso una terna de posibles sustitutos, según el presidente de la Xunta, en la que estaba Julio García Comesaña, gerente del área sanitaria de Vigo, donde ha logrado pacificar la relación con los profesionales. "Conoce el Sergas de abajo a arriba", dijo Feijóo. "Si con Almuiña acertamos, con él también", añadió.

El mensaje sobre Pomar fue diferente, aunque también comenzó con alabanzas. "El balance en materia educativa es digno de elogio. Lo dicen los resultados. Galicia está entre las primeras comunidades en el informe PISA [que mide el nivel educativo]", reconoció.

Esos logros no fueron suficientes para mantener el puesto, después de que en sus dos años en la Xunta Pomar se enfrentase a los rectores por su plan para involucrar a la esfera privada en la enseñanza virtual, plan que retiró, y, sobre todo, a comunidad educativa y padres ante el inicio del curso escolar. Incluso Feijóo pidió disculpas por las cosas "que no se hicieron bien" en la preparación del regreso a las aulas.

"Teníamos que tomar una decisión: no incrementar el número de consellerías y reforzar la economía creando la de Emprego. Eso nos llevó a fusionar Educación y Cultura y considerar que el anterior conselleiro era el adecuado", dijo Feijóo, que también justificó no solo entregar la gestión del turismo y, por tanto, del Xacobeo a Alfonso Rueda, sino desligar de la Consellería de Presidencia la Dirección Xeral de Avaliación e Reforma Administrativa, que pasa a Facenda, para analizar los "tiempos nuevos", con el aumento del teletrabajo".

Feijóo también defendió apostar "por la cantera" con el ascenso de María Jesús Lorenzana tras ser número dos en el escalafón de otras consellerías.

Almuiña y Pomar intervinieron para agradecer la confianza depositada en ellos. "Estoy contento de aportar grano de arena para esta función", expuso el primero. "Fue un gran honor", dijo la segunda

La oposición considera una autoenmienda los cambios aplicados por Feijóo, que atribuye a una mala gestión. El líder del PSdeG, Gonzalo Caballero, cree que el dirigente "reconoce su fracaso" en educación y sanidad pero "no se atreve" en política social, donde cree que también debería realizar un cambio. "Quiere que sea un muro de contención que impida la comisión de investigación sobre las residencias", añadió.

Por su parte, la diputada del BNG Olalla Rodil considera los cambios "cosméticos" y ve un gobierno "continuista y sin peso político", al tiempo que reclama un fondos extra para comedores y actividades extraescolares.