La comisión de investigación del accidente del tren Alvia, que ocasionó 80 muertes y 144 heridos, encara su recta final y ayer lo hizo con una intensa jornada con cinco comparecencias, entre ellas la del exministro de Justicia Rafael Catalá. Las víctimas del siniestro lo identifican como uno de los principales "premiados" por el accidente. Y es que Catalá, ahora diputado del PP, era en su día secretario de Estado de Infraestructuras de Fomento, tras lo que pasó a ser titular de Justicia

Durante su comparecencia, aseguró que en ningún momento se trasladó desde el ministerio la responsabilidad del accidente del Alvia al maquinista. El domingo, Francisco José Garzón, el conductor del tren siniestrado, denunció la poca "sensibilidad" que se tuvo con él, cuando tenía "un neumotórax y las costillas rotas". "Había un interés en que yo saliera por la puerta principal con todos los medios", apuntó. Garzón también explicó que tras el accidente la "marca España estaba en auge y había muchos intereses de que el culpable fuera el maquinista".

Rafael Catalá negó que se cargase la responsabilidad del accidente en el maquinista. Uno de los diputados que más atacó a Catalá ayer en la comisión fue el portavoz adjunto de Esquerra Republicana en el Congreso (ERC), Gabriel Rufián, quien acusó al exministro de mentir ante la comisión por negar que el ministerio no señaló al maquinista del Alvia como responsable del siniestro.

En su turno, Rufián le recordó que una de las heridas del accidente, la exdiputada del PP Teresa Gómez Limón, aseguró en su día que fue presionada por Catalá para que no criticara ni a la operadora Renfe ni a Adif, y le afeó que su única preocupación tras el siniestro fuera desmentir que se tratara de un accidente de la Alta Velocidad para que las empresas españolas pudieran optar a concursos y contratos en el extranjero.

El diputado popular rechazó estas acusaciones. Lo mismo hizo con la denuncia de la portavoz de En Marea, Alexandra Fernández. La diputada gallega acusó al exministro de haber estado más preocupado en filtrar la conversación telefónica del maquinista, como forma de desviar hacia él la culpa, que en atender a las víctimas.

Catalá volvió a insistir en varias ocasiones que el tren no funcionaba con los estándares de alta velocidad. "A nosotros nos dijeron los técnicos que un sistema de alta velocidad se compone de elementos como un tipo de vías, velocidades, formación, etc, y el 24 de julio no funcionaba en modo de alta velocidad. Y eso fue lo que dijimos", explicó.

E insistió en que no se intentó vender que no era alta velocidad para no perjudicar a futuras licitaciones como el AVE a Brasil, sino porque así lo decían los técnicos aunque reconoció que los intereses comerciales son importantes para la economía española.

Tanto Rufián como Fernández también echaron en cara a Catalá que en la actualidad asesore al despacho de abogados inglés Herbert Smith, empresa que, según el diputado catalán, se encarga de la defensa de la aseguradora de Renfe y Adif en el proceso judicial abierto por el accidente del Alvia. Catalá negó haber utilizado la "puerta giratoria".

Pero el momento más tenso de su comparecencia se vivió cuando la representante de En Marea le acusó de haber usado su cargo de secretario de Estado para beneficiar a las cuentas del PP por medio de la contratación de determinadas empresas para que participaran en la obra de la Alta Velocidad a Galicia. Este extremo fue negado por Catalá, quien le recordó que no tenía competencia sobre las adjudicaciones que realizaba Adif, por lo que no podía "abrir huecos" a nadie.

Alexandra Fernández también le acusó de influir en el proceso judicial del accidente tras ser nombrado ministro de Justicia. Catalá le reprochó que arrojase "sombras de duda" sobre su comportamiento y sobre el Poder Judicial. La diputada de En Marea le despidió afirmando que "le irá bien en la carrera privada", pero le advirtió de que "carga con 80 muertos". Una afirmación que llevó al PP a protestar y a censurar a la diputada por su "catadura moral".

Por su parte, el presidente de Renfe en 2013, Julio Gómez-Pomar, aseguró que tiene la "opinión fundada" de que el tren no operaba como Alta Velocidad, aunque circulara por una línea de AVE "en construcción". "Desde mi punto de vista y mi conocimiento ferroviario la línea Madrid-Santiago era una línea de alta velocidad en construcción", ha explicado Pomar, quien ha matizado: "Una línea que está en proceso de ser de alta velocidad, pero que todavía no lo es".