La Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha archivado sin sanción alguna el expediente que le había abierto en junio a la titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 3 de Galicia (con sede en Lugo), María Jesús García Pérez, por compaginar su ejercicio profesional con la tarea de vidente cobrando por ello a los clientes a quienes echaba las caras del tarot. El motivo del archivo, según informó ayer el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, es que la comisión de disciplina ha considerado ilícita la principal prueba de cargo, que era una grabación con cámara oculta realizada en el domicilio de la magistrada mientras esta leía las cartas del tarot.

Sin embargo, la decisión de cerrar el expediente fue bastante reñida, una postura defendida por cuatro de los siete integrantes de la Comisión Disciplinaria, ya que tres se opusieron. Votaron a favor los vocales Roser Bach, Victoria Cinto, Vicente Guilarte y Enrique Lucas; mientras que se pronunciaron en contra Ángeles Carmona, Carmen Llombart y Wenceslao Olea.

Ya en julio, el mismo órgano había rechazado, por cinco votos a dos, la suspensión provisional de funciones de María Jesús García Pérez mientras se resolvía el expediente.

La Fiscalía había solicitado la suspensión provisional de la magistrada por un periodo máximo de seis meses, igual que había pedido el promotor de la acción disciplinaria, puesto que consideraba que las actuaciones practicadas en el expediente habían permitido acreditar indicios de que la magistrada venía ejerciendo una actividad de cartomancia a través de la baraja del tarot aceptando dinero a cambio.

Además, aseguraba que lo había seguido haciendo incluso después de que tanto el Tribunal Superior de Justicia de Galicia, como el propio promotor, abrieran diligencias informativas al tener conocimiento de esa actividad.

La juez, tras acabar su jornada laboral, se dedicaba a leer cartas del tarot para adivinar el futuro -amor, salud o dinero- a clientes que pagan entre 15 y 20 euros por sesión. María Jesús García actuaba a plena luz del día. Acompañada por un hombre que se autodenomina su "empleado del hogar" repartía octavillas en bares y coches en las que se anuncian servicios de "tarorista y vidente con gran experiencia". Incluso distribuía estos pasquines cerca de los juzgados donde trabaja, a la vista de abogados y otros jueces.