Con el miedo de haber visto las llamas bajando por la ladera del monte a "velocidad de vértigo" y la resignación provocada por lo reiterado de la experiencia, varios vecinos de Peitieiros compartían ayer sus impresiones sobre el incendio que, un año más más, asoló esta parroquia de Gondomar.

"Caliente como estaba, el terreno es un polvorín. Era visto, ya nos estaba tardando", comenta Bienvenido Besada desde uno de los núcleos de población que, esta vez, no se vio amenazado por las llamas. La rápida reacción de las brigadas antiincendios y la escasa intensidad del viento, apunta, fueron clave para que el fuego no se acercase a las viviendas.

Pese a la lejanía del frente, la rapidez con la que se desplazaba y la altura de las llamas asustaron a Modes Fontán, que presenciaba la escena desde su casa. "Si el viento cambia de dirección...", apunta sin querer acabar la frase. También destaca el trabajo de las brigadas en una zona muy abrupta y cubierta por una encrucijada de pistas que pueden convertirse en una trampa, sobre todo para que el desconozca el terreno.

Ambos, y el miembro de la junta directiva de la Comunidad de Montes de Peitieiros Alfredo López, están seguros de que el fuego fue intencionado. Besada vio resplandecer el cielo nocturno al otro lado del monte y, a los 15 minutos, un nuevo foco ya avanzaba por la cara opuesta como si fuese "un volcán". Nada nuevo en una parroquia que desde 2005 viene sufriendo fuegos casi todos los veranos.

Lo que ya no tienen tan claro, o al menos no lo quieren compartir en público, es qué lleva a los incendiarios a prender el monte. Preguntados al respecto, dejan ver primero una sonrrisa nerviosa. "No sé, pero no creo que nadie tenga tan poca alma como para quemar el monte si no hay ningún interés", apunta la vecina.

Robles calcinados

El comunero, en cambio, muestra desconcierto sobre esos posibles intereses y enfatiza que no existen conflictos con respecto a la gestión del monte que puedan justificar estos ataques. Además, recuerda que en 2005 se plantó fuego cuando dos excavadoras estaban trabajando en la zona, poniendo en riesgo vidas humanas. Un actitud "sin escrúpulos e irracional" de este tenor, dice, le resulta incomprensible.

En todo caso, con el olor a quemado en el ambiente y el terreno todavía humeante, los tres testimonios recabados comparten su rabia y cuentan con que volverá a ocurrir. La única forma de cazar a los incendiarios, razona Bienvenido Besada, son las patrullas a caballo que desde hace unos pocos años peinan los montes, ya que al no hacer ruido pueden sorprender a los delincuentes. Sin embargo, la extensión a cubrir es demasiado vasta como para abarcarla por esta vía.

Alfredo López explica que precisamente a raíz del citado incendio de 2005 la comunidad de montes inició un programa de repoblación con frondosas en varios puntos del monte. Una de esas áreas, cubierta con entre una y dos hectáreas de robles americanos, quedó arrasada por las llamas la noche del lunes. Al menos, comenta, al empezar el fuego en la parte superior del monte la mayoría de superficie afectada fue matorral, excepto el mencionado robledo y una lengua de eucaliptal. La principal afectación económica será para la actividad cinegética.

El directivo de la comunidad comenta que de cara al futuro intentarán mantener la misma línea de trabajo de los últimos años, basada en mantener las plantaciones de eucalipto para su venta allí donde se dan e introducir las frondosas en las partes más bajas, ya próximas a las viviendas y también alrededor de los manantiales. "Pero cada vez que hay un incendio de estos estamos en peores condiciones económicas, si ya veníamos arrastrando las consecuencias de 2005...". En esta línea, lamenta que el esfuerzo de "mucha gente" se eche a perder en unas pocas horas. En las repoblaciones citadas participaron numerosos voluntarios, no solo comuneros, y contaron con subvenciones públicas. "Se siente una gran impotencia".