En una sala en el último y séptimo piso del Auditorio Mar de Vigo, alrededor de 50 personas que fueron llegando ayer a cuentagotas participaron en uno de los dos talleres "Eudanza. La danza del yo, cuerpo, movimiento y emoción" que impartió la bailarina Laura Llauder, integrante del proyecto O Pelouro.

Pasaba de las cuatro de la tarde y el sol entraba por los enormes ventanales que daban a la ría y las Cíes. Sin duda, era un emplazamiento perfecto para ayudar a liberar el cuerpo de tensiones y ofrecerse a la primera entrega del taller en el que los participantes dialogaron con su propio cuerpo para encontrar emociones.

"El cuerpo es infinito, si lo aprecias", señaló en un momento Llauder. Unos minutos antes, comenzaban los estiramientos con los participantes posicionados en círculo. Poco a poco, se fueron sacudiendo con movimientos todo lo que no querían, tal y como apuntó Laura, quien animó a indagar y sentir el "microcosmos corporal".

Personas agarrotadas, otras más sueltas, unas más abiertas y otras más cerradas siguieron las instrucciones aprendiendo "cómo cambia nuestro estado de ánimo con los hombros". De ahí, la importancia de trabajarlo en los preliminares del proceso, para abrirse a uno mismo, a los otros y al mundo.

Laura Llauder invitó a crear movimiento "sin miedo", con la libertad como bandera, empezando a dialogar con otra persona del grupo desde la danza, dejándose guiar por el otro en plena confianza, dejándose llevar por el instinto para "arriesgar".

Poco a poco, los participantes en el taller -la mayoría, ajenos a la disciplina del baile o ballet- fueron descubriendo la revelación de la danza y el cuerpo.

Así, también aprendieron a escuchar su respiración, su cadera. "Las emociones están en el centro del cuerpo móvil, la cadera, para sacar fuera las emociones", indicó Llauder mientras se abandonaba al movimiento.

Los ejercicios prosiguieron para reconocer los espacios, el tiempo, el propio yo y el de los otros. Como colofón, una rueda gigantesca final como hermanamiento y aplausos muchos aplausos, más una satisfacción personal traducida en la expresión facial de los asistentes.