Que los gallegos peinan cada vez más canas es un viejo tópico conocido de la demografía gallega. Que peinarán más es también una profecía que parece cumplirse con precisión, y cada vez más deprisa. Si en la actualidad los habitantes de 65 o más años representan el 24% de la población, el Instituto Galego de Estatística advierte de que superarán el 27% en diez años. De hecho, el IGE apostaba en 2013 por que se alcanzaría el 25% a finales de esta década y Galicia ya solo está a un punto de llegar. Sin embargo, el envejecimiento en la comunidad tiene un perfil sobre todo femenino. Ese 24% se eleva al 26,7% en el caso de las mujeres, y para 2024 se situará en el 30,1%.

Pero además, las mujeres que lleguen a una edad provecta tienen bastantes posibilidades de encontrarse solas, incluso si antes tenían pareja. Si el porcentaje de gallegas que han alcanzado o traspasado la edad de jubilación que están casadas es del 44,9%, el de las que se se encuentran viudas es el del 43,4%, que triplica al de sus compañeros de generación varones (13,5%). Las posibles explicaciones son varias.

Por una parte, la esperanza de vida es superior entre el sexo femenino. El último dato del IGE señala que las mujeres de 65 años pueden esperar vivir otros 23,4 años más de media, mientras que para los hombres ese cálculo no llega a las dos décadas. Pero también influiría, como se refleja en el porcentaje de hombres casados (74,9%), el hecho de que ellos parecen más dispuestos que ellas a contraer segundas nupcias. Por ejemplo, en 2014 el IGE contabiliza 99 matrimonios donde la novia tenía más de 60 años, frente a 327 en los que era el novio quien superaba esa edad.

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La soledad, con todo, no afecta solo a las mujeres. El IGE, aunque sin desglosar los datos por género, apunta que el 51% de los gallegos en edad de percibir una pensión viven solos, frente a un 44% de quienes habitan en pareja sin hijos. Una investigación realizada en Reino Unido sostiene que la soledad y el aislamiento social elevan hasta un 30% el riesgo de sufrir una cardiopatía isquémica o un ictus y precisamente son las enfermedades del sistema circulatorio las que encabezan las causas más habituales de defunción entre los mayores gallegos, con el 36,3% del total, seguidas de los tumores (25%) y dolencias del sistema respiratorio (11,7%).

La mayoría de los gallegos que han alcanzado los 66 años en Galicia son pensionistas. La Agencia Tributaria apunta que más de 534.000 se hallan en esta situación, frente a los casi 656.000 con 65 o más años que contabiliza el IGE en 2015. Sus pensiones, que suelen estar a la cola de España por importe (en febrero aparecían como las segundas más bajas, tras Extremadura), rondan los 14.290 euros al año entre los 66 y los 75 años y los 11.253 al pasar de esa edad, aunque son notables las diferencias entre hombres y mujeres. En el primer tramo ellos cobran de media más de 16.500 euros y ellas no llegan a los 11.600. En el segundo de los grupos de edad la situación se repite: 12.840 frente a 10.126.

También existe una brecha de género en el acceso a la enseñanza superior por la incorporación tardía de la mujer a la universidad. Los datos del IGE muestran que los gallegos de 65 o más años con educación superior son el 11,4%, porcentaje que se reduce a la mitad (5,4%) en el caso de las gallegas. Lo más común, con todo, en este grupo de población es que tenga al menos estudios primarios. Ocurre así en siete de cada diez casos y esta vez las mujeres toman la delantera (74,9% frente a 64,4%). Lo que sí permite constatar el informe "Indicadores de lonxevidade" del IGE, difundido ayer, es que la tasa de analfabetismo en Galicia es muy inferior a la del resto del Estado. Si en la comunidad el 1,7% de los varones y el 4,4% de las mujeres no saben leer ni escribir, en España esos porcentajes se duplican (hasta el 3,4 y el 7,7%, respectivamente).

Para poder interaccionar con las nuevas tecnologías es imprescindible la alfabetización, pero los datos del IGE demuestran que a los mayores (en este caso son datos de entre 65 y 74 años) se les resisten un poco ciertos dispositivos. Se nota que sí han asumido las ventajas, no solo para la interacción social, sino también para su salud y seguridad, de llevar un móvil encima (lo usa el 80,7% de los hombres y el 75,3% de las mujeres de esas edades), pero en lo que respecta al ordenador solo se ha animado a dar el paso el 34,8% del colectivo masculino, mientras que el femenino se queda a nueve puntos. En el uso de internet, las tornas están más igualadas: 28,4 frente a 27,7, si bien vuelve a manifestarse otra brecha de género notoria en el recurso al comercio electrónico: ellos lo usan el doble (11,6% frente a 6,4%).