Las asociaciones de la Confederación de las Asociacións de Nais e Pais de Alumnos (Anpas) Galegas rechazan la apertura de "comedores para pobres, sean escolares o no, sean para la infancia o para la madurez", al tiempo que exigen soluciones "integradas" y que la Administración dé cobertura a las necesidades "con rigor y seriedad".

En un comunicado, las Anpas gallegas integradas en esta confederación han reclamado que la Administración actúe "por medio de profesionales" y manteniendo "una visión a largo plazo" que pasa por el "cambio de modelo económico-social que se está soportando en estos últimos años".

"Estamos ante una situación de indiscutible crisis económica, en la que llevamos instalados más de seis años, y con un sistema político que está haciendo evolucionar el país hacia una cada vez mayor desigualdad", han denunciado, antes de constatar que resulta "evidente" que existe "urgencia" en el tratamiento de las necesidades sociales.

Con la convicción de que las necesidades que se están denunciando son consecuencia de que "las políticas económicas y sociales" de los actuales Gobiernos gallegos y español, estas asociaciones han remarcado que son las autoridades políticas las que deben proporcionar "todas las soluciones necesarias" a las "carencias económico-sociales" que existen en la ciudadanía.

Dichas soluciones, han continuado, deben estar articuladas por los servicios sociales, por los profesionales del sector, y tienen que enfocarse "de un modo integrado", tanto en lo que se refiere al traamiento de las familias en su conjunto, como en la cobertura "de todas las facetas de cada individuo".

"Respeto a la dignidad" de los individuos

Estas Anpas han defendido que cualquier respuesta que se dé al problema debe "tener muy presente" el respeto "a la dignidad de los individuos, a su privacidad e intimidad", con el argumento de que la atención a las necesidades básicas de la infancia debe formularse dentro "de un tratamiento integral de sus familias", que son su "lugar de abrigo y referencia, y su ámbito espacial y emocional".

"Es cierto que quien tiene hambre necesita comer, pero puede comer en un espacio socialmente protegido y familiarmente amable como puede ser la propia casa, con la seguridad de que todos los suyos están también comiendo, sin ser llevado a un lugar donde, de forma extemporánea, podrá ser juzgado, diferenciado, clasificado y, finalmente socialmente excluido", interpretan las asociaciones de padres, que rechazan "totalmente" este escenario.

A su juicio, las acciones que se adopten deben tener una proyección "a medio y largo plazo", ya que "no basta con alimentar a quien tiene hambre, sino que hay que trabajar para que no se vuelva a ver en esa situación".

"Este no es un problema educativo, es un problema social, y no son las Anpas las que deben facilitar ningún tipo de información al respecto, porque esta sería incompleta ya que carecemos de los datos precisos para hacer una diagnosis de conjunto", ha zanjado.