Una venta sospechosa, a ojos del magistrado José Antonio Vázquez Taín, propició el arranque de la operación "Caballo de Troya", que investiga presuntos delitos de insolvencia punible, blanqueo de capitales y contra la Hacienda Pública y que ha obligado a desfilar a una quincena de detenidos por el juzgado de instrucción número 2 de Santiago.

Los protagonistas del acuerdo comercial investigado son los establecimientos hoteleros ubicados en Galicia que pertenecían a la familia del empresario José Martínez Núñez hasta su adquisición por Ángel de Cabo -en prisión tras ser arrestado junto al expresidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán, por el caso Marsans- por tres euros. De Cabo es conocido como "el liquidador" . Supuestamente compraba empresas en crisis por precios irrisorios bajo la promesa de reflotarlas, pero su objetivo real sería, en connivencia con los antiguos dueños, vaciar y desviar a paraísos fiscales lo que queda en las firmas para luego repartirse el dinero entre los dos.

El emporio empresarial que José Martínez Núñez había logrado levantar en Castilla León con la constructora Teconsa -investigada en la trama Gürtel y también en manos de Ángel de Cabo- propició su desembarco en el sector hotelero en Galicia, desde el Gran Hotel de Lugo -lugar de paso obligado de presidentes del Gobierno, monarcas y famosos de toda índole cuando se dejaban caer por la provincia-, al San Martín, en Ourense. Completaría su incursión en el sector con un edificio de nueva planta, en la capital gallega.

Aunque José Martínez Núñez, hizo carrera en León, a donde se marchó con 16 años, optó en cambio por su tierra natal para constituir un grupo hotelero, la cadena GH, conformado por inmuebles -unas 400 habitaciones en total- que solo tenían en común las cuatro estrellas que recibieron de calificación.

Dentro del grupo hotelero destacaba el edificio más emblemático de Ourense. Durante casi cinco décadas, "A Torre" -así se le conoce porque ningún edificio le hace sombra en altura- ha estado vigilando los destinos de la capital ourensana y les recuerda a sus habitantes cómo en la época dorada de la emigración las remesas de la diáspora lograron levantar un emporio financiero, la Caja de Ahorros Provincial de Ourense, que transfirió simbólicamente al inmueble todo el poder de la institución.

El propio Manuel Fraga cuando era ministro de Turismo inauguró el inmueble acompañado por el presidente del consejo de administración de la entidad financiera ourensana, Antonio Ales Reinlein, marqués de Altagracia, que también se había ocupado, en calidad de arquitecto, de diseñar el edificio.

Los ourensanos siempre han visto A Torre -en la que el hotel ocupa diez plantas; el resto son viviendas pertenecientes a casi un centenar de propietarios y oficinas- como un "símbolo" de ese poderío económico, que rivalizaba en altura con las antiguas catedrales con sus 18 pisos y casi 80 metros. De hecho, el inmueble, que competía en la liga de postales de la ciudad en la misma división que monumentos de la envergadura de As Burgas, el Santo Cristo o el puente romano, está catalogado y protegido desde 2003 como edificio singular y, por tanto, su fachada no puede tocarse.

El edificio que los ourensanos consideran "histórico" acogió durante años una antena de quince metros de altura de RTVE que contribuía a ensalzar el conjunto. Lo que vertió más ríos de tinta -e indignación, se reunieron 10.000 firmas para evitarlo- fue la tentativa de Caixa Galicia de colocar un enorme letrero luminoso en la última planta.

El hotel de Lugo es un poco más "joven", ya que funciona desde finales de los setenta -aunque pasó por un sofisticado lifting que lo convirtió en un lujoso "spa" hace una década-. Muchos lucenses lo consideran "el hotel por excelencia" de la ciudad y la prueba es que por sus pasillos -separados solo por cinco minutos de paseo de la Muralla romana- han desfilado los Reyes de España, los Príncipes, presidentes del Gobierno "y todo cuanto famoso pasaba por Lugo", según explica un empleado.

Por el contrario, el Gran Hotel de Santiago, inaugurado en 2004, no puede presumir de solera, pero sí de diseño. Hay quien le llama el "hotel botánico", porque sus habitaciones dan a un gran patio con techos de cristal en las que habitan tres mil plantas.

Aunque supuestamente fue la situación de crisis la que llevó a Martínez Núñez a deshacerse de los tres hoteles, solo en el establecimiento de Lugo trascienden -en los otros dos locales impera la discreción- dificultades laborales y en el pago a proveedores. Según la CIG, el medio centenar de trabajadores con los que contaba el establecimiento se redujo, ya antes de entrar De Cabo, a unas 35 personas, a las que además se les adeudan algunas extras y parte de varios sueldos mensuales. La situación, señalan, es de "incertidumbre total" y ni siquiera está claro el futuro del hotel.