Cuando en 1987, fecha de estreno del Programa Erasmus, los universitarios más atrevidos cometieron la "locura", por aquel entonces, de cursar el último año de la carrera en otro país, en otro idioma (incluidos los exámenes y la evaluación final), nadie podía imaginarse que dos décadas después se unirían a esta aventura alumnos de Secundaria, con tan solo 15 años, o los de FP superior, un poco más crecidos, para practicar su oficio en una empresa del extranjero.

Ellos son "los otros Erasmus": estudiantes de ESO en plena adolescencia y alumnos que optaron por la Formación Profesional a punto de titularse, no sin antes darse un garbeo por la Unión Europea entre tres y diez meses de estancia. Casi 100 estudiantes de FP de 24 colegios gallegos y 20 de Educación Secundaria Obligatoria viajaron el pasado curso a Francia, Alemania, Finlandia, República Checa, Italia o Suecia. En total, unos 120 estudiantes de entre 15 y 22 años (de media) practicaron languages en diferentes puntos del viejo continente. Aunque lejos de los 1.800 Erasmus universitarios de las tres instituciones gallegas, sus hermanos pequeños ya superan el centenar y durante el actual año académico se irán 130 (otros 24 centros de FP están inscritos para su particular programa de movilidad) y en Secundaria pasan de 20 a 30 las plazas para estudiantes de Galicia.

"Daniela, Noemí y yo estuvimos en la ciudad alemana de Hofgeismar. Nuestras familias hablaban muy bien inglés y aprendimos muchísimo. ¿Lo más difícil? Perder la vergüenza, al principio, y a la comida también nos costó acostumbrarnos". Rebeca Llorente de 15 años y alumna en el IES de Chapela, compartió junto a sus dos compañeras clases y excursiones con alemanes, holandeses y franceses durante la estancia en el país germano el pasado mes de mayo. Fue su primera vez en el extranjero. De independientes, bajo la batuta de las familias de acogida y los profesores alemanes encargados del Programa Comenius allí. Este heredero del Erasmus, financiado en su mayor parte por la Agencia de Programas Educativos Europeos (APEE), es la herramienta para que los de Secundaria se muevan por la UE: "una experiencia de aprendizaje". En los institutos, que parte de los alumnos puedan disfrutar de una "salida Comenius a otro país" depende de un arduo trabajo previo por parte de los alumnos pero, sobre todo, de los profesores. Al menos dos años antes, se integran en una experiencia común con institutos de otros países, en el caso del IES de Chapela con Alemania, Francia y Holanda, y preparan vía internet, fundamentalmente, un proyecto conjunto (sobre medio ambiente, cultura, gastronomía o cualquier temática educativa que elijan). Una vez madurado, los "enviados" Comenius exponen los trabajos en otro país y empiezan los turnos de intercambio de alumnado y profesorado entre los institutos y Estados participantes.

Antes de Alemania otros alumnos del mismo colegio vivieron una experiencia similar en Montagiu, cerca de Nantes. "Lo más satisfactorio es comprobar que, en tan poco tiempo, y siendo tan pequeñas, vienen hablando francés. Avanzan un montón. Se sueltan. Y solo eso ya vale la pena por todo el esfuerzo que tenemos que hacer para estar en este programa", explica la profesora de francés y encargada del proyecto en el IES de Chapela, María José Fraga. Es que son los propios profesores de cada instituto que se embarcan en esta aventura los que se encargan de los trámites administrativos, el desarrollo del programa y prácticas en el aula con el grupo de alumnos para desarrollar el proyecto obligatorio y hasta de buscar las familias de acogida cuando toca estancia fuera. Además, cuando vienen aquí los de otros países, justo como ocurrió en noviembre que vinieron a Vigo estudiantes alemanes, franceses y holandeses, también hay que gestionar los padres adoptivos de aquí dispuestos a albergar por semanas o meses a los "Comenius" . "Sobre todo se dan cuenta de que tienen que seguir estudiando idiomas y a esas edades es fundamental", añade Fraga. Lara García, también de L´Ies de Chapela, à la française, se fue al país galo el curso pasado. "Fue súper interesante. Aprendí a relacionarme con gente de otros países", frase con la que ella resume su experiencia en Montaigu, y que bien podría ser uno de los lemas de la filosofía Erasmus del humanista icono de dicho programa: Erasmo de Rotterdam. "Usan el queso para casi todos los platos y a mi, personalmente, no me gusta mucho. Por las tardes nos juntábamos todos los franceses, alemanes, holandeses y españoles", cuenta Lara. Rebeca recuerda la moto en la que la llevaba "su padre de adopción" alemán, la excursión a Kassel y la Torre de Hércules, en este caso, del país germano. "La verdad es que perfeccioné muchísimo mi inglés", apunta.

Este curso se irán 30 alumnos del IES Monte Castelo, del Félix Muriel, Nosa Señora dos Ollos Grandes, Monelos, Breamo, Terra de Xallas y A Sangriña, según la asesora técnica del Organismo Autónomo de Programas Educativos Europeos, María José Montero. ¿A qué países?: República Checa, Polonia, Suecia, Finlandia, Letonia, Francia y Dinamarca. "El curso pasado, se emplearon unos 56.000 euros para cubrir los gastos de los alumnos gallegos. Por cada estudiante se paga el viaje de ida y vuelta, una asignación mensual de unos 150 euros para material, 120 euros para formación lingüística (una sola vez), 150 euros para el centro de envío, 500 para el centro de acogida y un seguro europeo", explica Montero.