La reducción de la factura farmacéutica centró gran parte del esfuerzo de los facultativos gallegos ya en 2010. El Sergas fijó como uno de los retos de los doctores en el acuerdo de gestión del año pasado prescribir un 20% de medicamentos genéricos (del total de recetas) y un 10% por principio activo.

Era la antesala de un catálogo de medicamentos, ahora paralizado, que la Xunta aplicó, entrando en vigor en enero, para financiar solo los medicamentos más baratos, en su mayoría genéricos. Pero el año pasado todavía no era una obligación para los facultativos limitar la prescripción a medicamentos genéricos. Era un objetivo que luego se convertiría en obligación. "Hubo facultativos que no alcanzaron los porcentajes de prescripción exigidos por la Consellería de Sanidade. ¿Por qué? Porque entre los genéricos también hay distintas calidades y nosotros estábamos intentando buscar los más eficientes. La resistencia del paciente a cambiar de medicamento o tratamiento y el análisis de las moléculas e incluso los excipientes en cada medicina eran factores en contra para aumentar la prescripción de fármacos, que en muchos casos se solventaron y en otros no", explican fuentes del colectivo médico, quienes añaden que el cumplimiento de objetivos pasó del 85% en años anteriores a un 65% en 2010. "La incorporación de fórmulas más asequibles siempre es buena pero hay que ir controlando los efectos", añaden. Este año, además de limitar al 1,5% los fármacos nuevos en el mercado en los últimos dos años, la prescripción electrónica es otro de los indicadores del plus de productividad. Tras la anulación del catálogo, el sistema informático no se actualizó, de modo que los más caros se recetan ahora en papel. En definitiva, a mayor receta electrónica, mayor ahorro.