Aunque hubo alfombra roja para que desfilaran los 500 compromisarios y los invitados al cónclave socialista, no hubo grandes estrellas. Nadie deslumbró ni entusiasmó demasiado, al menos hasta que apareció la sorpresa de la tarde: Pablo García, el secretario de Organización propuesto por Pachi Vázquez para dirigir PSdeG. Entonces estallaron los flashes, los curiosos rodearon al anónimo sindicalista y el aún candidato a secretario xeral del PSdeG se fundió en un abrazo con su joven apadrinado.

Pero fueron los delegados los auténticos protagonistas en un PSdeG-PSOE que quedó descabezado tras las elecciones de marzo y que, tal y como describió el propio presidente de la gestora, Ricardo Varela, necesitaba “ponerse en pie después de la caída”. Manuel Pachi Vázquez, el ganador, llevaba los deberes hechos y llegó tranquilo al congreso y sin aspavientos. La emoción la puso Gonzalo Caballero, el otro aspirante, que apuró hasta el último segundo para reunir los avales necesarios para formalizar su candidatura. Sus seguidores pusieron toda la carne en el asador. “Hay que darle un poco de emoción al congreso”, argumentaban. Consiguieron reunir las firmas que creyeron le serían suficientes. Sin embargo, la mesa electoral anuló algunos de sus avales y Gonzalo Caballero se quedó a las puertas de optar a la Secretaría Xeral. La emoción apenas duró unos minutos.

Otros notables, sin embargo, ni siquiera cruzaron el umbral, como Emilio Pérez Touriño. Aunque pocos pensaban que asistiría, la duda quedó rápidamente despejada. Así se perdió las palabras iniciales del congreso dedicadas a su trabajo.

La ex conselleira de Política Territorial, María José Caride, sí apareció, aunque con retraso. Su estrella, que en el último congreso brillaba, ayer se apagó. Paradójicamente, la joven conselleira quedó sepultada por este llamado proceso renovador.