Muchos de los mensajes electorales que se escucharán en los próximos tres meses irán dirigidos al otro lado del Atlántico con el objetivo de llegar a esa importante representación de la Galicia exterior que, cada vez que se convoca a las urnas, cobra una importancia capital, tanto por su número -334.087 personas en noviembre- como por su peso en el electorado gallego. La primera llamada se la dedicó ayer el propio presidente de la Xunta, que descartó que el voto emigrante vaya a alterar el resultado de las elecciones cambiando el signo de alguno de los escaños en el último minuto. De hecho, nunca ha sido así.

El voto emigrante no ha sido decisivo en ninguna de las siete elecciones autonómicas que se han vivido Galicia, ni siquiera en las de 2005, una de las citas más reñidas y en las que el PP mantuvo hasta el último momento la esperanza de poder arañar el escaño número 22 en la provincia de Pontevedra que le habría garantizado su quinta mayoría absoluta. Sin embargo, los partidos parecen no fiarse de la historia y todos coinciden en reservar tiempo y esfuerzos en sus campañas para cuidar a esta parte del electorado. Y es que de los más de 2,6 millones de gallegos llamados a las urnas el próximo 1 de marzo, el 14,5% reside fuera de la comunidad. Un porcentaje demasiado importante para ignorarlo.

Los votantes del exterior, de hecho, han sido uno de los protagonistas involuntarios del año preelectoral, durante el que los tres grandes partidos gallegos consiguieron aparcar sus diferencias para sacar adelante una propuesta en el Parlamento para modificar el sistema de votación de los emigrantes. Las sombras que arroja el actual procedimiento -que envía la papeleta sin necesidad de solicitarla a todos los censados y deja en manos del personal de Correos la verificación de la identidad del votante- han permitido en el pasado manipulaciones y errores.

Iniciativa frustrada

La propuesta para reformar el voto emigrante aprobada este verano por la Cámara gallega, sin embargo, quedó bloqueada nada más llegar al Congreso, el único que puede impulsar la reforma electoral necesaria para que los españoles residentes en el exterior puedan votar con las mismas garantías y en las mismas condiciones que los que residen en el país. Desvelada ya la fecha de los comicios gallegos y atascada desde hace un mes la comisión que se ocupa en Madrid de analizar la posible reforma de la ley electoral, parece evidente que no habrá ningún cambio antes de las autonómicas gallegas y que el próximo 1 de marzo la diáspora no tendrá más elección que volver a votar por correo.

El número de emigrantes inscritos en el CERA ha experimentado un crecimiento continuo, especialmente desde el año 1995. La cifra de emigrantes gallegos censados se multiplicó por siete desde 1990.