El fiscal de la Audiencia Nacional Pedro Rubira elevó ayer a definitiva su petición de 21 años de cárcel para el etarra Karmelo Laucirica Orive, al que acusa de colocar el 21 de agosto del año 2004 una bomba en la localidad pontevedresa de Baiona, en el Puerto Náutico, que causó lesiones a un vecino del municipio. En diciembre del pasado año, la Audiencia Nacional ya había condenado a Laucirica a otros 50 años de prisión por la explosión, el 6 de diciembre de 2004, de cuatro bombas en Valladolid, Cantabria, León y Ávila.

Durante el juicio, celebrado en la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el etarra se limitó a negar la legitimidad del tribunal, al que calificó como "un circo", y manifestó -usando en todo momento la lengua castellana- su orgullo de pertenecer a la organización terrorista ETA.

El fiscal considera a Karmelo Laucirica como autor de un delito de lesiones terroristas (10 años de cárcel), otro de fabricación y colocación de artefactos explosivos (ocho años) y otro delito de estragos terroristas (tres años), lo que en total suma los 21 años de petición de cárcel.

El representante del Ministerio Público considera probado que Laucirica confeccionó un artefacto explosivo compuesto por entre medio y un kilogramo de amonal y lo colocó en un contenedor de basura situado en el número 1 de la avenida Monterreal, situada en el Puerto Náutico de Baiona.

Como consecuencia de la explosión, Ramón Rodríguez Carballo sufrió un esguince de muñeca y la ruptura de un tendón del hombro izquierdo, lo que le obligó a recibir tratamiento médico durante sesenta días y le provocó secuelas en esta articulación.

Ese mismo día, el 21 de agosto, ETA hizo explosionar otra bomba en el Club Náutico de Sanxenxo (Pontevedra). El artefacto había sido introducido en un contenedor de vidrio y con la deflagración, dos personas resultaron heridas de levedad.

Las bombas colocadas ese verano en Galicia, ambas de baja potencia, fueron precedidas de otros atentados perpetrados por ETA en Asturias y Cantabria y que en su momento fueron interpretadas por la Fuerzas de Seguridad como la campaña habitual que contra el turismo llevaba a cabo la banda terrorista. La novedad, sin embargo, fue que mientras en años anteriores las bombas eran colocadas en a costa mediterránea, en 2004 se intentó atentar contra los intereses turísticos de la cornisa cantábrica y del Atlántico.

Con este objetivo, ETA eligió dos de las localidades que más reclamo turístico tienen en Galicia, como son Baiona y Sanxenxo, mientras que en Asturias y en Cantabria la banda terrorista hizo estallar artefactos explosivos, todos similares y de baja potencia, en Ribadesella, San Vicente de la Barquera, Santander, Gijón y Llanes.