Los alumnos que se pierdan clases, bien porque están enfermos o bien porque prefieran en cierto momento estar en la cafetería que en el aula, no tendrán que ir por las esquinas desesperados buscando a alguien que les deje los apuntes. Si su profesor así lo quiere, puede grabar cada uno de los movimientos que haga en la pizarra de clase y pasarle el archivo. Eso es posible porque las pizarras que vendrán son como grandes pantallas de ordenador en las que cualquier operación se puede hacer con una simple mano o con un lápiz óptico.

Numerosos docentes de la Universidade de Santiago (a la de Vigo le tocará hoy) asistieron ayer a la presentación de esta herramienta, un avance de cómo serán las aulas en el futuro, cuando tengan que adaptarse a las exigencias del Espacio Europeo de Educación Superior. La firma invitada para presentar soluciones tecnológicas que permitan garantizar la accesibilidad y la movilidad de los alumnos que exige el Plan de Bolonia fue Pronor Ingenieros.

La pizarra digital interactiva permite no sólo escribir y dibujar como lo haría cualquiera sobre una convencional, sino también que lo que se escribe en un aula pueda aparecer a miles de kilómetros de distancia en otra clase (u otras) con el mismo sistema e interaccionar entre ellas; que un profesor plantee un problema en el "encerado" y que cree dos subespacios para que dos alumnos diferentes puedan resolverlo al mismo tiempo o que el tutor use cualquier otra aplicación propia de ordenadores, como abrir una presentación o un vídeo, sobre los que podrá actuar sin afectar a los originales.

No obstante, la pizarra, cuya superficie está a prueba de golpes y de rasguños y que incluye un software libre de fácil manejo, no es la única novedad. Para facilitar la participación de los alumnos, Pronor ha desarrollado un sistema de votación electrónica que permite al profesor hacer las pruebas que crea necesarias de una forma "dinámica y lúdica" para ver si los estudiantes han asimilado la lección.