Manuel Isorna, Doctor en Psicología

“Los hijos usan las redes para no sentirse solos”

Manuel Isorna alerta sobre el riesgo de que el estado emocional de los adolescentes descanse en el número de ‘likes’ que reciben

Mar Mato

Mar Mato

“El 44% de los adolescentes usa las redes sociales para no sentirse solo”, ya que aunque viven en su casa con gente sienten soledad, indicó ayer Manuel Isorna en su conferencia en el Foro de Educación. Tras este dato, preguntó: “¿cuándo se sienten bien estos chicos y chicas? Cuidado con esto, porque si el estado emocional de mi hija depende de los likes que recibe, ¿en manos de quién pongo su salud mental?¿Nadie se da cuenta de esta barbaridad? Solo se van a sentir bien cuando reciban un like o me gusta”.

Para entender el riesgo que se encierra en ello, reflexionó que si ayer recibió 25 likes (me gusta), hoy querrá tener 50 y pasado “¿qué hará para obtener 75?”. “Estamos metiendo el lobo con piel de cordero en la habitación”, advirtió.

“El 58% de los adolescentes llevan el móvil a la habitación por la noche”

Con el fin de concienciar de que es un problema masivo entre los más jóvenes recordó que “todos o casi todos los días el 58% de los adolescentes dice que lleva el móvil a la habitación por la noche. El 21,6% se conecta todos los días después de la medianoche. No imagináis la importancia que tiene este dato. Simplemente controlando la cantidad de problemas que nos evitaríamos”, advirtió Isorna, quien comentó irónicamente que utilizan el terminal “como despertador”.

Al no haber control parental en el uso del móvil, comparten contenido sexual suyo con gente conocida o incluso extraña. El 12% de las chicas reconoce haberlo hecho y el 15% de los chicos. Como consecuencia, el 27% asegura haber sentido inseguridad o inquietud mientras navegaba por internet; uno de cada cuatro adolescentes reconoció haber sentido miedo e incluso rechazo (casi el 20%).

Por supuesto se fijó en el chantaje que reciben de publicar o difundir fotos o vídeos suyos de carácter erótico o sexual: más del 3%. “Calculad cuántas chicas suponen en vuestros institutos. Es un número importante”, subrayó.

“Estamos metiendo al lobo con piel de cordero en los cuartos”

Estas amenazas se traducen en irritabilidad, preocupación y bajada del rendimiento escolar, así como irritabilidad e incluso ansiedad que los profesionales de la medicina buscan atajar con medicación. Frente a esto, Isorna propuso que toda la familia deje el móvil fuera de sus habitaciones de noche, que haya control parental en el acceso a determinados contenidos, que se hable con los jóvenes de los riesgos, que haya más comunicación sobre sus inquietudes, problemas y deseos...

En este punto, planteó al auditorio la pregunta de si nos sentíamos queridos y qué importancia le dábamos a esto. Para él es clave, ya que, reflexionó, que cada vez hay menos contacto visual o de piel entre las parejas (a medida que avanzan los años juntos), pero también entre progenitores e hijos, escaseando incluso los abrazos, de los que se deberían dar cerca de una decena al día.

Como consecuencia de la falta de comunicación (cada vez se reduce el tiempo de comunicación entre padres e hijos, entre la pareja) y de cariño, los niños y adolescentes “se sienten solos”, advirtió. “Viven con nosotros pero no conviven”, recalcó para incidir en que intentan buscar fuera (en internet) lo que no encuentran en casa.

A este respecto, explicó que en las familias se tiene miedo de los depredadores sexuales a la puerta del colegio o del supermercado, pero no se ve el riesgo de que haya pederastas en la red.

Respecto a las tácticas de los menores para convencer a los padres en la libertad de uso del móvil, indicó que madres y padres han de ser firmes en establecer normas y que no deben ceder. Para ello, es preciso cultivar la educación asertiva con normas claras y adecuadas a la edad, el uso razonable de premios y castigos, el refuerzo verbal positivo (alabar en justa consideración lo que han hecho bien y no estar siempre criticándolos por lo que han hecho mal), estimular su independencia y autonomía; así como emplear la negociación y el diálogo.

Añadió que la vida es complicada y así hay que transmitirlo a los hijos, sin apuntar que la suerte sea el principal condicionante. De esta manera, se prima la cultura del esfuerzo pero haciéndoles ver que va a haber altibajos que deben afrontar para seguir adelante sin que la frustración los domine.

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La intervención de Manuel Isorna ayer en el Foro de Educación se caracterizó por el humor e ironía con los que fue desgranando consejos y opiniones en los que siempre latía la verdad. Una de las más, aparentemente, sorprendentes fue que “el supermercado es la primera universidad de la vida”.

Con esta declaración hizo referencia a que dejar a los preadolescentes comprar solos en la tienda es un ejercicio de independencia y autonomía necesario en el que aplican conocimientos matemáticos y del entorno, entre otros.

Desde su punto de vista, los padres y madres no deberían temer tanto por que sus hijos hiciesen solos la compra. A partir de los diez años o doce, dependiendo del escolar, podría realizar la compra en el supermercado.

Así, con dinero en metálico en la mano, podría decidir qué comprar, atendiendo al precio así como a las características nutritivas del producto, aprendiendo lo que son las grasas trans, los índices de azúcar...

Isorna añadió que “la segunda universidad es la actividad física”, porque al practicar un deporte en equipo se aprende a trabajar en grupo, a mejorar la resistencia a la frustración, ganar en superación, mejorar en la resolución de conflictos o ayudar a los iguales.