Doctor en Psicología y profesor de la UVigo, Manuel Isorna Folgar atesora una larga trayectoria en prevención de drogodependencias y trabajo con adolescentes, una labor que le ha valido reconocimientos de la talla del Premio Reina Sofía. El sábado 7 de octubre desembarcará en el VII Foro FARO EDUCA para desarrollar la ponencia “Hijos adolescentes: padres/madres confundidos. La importancia de los estilos educativos”.
–¿Estamos más tristes que hace 40 años?
–Depende, cada época tiene sus propias características. Vivimos en una situación socio-económica envidiable con respecto a la de hace cuatro décadas, pero hay cosas que debemos mejorar a nivel educativo y sobre todo a nivel de promoción y prevención de la salud mental.
– Quizás analizar de dónde partimos puede ayudarnos a responder: ¿Vamos por buen camino o urge hacer cambios?
“Ya es un slogan: el problema son los padres. La simbiosis familia - escuela debe volver”
– Cuando yo estaba en la facultad, el suicidio practicamente ni se abordaba. Cuando ves que en Galicia se quita la vida una persona al día, que se suicida más gente que personas mueren en accidentes de tráfico, o la cantidad de psicofármacos que se están consumiendo en España, con la tasa más alta de Europa… Eso sí que es preocupante; sí hay muchas cosas que se pueden hacer mejor y desde luego que al menos una parte puede cambiarse desde la educación, pero no todo. Hay medidas que son estratégicas y las directrices dependen exclusivamente del ámbito político, principalmente las de salud pública.
– Vayamos ahí, a la base. Titula su charla “padres y madres confundidos”, ¿qué es lo que tiene a las familias “confundidas”?; ¿es más difícil educar hoy que ayer?
“Sin cantidad no hay calidad porque necesitas tiempo para que surja la confianza”
–Lo que percibimos es que hace 30-40 años era relativamente más fácil educar, primero porque había una confluencia entre sistema educativo y familia; y, en segundo, por la propia estructura familiar.
– ¿Falta comunicación entre escuela y familia?
“Claro que puedes controlar las RRSS, pero con leyes que entiendan de qué va la educación”
– Hoy las familias creemos saber más que los profesores y los profesores no quieren saber nada de nosotros. Te lo dicen ellos, se ha convertido en un slogan: “el problema son los padres”. La simbiosis entre familia y sistema educativo tiene que estar ahí.
– ¿A qué se atribuye este cambio de esquema?
–La primera insensatez que escuché fue que los padres y las madres debían ser amigos de sus hijos. Este estilo educativo se convirtió en tendencia hace 15-20 años sin entender en absoluto las características del neurodesarrollo y neuropsicológicas de un niño.Ponerte a la altura del niño, sin normas ni límites, implica dejarle huérfano en términos prácticos, les vuelve déspotas y sin capacidad para enfrentarse a la frustración de la vida diaria. Se crean personalidades de cristal y de ahí vienen muchos de los trastornos del estado de ánimo que vemos hoy.
– ¿Sigue siendo la tendencia predominante?
–Sí, y además hoy hay que añadir algo muy importante: la desestructuración familiar. Un núcleo compuesto por madre, padre, abuelos y hermanos permitía interiorizar conceptos como el “compartir” y el “organizar la vida” en familia. Si un solo niño tiene ocho ojos puestos únicamente en él se vuelve egocéntrico, es normal que se crea el centro del mundo. No digo que el estilo autoritario de antes fuese mejor porque no es así, pero tampoco tiene sentido todo lo contrario.
–¿Cuál es entonces el “mejor” estilo educativo?
–Esto es de lo que vamos a hablar en el foro. Educar es muy complejo, pero lo que sabemos es que el estilo que mejor está funcionando es el asertivo, en el que el niño va adquiriendo responsabilidades según crece en edad.Lo que no puede ser es que un adolescente no sepa cuánto cuesta un kilo de carne, cuánto se paga de electricidad, o poner una lavadora. Luego cuando les toca enfrentarse a la vida tienen que asumirlo todo de golpe y ahí aparecen el estrés y la ansiedad.
– Y, aún así, una buena educación en casa no basta por sí sola...
–En ningún colegio se permiten el bullying o la violencia sexual del porno, pero están: lo aprenden por otras vías. La tribu es clave y ejerce un efecto de contra educación, con desafíos que muchos padres ni siquiera conocen. Por eso, no puede haber una dejación de funciones por nuestra parte: tenemos que saber hasta qué punto la exposición a determinados mensajes cambia la salud mental de nuestros hijos, con quienes van, en qué RRSS están, cuáles son sus valores...
– ¿Cuáles son esos desafíos?
– La presión para que nuestros jóvenes crean que a base de consumir serán más felices es enorme, las influencers les remiten modelos irreales. Los estudios lo muestran: a mayor exposición en RRSS, mayores problemas de salud mental. Por otro lado, está el consumo de drogas, que sigue siendo altísimo.
– ¿Parece complicado que una familia pueda controlar por sí misma un fenómeno social como las RRSS sin aislar a sus hijos?
– Claro que se puede controlar, pero para eso necesitamos leyes que entiendan de qué va la educación. Algunos llevamos años solicitando que los menores necesiten un permiso de sus padres para estar en RRSS, al igual que ocurre para abrir una cuenta bancaria o firmar un contrato. Las RRSS no son un tema baladí o inocuo, pero por ahora gana la industria.
– El consumo de drogas sí va a menos.
– Es verdad que ha descendido desde el confinamiento, pero el problema es que venimos de niveles tan altos que… Además, se reducen unas, pero aumentan otras como el cannabis o el vapeo.
– ¿Cómo lo prevenimos?
– El modelo que se ha probado más eficaz es el que están implantando en Islandia y que pasa por pasar mucho tiempo con nuestros hijos y limitar la publicidad directa e indirecta. Ahora se dice mucho eso de “tiempo de calidad más que cantidad”, pero la calidad llega con la cantidad porque necesitas tiempo para que surja la confianza. Por otro lado, es determinante que nuestros jóvenes realicen actividades deportivas y culturales todos los días: estás en el grupo, generas endorfina, te encuentras mucho mejor.
– Pues no, no parece fácil educar.
– Nadie nos forma para eso y una cosa es la teoría y otra la práctica. Por eso son tan importantes las escuelas de familia. En muchos sitios han dejado de hacerse por falta de asistencia, pero tienen que mantenerse cueste lo que cueste.