Creadora de los exitosos proyectos “Play Fun Learning” y “Cerebro y Juego”, la licenciada en Pedagogía, graduada en Educación Primaria y especialista en Neuroeducación María Couso desembarcará los próximos 16 y 17 de septiembre en el VI Foro de Educación FARO EDUCA para compartir con las familias y la comunidad docente “El impacto de las pantallas en el desarrollo cognitivo de nuestros niños y niñas”. Todo ello, introduce, con una base plenamente “neurocientífica” y, por tanto, “objetiva y fiable”. Por ahí empezamos: 

– ¿ “La neuroeducación será a la educación lo que la biología a la medicina” ? 

–Efectivamente. Si para ser médico necesitas saber de biología; para dedicarte al ámbito educativo, tienes que saber cómo interacciona el cerebro en cualquier proceso de aprendizaje. Es la base sobre la que debe sustentarse algo tan importante como la educación. No se puede enseñar si no se sabe cómo se aprende.


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– ¿Qué nos dice sobre las consecuencias cognitivas del uso de tecnología en los primeros años de vida?  

– Es llamativa la confrontación entre las recomendaciones que llegan, ya no solo del campo de la neuroeducación, sino de la propia salud pública, por un lado, y las normas/leyes educativas nacionales y autonómicas, por el otro. Se está asociando digitalización e innovación en nuestros centros como si fuesen sinónimos cuando, no solo no lo son, sino que, además, entidades como la OMS o la AAP (American Academy of Pediatrics) insisten en la importancia de una ausencia total de pantallas de los 0 a los 2 años; y de las pantallas móviles de los 2 a los 6. 

“La OMS y 
la AAP insisten 
en la importancia de una ausencia total de pantallas de los 0 a los 2 años; y de pantallas móviles de los 2 a los 6. Merece la pena nadar a contracorriente”

– Pero las familias sí podrían pensar que la tecnología es clave para el desarrollo de sus hijos en un mundo en el que, de hecho, es la gran protagonista. Esa idea de “Nativos Digitales…” 

–El término Nativo Digital es una invención social porque el cerebro de un recién nacido hoy y el de uno de hace 50.000 años es el mismo tanto a nivel tanto morfológico como funcional. Entonces, ¿qué es lo que le hace creer a un padre que su hijo necesita una pantalla para desarrollarse? Las diferentes corrientes sociales nos llevan a todos a pensar en ello, pero se ha demostrado que la tecnología en los primeros años de vida sesga nuestra percepción de la realidad porque el ser humano necesita de un intermediario para entenderla.

El término Nativo Digital es una invención social porque el cerebro de un recién nacido hoy y el de uno de hace 50.000 años es el mismo tanto a nivel tanto morfológico como funcional

– ¿Qué hay de la capacidad de atención? 

– A nivel generacional, se están viendo mayores dificultades tanto para focalizar la atención como para mantenerla en el tiempo. La infancia representa un momento sensible para trabajarla y las pantallas anulan la capacidad reflexiva de esta herramienta biológica por el vertiginoso ritmo con el que se suceden las secuencias de imágenes. Una exposición reiterada a pantallas a edades tempranas mermará, ya no solo la capacidad de atención del niño en ese momento, sino la posibilidad de desarrollarla en su plenitud a largo plazo.

"Un estudio de la universidad de Michigan evaluó la evolución de la capacidad empática de los jóvenes desde el 79 hasta el 2009 para concluir que se redujo en un 40%. La tecnología no transmite sensibilidad porque no es su objetivo"

– ¿Está la tecnología creando realmente analfabetos emocionales? 

– Un ejemplo típico es el del supermercado: estamos comprando y el niño tiene una rabieta y empieza a llorar. En nuestro deseo de contención, le damos el teléfono y conseguimos que se calme. Esto es muy contraproducente: no debemos usar los dispositivos tecnológicos para acompañar ningún periodo de exaltación de la emoción en nuestros hijos. Tienen que aprender a gestionarla descendiendo su intensidad progresivamente porque, de lo contrario, tendrán umbrales de frustración muy bajos en el futuro. 

– ¿Puede extrapolarse todo esto a niños más mayores y a adolescentes? 

– Por supuesto. La necesidad de estar en grupo es una característica inherente a la adolescencia y, en una sociedad cada vez más individualista, también más aislada a raíz de la pandemia, buscan suplir sus necesidades a través de la tecnología, una herramienta que no transmite sensibilidad porque no es su objetivo. 

Un estudio longitudinal de la universidad de Michigan elaborado con una muestra amplia de 14.000 personas, evaluaba la evolución de la capacidad empática de los jóvenes desde el año 79 hasta el 2009 para concluir que, en este marco temporal, llegó a reducirse en un 40%. Eso es mucho porcentaje.

– ¿Funciona la tecnología como elemento de motivación?  

– Sí, esto es innegable, pero la pregunta que deberíamos hacernos como sociedad no es cuánto lo hace, sino cómo lo hace. Los motivos jamás se suman, sino que compiten entre sí y: entre una motivación externa, como la tecnología, y una interna, esa que nace de nosotros mismos, acaba ganando siempre la primera. 

En el desarrollo de un niño, la motivación intrínseca llega biológicamente de forma tardía, entre los 11 y los 13 años de vida. Hasta entonces, ¿qué puedo hacer? Pues poner el menor número de piedras posibles en el camino. Es decir: si quieres que crezca una motivación intrínseca de forma natural en tu hija o hijo, emplea el mínimo de motivaciones externas hasta que esta se desarrolle. 

– Si solo pudiese enviarle un mensaje a un padre en este sentido, ¿qué le diría? 

– El desarrollo cognitivo de vuestros hijos parte en un porcentaje muy alto del ambiente en el que este se desarrolla. Las investigaciones señalan la necesidad de retrasar lo máximo posible la introducción de pantallas en la vida de nuestros hijos así que, en cierto modo, tenéis la sartén por el mango. 

–¿La tienen realmente? En un mundo eminentemente tecnológico, ¿son las familias libres a la hora de decidir criar a sus hijos sin pantallas? 

–Es cierto que hoy en día las pantallas están en todas partes — de hecho, en las tiendas de puericultura vemos como hay soportes móviles hasta para los capazos— y que nadar a contracorriente es muy difícil, pero creo que merece la pena que tratemos de abstraemos, nos informemos y, en consecuencia, tomemos también mejores decisiones.


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