A Debate

Summer lost:
¿deberían abrir
los colegios en verano?

La lucha contra las desigualdades en el aprendizaje pasa más por ofrecer vías para el ocio educativo que por reducir las vacaciones

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María Bueno

María Bueno

La pérdida de oportunidades de aprendizaje durante el verano que sufren los niños y adolescentes de entornos más desfavorecidos puede llegar a provocar una regresión equivalente a 2 o 3 meses de escolarización cada verano. 

Por efecto acumulativo, estos datos podrían traducirse en la friolera de hasta tres años de diferencia al final de la educación primaria.

Sorprende la rotundidad de los datos recogidos por la catalana Fundación Bofill para explicar la brecha de aprendizajes (Summer lost) que se produce entre los alumnos más desfavorecidos durante las vacaciones de verano, una época en la que desaparece el soporte de la educación formal y que podría estar socavando el poder de la escuela como herramienta de generación de igualdad de oportunidades. 

“No todo el mundo puede disfrutar del tiempo de ocio con los mismos recursos. Durante todo el año, pero sobre todo cuando el sistema formal está cerrado, las diferencias socio-económicas crean diferencias amplias en la etapa infanto-juvenil”, confirma en esta línea la profesora de la USC Esther Oliveira. 

¿Qué conclusiones podemos extraer entonces hasta aquí?, ¿tienen los niños demasiadas vacaciones?, ¿hay que aumentar los días del calendario escolar para acabar con la inequidad? En la respuesta a estas preguntas, mucho más complejas que como aquí las esbozamos a vuela pluma, entran en juego un gran número de factores que van más allá de la propia igualdad de oportunidades: desde la concepción misma de la conciliación familiar hasta las implicaciones del propio proceso de aprendizaje, y no parece haber consenso entre las entidades de la comunidad educativa.

Con todo y con eso — y en lo que a igualdad de oportunidades educativas se refiere — voces como la de Inés Salterio, directora de la plataforma Organizacións de Infancia de Galicia (POIG), constatan que, por un lado, “la educación y los aprendizajes están lejos de limitarse al ámbito formal y que las actividades de ocio y tiempo libre son fundamentales para el desarrollo de los niños y las niñas”; y, por el otro, que es “muy importante que garanticemos el derecho al descanso y al esparcimiento recogido en la convención de los derechos del niño”, algo que éstos, por cierto, demandan cada vez más cuando se les pregunta.

Estas dos ideas unidas nos llevan a mirar más allá de la escuela y nos abren la puerta a un amplio abanico de oportunidades para trabajar fuera del rango de acción de los colegios: nos referimos aquí desde las actividades de refuerzo o los programas de idiomas hasta el tiempo de ocio de calidad como el que proponen los campamentos de verano públicos. 

Algo en lo que coincide la catedrática Esther Oliveira, que apunta cómo “las organizaciones públicas han de ser capaces de ofrecer una alternativa lúdico-educativa y de espacios enriquecedores para el ocio de la infancia y adolescencia, que permita reducir las discriminaciones y hacer más pequeño el arco de diferencias”. 

Modelo 360 grados

En este contexto, Salterio nos remite al modelo 360 grados, que empezó en Cataluña y se ha ido extendiendo a otras comunidades autónomas para convertir el derecho a aprender, también fuera de la escuela, en política pública.  

Habla así de una educación conectada que, a partir del trabajo conjunto de la comunidad (colegios, ayuntamientos, entidades deportivas y culturales, centros de scout o similares…), ofrezcan propuestas de ocio educativo a todos los niños, avanzando en la equidad. 

Y es aquí, opina Salterio, donde sí podría tener sentido que la escuela, asociada tradicionalmente a la educación formal, cediese sus espacios e instalaciones como también lo hacen polideportivos o parques, pero con la vista puesta en actividades informales y cada vez más inclusivas. 

De otro modo, parece claro que la lucha contra las desigualdades en el aprendizaje no pasa tanto por reducir las vacaciones escolares de verano como por ofrecer una alternativa de ocio educativo a todos los niños y niñas y tipos de familias.