¡Allá van con el balón en los pies!

Las canchas de los colegios se vuelven poco a poco más igualitarias: "Aún queda mucho por hacer a nivel social, pero las niñas ya no se sienten "bichos raros" con una pelota en sus zapatos"

Claudia, Victoria, Adriana y Sofía, jugadoras en los equipos mixtos del colegio Apóstol.

Claudia, Victoria, Adriana y Sofía, jugadoras en los equipos mixtos del colegio Apóstol. / MARTA G. BREA

El patio del colegio. El lugar perfecto para intercambiar meriendas, fraguar amistades eternas y, para gran parte del alumnado, conocer la pasión por el fútbol. Es el protagonista indiscutible de los recreos y las liguillas, dentro y fuera del horario escolar.

Sin embargo, como en muchos otros lugares, este pasatiempo ha estado marcado por etiquetas de género, convertido en el “deporte de chicos” que dominaba el campo. Las niñas, mientras tanto, seguían relegadas a las gradas o a juegos “menos intensos”.

Pero poco a poco. el mantra de “solo para chicos” está siendo reemplazado por un grito unificado de “¡para todos!”, impulsado por las recientes victorias femeninas en el fútbol, por los Balones de Oro con nombre de futbolistas españolas y, sobre todo, porque el patio, al fin y al cabo, no debe diferenciar entre estudiantes.

Ellas están conquistando con determinación su derecho a la cancha. Lo hacen también en equipos mixtos, compitiendo codo con codo con sus compañeros, como cualquier otro juego.

Pero, ¿realmente cambiamos? “Sin duda, pero seguimos teniendo que demostrar el doble, y a pesar de ello sigue sin valer. Creo que muchas niñas que quieren practicar fútbol no se atreven a hacerlo por no ‘dar el nivel’ ” señala Alba Rodríguez, jugadora desde la infancia y, ahora, entrenadora.

"Porque me gusta, ¡y porque soy muy buena!"

"Porque me gusta, ¡y porque soy muy buena!" / MARTA G. BREA

A la conquista del patio

Por cada niña “valiente” como Alba, que se atrevió a regatear el balón en los recreos de primaria, hay muchas otras que todavía se ven desplazadas a la hora de jugar en el patio del colegio. “Si observamos estos días de inicio de curso vemos casi siempre lo mismo: en la zona central del patio hay niños jugando, habitualmente al fútbol, a veces al baloncesto... pero siempre niños” explica Leonor Gala, Coordinadora de Igualdad en el IES Carballeira. “En los últimos años, alguna atrevida se mete en medio, pero lo que he observado es que no se la incluye en el equipo, y si es capaz de coger la pelota, chutar y meter gol, no será muy ovacionada. Por lo menos no desde el campo. Fuera, en las gradas, grupos de amigas animan y se alegran por ella, dando pasos silenciosos”.

Ahí es donde entra lo conocido, actualmente, como “urbanismo feminista”, que apunta a darle la vuelta a esos lugares que, como los patios de recreo, están conformados bajo una gran carga de género, tanto en su estructura como en las actividades se desarrollan en ellos.

“Alguna atrevida se mete en el campo animada por sus amigas, pero el patio está siempre dominado por los niños” Leonor Gala, Coordinadora de Igualdad

 “Yo, cada día observo cómo el espacio central del patio está ocupado por niños de 3º o 4º de la ESO a los que les cuesta mucho dejar espacio a las niñas para que jueguen, por lo menos, en igualdad de condiciones”.

¿Cómo comenzar entonces a cambiar esta situación, a permitir que las niñas participen sin miedo o llegar a aquellas que no se han interesado porque no se atreven?

“Todo pasa por equilibrar las desigualdades en el uso de los espacios, eliminando posibles discriminaciones por género (o cualquier otra razón)”insiste Leonor Gala. “Por ejemplo, fomentar el uso compartido de los espacios y recursos, para disminuir en la medida de lo posible la diferenciación de actividades que, de otro modo, se corresponden con los estereotipos de género”.

Avance de los equipos mixtos

En las actividades extraescolares es donde muchas de esas alumnas encuentran un pequeño respiro y, buscando un lugar donde jugar rodeadas de amigas que compartan su misma ilusión por el deporte, se dirigen a los equipos federados.

Progresivamente, con el aumento del interés y la cobertura mediática, es cada vez más común encontrar equipos íntegramente femeninos en categorías superiores, pero las escuelas siguen siendo territorio por conquistar: las niñas, como ya hacía Alba hace diez años, intentan hacerse un hueco en los partidos del patio, pero a la hora de entrenar y competir participan en equipos mixtos.

Un ejemplo de ello son Claudia, Sofía, Adriana y Victoria, que entrenan junto a sus compañeros en distintos equipos del Colegio Apóstol Santiago de Vigo. “Me tratan todos bien y las niñas y los niños nos llevamos perfectamente. A mí lo que más me gusta es regatear” apunta Claudia, sin soltar el balón.

El centro antes tenía equipo femenino, pero estaba formado por alumnas de diferentes edades: “Fue una genial idea de la Federación”, nos cuenta José Martínez, coordinador de deportes del centro. “Era un equipo de Fútbol 8 que aunaba a niñas de todas las categorías, desde la ESO a Bachillerato. Pero tras la pandemia no fuimos capaces de retener o llamar la atención de nuevas jugadoras para llenar los huecos de las alumnas que terminaron sus estudios en el instituto y pasaron a la universidad”.

¿Las niñas se atreven más o es que a los niños les molest menos?

¿Las niñas se atreven más o es que a los niños les molest menos? / MARTA G. BREA

Desde el centro están esperando con ilusión a que el efecto Putellas, Hermoso o Carmona tenga el mismo impacto que, en su momento, el efecto Gasol: “En la época dorada del baloncesto español tuvimos un repunte en la demanda de baloncesto. Ahora mismo tenemos equipos femeninos y masculinos en todas las categorías.”

Por eso, mientras no se alcanza el número de alumnas suficiente para formar equipo, surgió la idea de las formaciones ‘mixtas’: “Funcionan muy bien, y al final, al entrenar codo con codo en los equipos federados, los niños normalizan jugar con sus compañeras al fútbol durante el recreo.”

Por supuesto, todo remedio tiene sus efectos adversos, y como señala Alba Rodríguez, a veces los equipos mixtos pueden ser un arma de doble filo. “Sigo creyendo que se refieren a mixto porque si va alguna niña no le van a cerrar las puertas, pero son íntegramente masculinos, con alguna excepción”. 

Y en estos casos, cuando hay solo una niña dentro del equipo de niños, esa sensación de grupo y comunidad se vuelve más difícil de conseguir (aunque no sea imposible): “Pierden un poco el vestuario, al cambiarse separadas, después y antes de los partidos, incluso compartiendo con alguna niña de otro equipo. Por lo demás, creo que no debería haber diferencias en el trato, entrenamientos y demás, pero los equipos femeninos favorecen que niñas de cualquier nivel puedan practicar el deporte que le gusta, y por eso debemos fomentar que estén en todas las escuelas”, termina.

“Porque me gusta ¡y porque soy muy buena!”

Claudia, Sofía, Adriana y Victoria juegan en equipos de diferentes categorías en el Colegio Apóstol Santiago. Desde siempre se interesaron por el fútbol, alimentándose de los partidos de primera división: “Aunque mis favoritos son Alexia Putellas, Olga Carmona y Iago Aspas” cuenta Victoria. 

A Claudia lo que más le gusta es “hacer regates, tirar a puerta y sobre todo meter muchos goles” cuenta, con la pelota aún en los pies, esperando cualquier segundo para dar un par de toques.

Llevan jugando con los equipos desde los cuatro y seis años, mezclándose con sus compañeros igual que hacen en las liguillas del patio. Les une la diversión, y sobre todo, la ambición por el futuro: “Yo quiero ser profesional, porque me gusta y...¡porque soy muy buena!”.

“En el equipo nos tratan bien y nos llevamos todos genial”, apunta Claudia, y Adriana destaca lo divertido que es “que haya tanta gente distinta junta... y nosotras”.

Sin ese empuje ¿cómo llegan las jugadoras interesarse por los equipos federados de los colegios? “No es ningún secreto que, el tiempo que llevo yo en el centro, el fútbol y el fútbol sala siempre han sido mayoritariamente masculinos”reconoce José Martínez “Pero hemos intentado que cada niña que se mostraba interesada por el deporte pudiera jugar en igualdad de condiciones que sus compañeros, aunque no llegásemos a tener ese número mínimo para crear equipo propio”.

Lo que queda por hacer en el tiempo de descuento

Más allá del componente social y los obstáculos que, poco a poco, superan las jugadoras más pequeñas, el camino es largo para el reconocimiento del fútbol femenino en categorías superiores, pero por fin se está visibilizando un poco la lucha que hay detrás de unas condiciones algo similares al fútbol masculino.

“Parece que a los equipos de chicas nos hacen un favor dejándonos entrenar y jugar. Nadie apuesta de verdad por el fútbol femenino, ni patrocinadores, ni clubes, y mucho menos federaciones. Estamos a la cola de todo. Peores campos, peores condiciones, peores horarios, peor material…” destaca Alba.

“Estamos deseando que el efecto mediático de Putellas, Hermoso y Carmona llegue a los patios de colegio esta temporada” José Martínez, Coordinador de Deportes

Con un mundial a sus espaldas, cantera de calidad y Balones de Oro en manos de jugadoras con éxito que han “trabajado el doble” para llegar a donde están, parece que poco a poco se va derribando ña idea de que el fútbol no es para mujeres, pero queda mucho por hacer.

“El problema es que todavía es de hombres, y aunque se intente dar algún paso, aún está muy lejos de la igualdad. Los equipos de chicas que entrené o donde jugué, aún estando en categorías más altas que los chicos (incluso jugué en segunda división) teníamos condiciones mucho peores. No solo económicas, sino de trato”.

Queda que las nuevas generaciones derriben las barreras que se han construido durante tanto tiempo, aunque con canteras como esta, no nos queda duda de que meterán el gol más valioso en el tiempo de descuento.

¿Ahora las niñas se atreven más o es que a los niños les molesta menos?

Para Alba, que respira fútbol desde los 8 años, es una mezcla de las dos cosas: “La visibilidad del fútbol femenino afecta de forma positiva a la sociedad, haciendo que las niñas no se sientan tan bichos raros con una pelota en los pies, y que los niños le den más normalidad”. Pero también señala como fundamental el trabajo de la sociedad para que no tengan que darse situaciones como, incluso, este reportaje: “Espero que llegue un momento en el que no tengamos que hablar de las diferencias por jugar con una pelota… No tiene sentido.” Sobre esas desigualdades, Alba apunta que sí, aunque jueguen cada vez más niñas, la infancia practica cada vez menos deporte: “también creo que la conciliación es más complicada, por lo que suelen tener numerosas actividades extraescolares que ocupan las tardes. Además, el aumento de las nuevas tecnologías, hacen que los niños ocupen su tiempo de ocio en las pantallas”