Divulgación

Esta sección de 'Ciencia para o día a día’ elabórase coa colaboración de persoal do CSIC a través da Unidade de Cultura Científica CSIC-Galicia. Patricia Quintas é técnico de comunicación e divulgación na Unidade de Cultura Científica e da Innovación (UCC+I) do Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC).


Por lo general se ha tendido a pensar que la presencia de las mujeres en la Edad Media estaba limitada al ámbito familiar, doméstico y privado, actuando simplemente como hijas, hermanas o esposas del varón cabeza de familia. 

Sin embargo, y a pesar de las escasas noticias halladas en la documentación, cada vez conocemos más testimonios de mujeres que jugaron un papel fundamental en diferentes espacios de la vida pública, desempeñando roles atribuidos tradicionalmente a los hombres, como era el caso de su participación en el mundo de los negocios mercantiles y financieros. 

Así se demuestra en distintos espacios de la Corona de Castilla como es el área de las villas del Cantábrico, donde algunas mujeres ejercieron un papel predominante en empresas vinculadas al comercio marítimo. 

Amparo Rubio Martínez es Científica Titular e investigadora del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento (IEGPS - CSIC) Cedida

En el caso del reino de Galicia, para el periodo comprendido entre finales del siglo XV y principios del siglo XVI, tenemos noticia de una serie de mujeres que se involucraron de manera especialmente activa en el mundo de los negocios, ejerciendo como prestamistas, banqueras, vendedoras de diversos productos, colaborando en las empresas lideradas por sus maridos, o bien de manera completamente autónoma, una vez que enviudaban. 

El denominador común de casi todas estas mujeres era su pertenencia originaria a familias de mercaderes, lo que les permitía adquirir desde muy jóvenes una serie de conocimientos que tendrían oportunidad de aplicar después en la empresa familiar. La participación en este tipo de negocios, que generaban grandes beneficios económicos, ayudó a muchas mujeres a enriquecerse y ascender en la escala social, más aún si su marido integraba las filas de la oligarquía urbana, ocupando los principales puestos del gobierno municipal, como sucedió en el caso de muchos mercaderes y hombres de negocios de fines del siglo XV.

Los esposos Alfonso de Carballido, “mercader”, y Clara Sánchez, interpretados a partir de sus sepulcros del Museo das Mariñas (Betanzos). Pintura elaborada por Alfredo Erias con la técnica mixta sobre tabla (2006, colección “Xente no Camiño”). Cedida por el pintor Alfredo Erias

Clara Sánchez

Se involucraron de manera especialmente activa en el mundo de los negocios, ejerciendo como prestamistas o banqueras

Uno de los ejemplos más representativos de mujeres de negocios en el reino de Galicia a fines del siglo XV es el de Clara Sánchez, hija del mercader betanceiro, Juan Fernández, y esposa de Alfonso de Carballido, uno de los mercaderes más ricos de Betanzos, que actuó también como arrendador de las rentas de la Corona en Galicia en los últimos decenios de la centuria. El hallazgo de sus laudas sepulcrales en el exterior de la Iglesia de Santa María do Azougue de Betanzos no resulta en absoluto casual, al ser esta iglesia el emplazamiento originario de la cofradía del gremio de mercaderes. Precisamente, las inscripciones que figuran en sus laudas sepulcrales hacen referencia expresa a su condición de mercaderes. La forma en la que se representa a Clara Sánchez, en posición yacente, actitud orante y adornada con ricas vestimentas, parece emular los modos de vida y gustos propios de la nobleza. Lo más relevante, sin duda, es el espectacular tocado que porta en la cabeza, realizado posiblemente en tela a base de círculos concéntricos, un tocado típico de la corte borgoñona cuyo uso se habría generalizado desde la segunda mitad del siglo XV en la Península Ibérica y en otros territorios del Occidente europeo. 

Mayor Rodríguez de la Torre

Otro caso especialmente significativo es el de Mayor Rodríguez de la Torre, hija de Alonso Bermúdez [de Montaos] y esposa del reputado financiero Ruy Martínez de Carballido, arrendador de las rentas reales en el reino de Galicia, nombrado emisario real de los Reyes Católicos ante el concejo coruñés en 1478 y agraciado con una regiduría en dicho concejo desde mediados de los años noventa. Mayor Rodríguez de la Torre había heredado de su padre un rico y extenso patrimonio en distintas localidades situadas entre A Coruña y Betanzos, lo que pudo aprovechar para invertir en las empresas de su marido, arrendando numerosas tierras, viñas, sotos y dehesas en Betanzos, y avalando las operaciones financieras de su marido, para lo que hipotecó sus bienes muebles y raíces por valor de 900.000 maravedíes de la época. Todo ello pone de manifiesto la gran capacidad económica de la que disponía esta mujer, muy superior a la que inicialmente poseía su marido, a tenor de las declaraciones que efectuaron los testigos en las Informaciones de abono que se requerían para garantizar los arrendamientos de rentas reales. Resulta evidente, por tanto, que la colaboración de Mayor Rodríguez de la Torre en las empresas de su marido, y el capital aportado al matrimonio, se sitúan en el origen de la fulgurante carrera profesional y política que protagonizó el arrendador Carballido durante el último cuarto del siglo XV.

Mayor Fernández Varela

Finalmente, uno de los mejores ejemplos de mujer que se involucró directamente en los negocios de su marido es el de Mayor Fernández Varela, esposa del notario compostelano Lope Gómez de Marzoa, junto al que participó en el año 1495 en la fundación de un Estudio de Gramática para la formación de clérigos y estudiantes sin recursos, Estudio que se ha considerado el germen de la actual Universidad de Santiago de Compostela.