La sorpresa del once no fue Oyarzabal, sino Dani Olmo, el factor por el que apostó Luis Enrique para la descompensación de Italia y su defensa, de pronto inmersa en el jeroglífico que le propuso el hábil atacante, pero insuficiente hasta que Álvaro Morata recuperó su sitio, conectó con él, empató un partido perdido y se transformó en el mejor goleador en solitario de España en la Eurocopa, con la frustración final del penalti fallado que supuso la eliminación.

Morata, historia y frustración

Son los contrastes del madrileño, capaz de igualar un encuentro que se escapaba en apariencia, con el crono como una losa que descontaba minutos hasta el 1-1 suyo, que reactivó a España, que la propuso como merecedora incluso el pase, y después protagonista del penalti parado por Donnarumma, justo en el momento decisivo, que separa jugar una final de no jugarla. La heroicidad de la decepción.

En el minuto 80 había ganado el atacante el pulso con el portero. Con 1-0 en contra, por el tanto de Chiesa, el delantero madrileño fue eficaz en la definición.El sexto gol de Morata en la fase final de la Eurocopa. El récord de la selección estaba en los cinco que acumuló Fernando Torres en sus tres torneos continentales.Son ya 22 goles en sus 46 partidos como internacional, ayer suplente.

España jugó en torno a Dani Olmo, también crucial en el hito de Morata, con el que conectó en una pared y al que asistió en el 1-1 en el minuto 80, el gol que provocó la prórroga y que lo transformó en un goleador inigualable las 14 participaciones en la Eurocopa. Más de 40 minutos después, en la crueldad del propio fútbol, que todo se vive sin mirar más allá que el segundo anterior, en el cuarto lanzamiento de España, con 3-2 en el marcador para Italia, en la tanda, después del gol de Bernardeschi, Morata falló su penalti. Lo adivinó Donnarumma a su izquierda. Después marcó Jorginho, entre la decepción de España y el atacante