Dinamarca sigue soñando con repetir la gesta de 1992 tras clasificarse ayer en Bakú para las semifinales al derrotar por 1-2 a otro combinado al que nadie esperaba en cuartos: la República Checa. El equipo de Martin Braithwaite fue superior en la primera mitad y se mantuvo a flote en la salida en tromba de los checos tras el descanso.

Ni cinco minutos necesitaron los escandinavos para adelantarse en un córner cabeceado a placer por Delaney. Ese tanto no hizo sino reforzar la apuesta Kasper Hjulmand por el fútbol ofensivo. Braithwaite se labró una buena ocasión, pero su disparo no encontró el arco. En cambio, un majestuoso centro con el exterior de Maehle lo remató Dolberg a las mallas (m. 41).

Los checos tocaron a rebato tras el descanso y a los cuatro minutos, en su cuarta aproximación al área, Patrik Schick anotó su quinto gol en el torneo, igualando a Cristiano y haciendo zozobrar el barco danés, hasta que las piernas checas empezaron a pesar. Con todo, tanto Schmeichel como Vaclík fueron protagonistas hasta el final, aunque el pase lo logró Dinamarca, una selección que comenzó el torneo con dos derrotas y con el pavoroso desfallecimiento de Eriksen. Desde entonces, van disparados.