Te doy una canción

Balada triste de Andrés Dobarro

Andrés Dobarro.

Andrés Dobarro. / Archivo Andrés Dobarro.

Salvador Rodríguez

Salvador Rodríguez

Entre los recordatorios derivados del reciente fallecimiento de Concha Velasco, en Galicia hemos echado mano de “En la red de mi canción”, película estrenada en diciembre de 1971, en la que esta gran dama del teatro y el cine español de entresiglos, compartió protagonismo con un Andrés Dobarro que vivía la mejor etapa profesional de su vida, al calor del insospechado éxito de la canción ”O Tren”.

La película, en fin, no pasó a los anales de la historia del audiovisual ibérico por su calidad. De todas formas, tenía ganas de escribirles sobre Andrés Dobarro, entre otras razones porque todavía sigue pendiente que le concedan una Medalla de Oro de Galicia, reivindicada a título póstumo por miles de firmas y en decenas de foros. De hecho, a mí me dio mucha pena que este año, al observar en la fotografía de los merecidamente galardonados Luz Casal, Carlos Núñez y Juan Pardo, juntos, confirmar que faltaba un representante familiar de Andrés...Y es que, de nuevo, volvieron a olvidarse de él.

Nacido Andrés Lapique Dobarro el 1 de octubre de 1947 no ya en Ferrol (cual todavía creen algunos) sino en Narón, a la por aquel entonces ciudad “del Caudillo” se trasladaría pocos meses después gracias a que a su padre, oficial de la Armada, le había sido asignada una de las casas de la ferrolana Plaza de España. A mediados de la década de los 60, la familia Lapique Dobarro se traslada a vivir a Madrid, y es en la capital donde se despierta la vocación musical de Andrés. Al chico le gustaba cantar y rascar la guitarra y, como frecuentaba los ambientes militares, un grupo de soldados norteamericanos de la base de Torrejón de Ardoz lo fichó para tocar el bajo eléctrico. Mucho debió aprender entre aquellos compañeros, porque no tardó en emprender una carrera en solitario, pero una carrera muy peculiar para la época porque a Andrés no es sólo que le gustase cantar, es que le gustaba cantar en gallego.

Porque a pesar de residir en Madrid, Dobarro mamaba Galicia tanto en la distancia como en sus veraneos anuales en Ferrol; ambas eran también las ciudades que frecuentaba un hombre que fue decisivo para su despegue, Juan Pardo. Los contactos proporcionados por Pardo le permitieron probar con la discográfica RCA, quien editó su primer disco que precisamente fue “O tren” cuya acogida popular rebasó todos los cálculos imaginables. Requerido aquí y allá, hasta 1973 el suyo fue un paseo triunfal amenizado, además de por la mencionada, con canciones como “Corpiño xeitoso”, “Rapaciña”, “Miña Maruxa”, “Pandeirada”...

Pero a finales de 1973 todo parecía indicar que “la cuerda” se le había acabado. Existen versiones varias del por qué su estrella se apagó de forma tan fulminante. Las que tienen que ver con la música cuentan que su gran error fue cambiar de compañía discográfica: de la RCA se pasó a la Belter; las otras, refieren que ya de aquella empezaba a tener problemas con la bebida.

Intentó realzar su carrera en Latioamérica, emigrando a México, pero sin éxito. En 1984 regresó a España arruinado, pero empeñado en retomar el lugar que le correspondía, reencontrar su hueco en la música, subirse al “último tren”, pero las puertas que antes se le habían abierto con tanta facilidad estaban ya todas cerradas a cal y canto. Afectado por la infernal enfermedad del alcoholismo que le había llevado a un estado físico lamentable, sus días de vino y rosas agonizaron en Madrid aquel 22 dediciembre.

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