El disco de los Beatles que no pudo escuchar John F. Kennedy

El trágico día que unió a dos iconos del siglo XX

La comitiva presidencial, en Dallas, poco antes del tiroteo

La comitiva presidencial, en Dallas, poco antes del tiroteo / Reuters

El 22 de noviembre de 1963, hace sesenta años, Lee Harvey Oswald asesinaba a tiros al presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy. El magnicidio conmocionó al mundo entero. Mientras Kennedy moría en un hospital de Dallas, miles de fans formaban largas colas en las tiendas de discos de Gran Bretaña para comprar los primeros ejemplares de “With The Beatles”, el segundo LP del grupo de Liverpool, que ese mismo día se ponía a la venta en Inglaterra.

Había campanas en una colina

Pero nunca las escuché sonar

Hasta que llegaste tú.

Till There Was You (Willson)*

John F. Kennedy visitaba varias localidades de Texas para recabar apoyos en un estado que había manifestado algunos descontentos hacia su política. La Casa Blanca había desaconsejado aquella visita pero Kennedy insistió en recorrer algunas localidades, acompañado del gobernador de Texas, el demócrata John Bowden Connally. Había pasado la noche en el hotel Fort Wort de Carswell y salió por la puerta principal sin abrigo y con la cabeza descubierta a pesar de que lloviznaba aquella mañana de otoño. Con su esposa Jacqueline asistió a un desayuno que les ofreció la Cámara de Comercio junto a otros dos mil quinientos invitados. La organización les regaló unas botas camperas y un sombrero tejano y los Kennedy continuaron con su agenda.

No tengo tiempo para ti ahora mismo

No me molestes.

Don’t Brother Me (Harrison)*

A las diez cuarenta el presidente y su esposa se dirigieron al aeropuerto donde el Air Force One les esperaba para trasladarlos a Dallas. La distancia no era muy grande y algunos miembros de la organización criticaron la utilización del avión porque en tan corto espacio no podría alcanzar la altura suficiente para garantizar la seguridad del aparato durante los trece minutos que iba a durar la travesía.

Quiero evitarlo, pero simplemente no puedo irme.

Realmente tienes poder sobre mí.

You Really Got a Hold On Me. (Robinson)*

El avión aterrizó a las once y treinta y siete en Love Field, el aropuerto de Dallas, y John Kennedy y Jacqueline bajaron las escaleras recibidos por una multitud que los aclamaba y unos pocos que portaban pancartas de protesta. A pie de pista subieron al automóvil que los conduciría al edificio Dallas Trade Mart donde Kennedy debía pronunciar un discurso después del almuerzo organizado en su honor (la vajilla nunca utilizada en aquella comida se conserva en un museo). El coche era un Lincoln azul descapotable que en principio se preveía fuese cubierto porque había riesgo de lluvias. Pero aquella mañana amaneció soleada en Dallas y todos se alegraron de que la gente pudiera ver al Presidente a su paso por las calles. La caravana presidencial se puso en marcha pasadas las doce y después de cruzar el túnel que conducía a la autopista, tras recorrer unos kilómetros camino de la ciudad, entraron en Main Street y a continuación en la Avenida Houston, donde el numeroso público estacionado en las aceras aplaudía y vitoreaba al presidente.

Las mejores cosas de la vida son gratis

Puedes quitárselas a los pájaros y las abejas.

Money (That’s What I Want) (Bradford-Gordy)*

El presidente y su esposa, instantes antes del atentado

El presidente y su esposa, instantes antes del atentado / fdv

Kennedy iba sentado en el lado derecho del asiento trasero, junto a Jacqueline. El lado izquierdo estaba ocupado por el matrimonio Connally. La acogida de la gente convenció a Kennedy de que había acertado al programar aquel viaje para cambiar la hostilidad de Texas hacia su presidencia. “No puede decirse que Dallas no lo quiera, señor Presidente”, le dijo Nellie Connally. “No, desde luego”, contestó Kennedy, y se volvió para saludar con la mano a un niño de cinco años que lo aclamaba desde la acera en el cruce de Houston con Elm Street. En ese momento, mientras Jacqueline observaba el gesto del Presidente, se oyó el estampido de un disparo. La mujer vio cómo Kennedy se llevaba las manos a la garganta y cruzaba instintivamente los brazos para proteger su cara. Mientras la cabeza de Kennedy rebotaba inerte sobre el hombro de Jacqueline, un segundo disparo impactaba en la espalda de John Connally. Un tercero alcanzó de nuevo al presidente en la sien derecha mientras la primera dama entraba en estado de pánico y gritaba “¡Dios mío, lo han matado!”.

“Todas las noches las lágrimas caen de mis ojos

Todos los días no he hecho más que llorar”.

It Won’t Be Long (Lennon&McCartney) *

Primera página de FARO (sábado, 23 de noviembre de 1963)

Connolly, herido, también gritó: “¡Nos quieren matar a todos!”. Jacqueline y la esposa de Connolly se abalanzaron sobre sus maridos intentando protegerlos no sabían bien de qué. Un policía trepó a la parte trasera del vehículo y llegó hasta donde estaban los cuerpos. El chófer del coche reaccionó con un movimiento brusco y emprendió una carrera zigzagueando a toda velocidad, mientras los motoristas de la escolta presidencial hacían sonar sus sirenas. La comitiva llegó al hospital Barkland, el más cercano al edificio Dallas Trade Mart, y los dos cuerpos fueron trasladados a la sala de urgencias para intentar salvar sus vidas. En el caso de Kennedy no fue posible. Ni una transfusión de sangre ni la traqueotomía que le practicaron pudieron hacer nada. El gobernador fue atendido por una herida en la espalda y otras dos en la muñeca y el muslo derecho, provocadas por el rebote de la misma bala. A la una de la tarde se confirmaba la muerte del presidente.

Pase por donde Beethoven

A decirle a Tchaikovsky la noticia.

Roll Over Beethoven (Berry) *

El cuerpo de Kennedy fue trasladado a Washington al día siguiente, acompañado por Jacqueline y el hermano del presidente asesinado, el fiscal general Robert Kennedy, que se trasladó a Dallas nada más conocer la noticia. En el mismo avión viajaba el vicepresidente Lyndon Baines Johnson, que juró el cargo de presidente durante la travesía.

Sr. Cartero,

Entregue la carta, cuanto antes mejor.

Please Mister Postman (Dobbins-Garrett-Holland) *

Sobre estas líneas, Lee Harvey Oswald.

Sobre estas líneas, Lee Harvey Oswald. / FDV

En la calle, un fotoperiodista aseguraba a la policía haber visto un fogonazo en una de las ventanas de un edificio. Otro ciudadano había visto salir apresuradamente del portal a un individuo que se había metido en Texas Theatre, una sala de cine. En la habitación del sexto piso del edificio desde el que salió el fogonazo, que albergaba un almacén de textos escolares, la policía encontró un fusil Mannlicher-Carcano de gran calibre, con mira telescópica, de fabricación italiana. Hoy ese espacio acoge el Museo del Sexto Piso, con objetos y documentos sobre el magnicidio. Mientras, un agente que intentaba detener al sospechoso resultaba abatido por disparos de su revólver. El asesino se llamaba Lee Harvey Oswald y cuando fue detenido sólo dijo: “Todo ha terminado”.

Estoy tan triste y solo.

Dame una oportunidad

Little Child (Lennon&McCartney) *

Desde la comisaría en la que quedó detenido, Oswald iba a ser trasladado al día siguiente al Palacio de Justicia de Dallas. En el pasillo de la comisaría se concentraba un gran número de periodistas y de cámaras de televisión que retransmitían el traslado del magnicida. Nada más salir Oswald del ascensor, de entre los periodistas y los policías se abrió paso a codazos un hombre menudo que llevaba en la mano una pistola con la que disparó contra Oswald varios tiros a bocajarro. Se llamaba Jack Rubinstein y era conocido como Ruby en ambientes relacionados con la mafia y el hampa. Nadie pudo saber nunca por qué mató a Oswald. La excusa de que estaba afectado por el dolor de Jacqueline no la creyó nadie. Millones de telespectadores pudieron ver la escena en directo y luego mil veces repetida en todas las televisiones del mundo. Oswald fue trasladado con vida pero murió en las urgencias del mismo hospital en el que horas antes había expirado Kennedy.

Estaré aquí, sí, lo haré, cada vez que llames.

Solo tienes que llamarme.

All I’ve Got To Do (Lennon&McCartney) *

Jack Rubinstein (de espaldas) dispara a bocajarro a Lee Harvey Oswald

Jack Rubinstein (de espaldas) dispara a bocajarro a Lee Harvey Oswald / fdv

*Extractos de letras de canciones incluidas en el álbum “With The Beatles”

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