Entrevista | José Manuel Lorenzo Productor cinematográfico y de televisión

“No me gusta llevar el éxito en el bolsillo, no quiero que me cambie”

“Cuando era director general de Antena 3 o de Canal Plus, todo el mundo quería estar cerca de mí. Cuando viví un fracaso, la gente se apartó. Es la ley de la vida, piensan que es contagioso, pero no guardo rencor a nadie de los que se alejó”

Pontevedrés de ojos rasgados, en su infancia y primera juventud le llamaban El Chino, José Manuel Lorenzo tiene un porte parecido a Robert de Niro y un aire que recuerda a John Malkovich. Le comento esto último y me dice: “Sí, me lo han dicho varias veces, es mi amigo, coincidimos cuando yo estaba haciendo una película en México y él una obra de teatro; luego nos hemos seguido viendo en España”. El segundo de cuatro hermanos, entre ellos el actor Francis Lorenzo, cambió pronto la ingeniería por el cine y la televisión, iniciando una carrera profesional que le llevó a dirigir Antena 3 y Canal Plus, a codearse con el mismísimo Silvio Berlusconi y a forjarse como productor independiente, uno de los más consolidados de España.

–Le consideran un referente del audiovisual español de los últimos 30 años. ¿Me va a responder aquello de “no hay para tanto” o efectivamente se cree que lo es?

–[Risas]. Lo que sí es que nunca intenté ser un referente. Me pasaron muchas cosas y viví en el mundo audiovisual tantas historias en mi época de las televisiones y luego cuando las dejé... Me he dedicado toda mi vida a producir series, películas, documentales, de todo, pero no siento que tenga que ser referente para nadie.

–Dicen de usted que tiene un gran ego. ¿Sin ese ego no hubiera podido conseguir todo lo que ha conseguido?

–Lo del ego es una cosa que me han dicho mucho, hasta mi mujer. Yo no tengo esa sensación, pero si lo he tenido, ha sido la manera de sobrevivir en un mundo tan hostil como el que me ha tocado vivir. A veces se confunde el ego con el deseo de hacer cosas diferentes o valorarte a ti mismo. Supongo que se trata de creer en mí por encima de muchas cosas, porque yo también he subido y he caído muchas veces. Ha habido momentos en que me he pisado el ego como si un camión le pasara por encima.

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual / Iñaki Abella

–Hizo la carrera de Ingeniería Industrial y ejerció esa profesión. ¿Qué pasó para que acabara siendo un gurú del audiovisual?

–Soy ingeniero industrial especializado en técnicas energéticas, con máster en diseño y planificación de áreas nucleares, y mi primer trabajo fue en la central nuclear de Trillo, donde estuve varios años de ingeniero de sistemas y luego de jefe de válvulas. La ingeniería la dejé pronto, me fui a la CBS/Fox y a Texas Instruments, donde estuve en producción, ventas y marketing. Ya cuando estaba en la carrera estudiaba también dirección de cine, estuve en el Taller de Artes Imaginarias (TAI), me gustaba mucho toda la parte audiovisual, era un ingeniero rara avis.

–¿Sus compañeros de facultad le miraban como el raro de la clase?

–Llamaba la atención, era famoso porque era un tío muy diferentes, por la manera de vestir, por lo que leía, por lo que hablaba, porque mis hobbies eran la música, el cine y la literatura.

"Después de haber estado toda mi vida fuera, he sentido la necesidad de volver a Galicia y ahora vengo cada vez más"

–Una de sus cualidades dicen (a pesar no todos sus proyectos le fueron bien) que es el tener un olfato especial para saber con antelación lo que va a funcionar y lo que no. ¿Cómo lo consigue?

–Eso ni se estudia ni se trabaja. Hay que estar muy atento, cuando uno lee tanto, observa tanto y escucha a tanta gente, es lo que ocurre. Muchas veces he acertado con las cosas que hacía, pero había que hacerlas muy bien y eso es lo que he intentado siempre. Luego habrán gustado más o menos. Como productor, siempre he intentado hacer que todo un ejército funcione en una misma dirección y hacer que las cosas ocurran, rodearse de los mejores en la escritura, la dirección, la interpretación, en todas las facetas. No sé explicar esa intuición, el mundo es cambiante constantemente, nunca te diriges a todos, lo que sí he tenido es la oportunidad de encontrar buenas historias, creérmelas y llevarlas a cabo.

[Mientras mantenemos la entrevista en uno de los patios de su pazo de Meis, nos saluda desde la distancia su mujer, la artista y doctora en Bellas Artes Olga Andrino, con la que lleva 36 años y tiene dos hijos mellizos de 20].

–Todo esto que nos rodea es obra de ella. Lo tenemos desde hace cinco años, estaba todo derruido y la finca completamente abandonada. He estado toda mi vida fuera, ahora vivo en Madrid y tenemos casa en Ibiza, y hace años que sentí la necesidad de volver a Galicia –mis padres viven en Pontevedra y tengo mucha familia aquí­–. Por medio de mi hermano mayor, Gerardo, encontré este sitio, y desde entonces vengo todo lo que puedo, cada vez más. A ella [se refiere a Olga] le tira esto más que a mí, es mucho más gallega que yo, aunque haya nacido en Ávila. A mis hijos les encanta esto, han vivido gran parte de su infancia aquí con sus primos y abuelos. Ahora a esta casa vienen con amigos.

– ¿Sus hijos tiran por la faceta artística de sus padres?

–Jimena estudia Psicología, yo creí que iba a salir artista, pero no le gusta tanto estar delante de la cámara, prefiere el trabajo de guión y producción. Le doy a leer todos mis guiones y los libros que quiero llevar al audiovisual porque tiene un muy buen criterio. Y Daniel, que estudia Dirección y Administración de Empresas, se dedica también a la música, tiene trabajos propios y está editando su álbum, y ha hecho sus pinitos en la interpretación, acaba de estar en una serie que he producido yo, “Ni una más”, en Netflix, ha estado trabajando en “Largas sombras”, en Disney Plus, y ahora tiene una película en octubre. Será buen actor.

–Usted también ha tenido su faceta de actor, como su hermano Francis.

–Fue algo esporádico, no tengo vocación de actor. Ponerme de ese lado fue un gran aprendizaje, me ha enseñado sobre las decisiones que se toman desde aquí. En mi primera película, “Antártida”, yo era director general de Antena 3, fue un momento revelador para mí. La hicimos en Portugal en verano, en España ni me atrevería. Luego repetí, pero para mi es un martirio actuar, respeto el trabajo de actor como nadie porque sé lo difícil que es meterte en la piel de alguien que no eres tú. Francis me dio consejos, me ayudó muchísimo, sobre todo en esa primera película que sin él no hubiera hecho.

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual / Iñaki Abella

–¿Se aprende más de un éxito o de un fracaso?

–De todo se aprende. Ambos son caras de una misma moneda y yo he convivido con los dos. Los fracasos me han hecho más fuerte, pero si los hubiera podido evitar, los evitaría todos. Y los éxitos son efímeros, con ellos te diviertes, pero cada vez que empiezas un proyecto, pones el taxímetro a cero porque además un éxito genera la responsabilidad de encadenar el siguiente. Cada vez vivo el éxito de un manera más tranquila, ahora que he encadenado dos seguidos es cuando más oculto estoy, cuando menos me expongo y no me gusta llevarlo en el bolsillo conmigo, no quiero que me cambie. Siempre digo que es como cuando estas en la selva, yo que viajé mucho por Kenia de safari con Olga decía “en algún lugar estará agazapado el león”, es decir, cuando tienes muchos éxitos, no te los tienes que creer porque en algún momento aparecerá el león agazapado, ya sea por ley de vida o por estadística.

–¿En los momentos malos le abandonaron o dejaron de estar personas que le rodeaban?

– Es la ley de la vida. Cuando era director general de Antena 3 o de Canal Plus todo el mundo quería estar cerca de mí, y cuando vivía un fracaso, las puertas se me cerraban; nadie quiere estar cerca de un fracasado, piensan que es contagioso. Eso te duele porque la gente se aparta cuando más les necesitas, pero, bueno, tampoco es culpa de ellos, se acercan a otro éxito. No tengo ningún rencor con nadie que se haya alejado de mí, al menos con el paso del tiempo: olvido muy rápido lo malo.

–¿Qué diagnóstico haría de la televisión que se hace actualmente en España?

–En España siempre se ha hecho buena televisión, sobre todo cuando llegaron las cadenas privadas y por eso nuestros programas tanto de entretenimiento como de ficción triunfan en el mundo. Casi no veo la televisión convencional actualmente, quizás porque la he visto demasiado durante muchos años. La he abandonado o me ha abandonado ella a mí, pero entretiene a tanta gente que no me voy a meter con ellos, sería un acto de soberbia, como si estuviese por encima del bien y del mal. Me atrevería a hacer un diagnóstico, pero ¿para qué?.

"Estamos en el mejor momento creativo para cualquier productor de series. España tiene que estar muy orgullosa de su producción y de lo que HA enseñado al mundo"

–Para los lectores de FARO DE VIGO.

–Un periódico que, además he leído desde pequeño, siempre estaba en mi casa. A los lectores de FARO les digo que la sigan viendo, pero no demasiado. La tele ha cambiado mucho por la llegada de plataformas como Netfilx, con una capacidad económica enorme, es el mejor momento creativo para cualquier productor. Puede ser que estemos en una burbuja, vamos a ver cómo evoluciona el mercado, veremos si habrá fusiones como las ha habido en la banca, pero creo que tenemos una década por delante maravillosa. Ahora la gran amenaza viene de las redes, que empezaron como un gran divertimento y se han convertido en algo excesivamente adictivo para los jóvenes, a quienes les está afectando en su capacidad de comprensión lectora, aunque es verdad que desarrolla otras cosas. Y ahora viene la inteligencia artificial, si no hemos sido capaces de establecer unas reglas del juego limpias en las redes, donde pasan tantas cosas más allá del consumo habitual y hay tanto delito, imagínate qué va a pasar con la inteligencia artificial, cuando la gente que la ha creado se está asustando de su propia creación.

–¿Se están haciendo más y mejores series que nunca, o esto es autocomplacencia?

–Es absolutamente cierto y tiene una explicación muy clara: las cadenas en abierto eran las que más ficción producían de Europa, por necesidad, y eso creó una gran escuela. Antes estabas muy limitado porque tenías que hablar a públicos generalistas, ahora, con la llegada de las plataformas, puedes hacer propuestas más de nicho, hay mucha más calidad. España tiene que estar orgullosísima de su producción y de lo que ha enseñado al mundo. De joven, mi idea para aprender sobre televisión era ir a Nueva York; hoy en cualquier rincón de España se han rodado series.

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual

José Manuel Lorenzo, el genio del audiovisual / Iñaki Abella

–¿Para arriesgar en la televisión hay que ser independiente, como usted?

–Lo de ser independiente es relativo porque no haces un programa si una cadena no te lo compra, al final tienes que convencerles y no es tan sencillo. Yo cuando dirigí televisiones sí que tomé muchas decisiones e hice nuevos programas innovadores, como El Club de la Comedia, con el que llegó el género de la stand up comedy a España (antes solo había “cuenta chistes”) y del que era el presidente del jurado. Cuando tomé ese tipo de decisiones, dirían “este está como una cabra”, pero como mandaba yo, me lo podía permitir.

– Se habla de dictadura de la audiencia: si una serie o un programa no funciona no le dejan ni tres emisiones. ¿Habrá que resignarse?

–La dictadura de la audiencia siempre ha estado, las cadenas en abierto viven de la audiencia inmediata y tienen poca paciencia, no creo que la situación hoy sea peor que antes. Competir es muy difícil, encontrar un hueco y tener éxito es complicado, a mí me sorprende que me hayan funcionado muy bien “El inmortal”, “Dime quién soy”, “La Caza”, que está teniendo una muy buena segunda vida en Netflix tras emitirse en TVE, y, en cine, “Señor, dame paciencia”.

–¿También ocurre esto en Estados Unidos, que tan bien conoce?

–La gran diferencia entre Estados Unidos y nosotros es que ellos tienen un mapa mucho más global, han sabido meter en todo el mundo su idioma y su idiosincrasia cultural y social, y tienen más presupuesto que nosotros. Creo que ellos son un gran Goliat, pero la producción en España es un gran David, hemos sido capaces de competir con los americanos muy bien en su propio mercado; en Latinoamérica, en nuestra lengua, las series nuestras superan a las americanas muchísimas veces. A veces le damos caña al sector de la producción y hace por la marca España mucho más que otros. En España pegas una patada y sale el talento. Con el cine hemos sido muy poco chovinistas, envidiamos a Francia en ese campo y ellos nos envidian en el campo de la televisión.

–Tiene contacto en las alturas (conoce gente importante) y en las bajuras. ¿Cuál de los dos mundos le inspira más a la hora de hacer ficción?

–Los dos. Me gusta más lo de abajo, la calle me inspira más, la vida real, me gusta el thriller, el drama, ese tipo de historias, pero de los dos sitios saco algo. Me muevo bien en los dos mundos, nunca me he cambiado de ropa para ir de un sitio a otro, ni la cara, la sonrisa o la manera de hablar. Los de Pontevedra somos así.

– ¿Se considera un PTV (pontevedrés de toda la vida)?

–De toda la vida, de la Rúa Nueva, de padres y bisabuelos de Pontevedra. Pontevedrés y muy orgulloso de serlo, me parece una ciudad idílica, de hecho ahora una de las grandes series que quiero hacer la quiero rodar aquí. Me encanta Pontevedra y más ahora que la he vuelto a recuperar después de unos años en los que venía menos.

“Quiero rodar en Pontevedra una de mis grandes series”

–¿Sigue siendo la misma que en su infancia?

–Ha mejorado mucho con el paso de los años, tiene una calidad de vida extraordinaria, sigue manteniendo esa piedra tan bella, esas calles, esas iglesias, esos espacios, pero fundamentalmente lo que sigue teniendo Pontevedra es la calidad humana. Con mis amigos de la infancia y la adolescencia, todo sigue igual, son personas que tienen aquí su trabajo normal y no han salido de aquí porque no han querido; vuelvo a ellos y me tratan igual que siempre, son cariñosísimos; ocurre lo mismo con los de la tienda o el bar: te tratan como si no te hubieras ido, te acogen, aquí nada de gilipolleces, no es que no que te admiren, pero te quieren por cómo eras, no por lo que has logrado, y eso me gusta mucho.

–¿Qué pasaba en la familia Lorenzo que los cuatro hermanos han destacado en sus respectivas facetas?

– Creo que tiene que ver con la educación que hemos recibido, nos han dado valores. Mi madre fue una gran profesora de educación especial, que eso humaniza mucho; mi padre fue durante mucho tiempo director de la Ciudad Infantil Príncipe Felipe, que hizo una gran labor educativa, la cual también realizó en casa. Luego está la suerte, cada uno buscó su territorio, no considero que hayamos sido unos grandes triunfadores pero no nos ha ido mal. Luego somos una familia muy unida, cada uno ha destacado en especialidades diferentes. Gerardo, el mayor, ha sido un gran médico, nos ha cuidado a todos; Francis es un actor excelente y Miguel, el pequeño, es el presidente del PP en A Coruña y se presenta de candidato a la alcaldía, a ver si la gana, aunque tengamos ideas políticas diferentes. Yo fui muy político, pero la política me ha abandonado.

–¿Es verdad que de adolescente leía a Séneca y a Sófocles?

–Sí, es que era un poco pirado, me gustaban las cabronadas que hacían los dioses para putear a los hombres en la Tierra. Tuve la suerte de vivir al lado de la biblioteca y me pasaba horas allí. Iba con los mocos, los pantalones cortos y los zapatos medios rotos, leía a Enid Blyton y “Los siete secretos”, luego en mi adolescencia era curioso en la música, la literatura y el cine y no me quedaba solo con lo que estaba de moda. Con 12 o 13 años me colé en el cine parar ver “Luis II de Baviera”, de Visconti – también me colé en Londres con quince años para ver “Emmanuelle”– y me fascinó, aunque no la entendí mucho en ese momento, dije “yo quiero hacer esto”. Vi “La diligencia”, de John Ford, unas 16 veces seguidas en VHS, con papel y lápiz, apuntando todas las posiciones de la cámara.

– Es un tipo cosmopolita, pero ¿si no hubiera nacido en Pontevedra también lo sería?

– Creo que sí, aunque hubiera nacido en la luna. De pequeño ya tenía muchas ganas de ver mundo, ya quería estudiar en Oxford, irme a Estados Unidos. Mis padres también han tenido mucho que ver en esto, les daba miedo que quisiera volar porque los padres protegen, pero era una protección llena de cariño y advertencias sanas, no de imposiciones e impedimentos. Con 17 años viví en Londres como un hippy, buscándome la vida, trabajando en bares el día que me cogían porque al siguiente me echaban por no tener permiso de trabajo. Hasta que un día estaba en un parque con un hambre terrible y decidí volver a casa.

–Y regresó a tiempo para sacarse una carrera universitaria muy complicada. Usted era un alumno de matrículas de honor, ¿sería lo que hoy llamamos altas capacidades y antes, superdotado?

–Es una prueba a la que no me voy a someter. Me hace gracia porque a veces resuelvo a la primera ejercicios de estos que dicen que solo los puede hacer un genio o un psicópata. Debo de ser un psicópata, genio no me siento [risas]. Desarrollé esa capacidad intelectual con la lectura, también era muy bueno en matemáticas, resolver ecuaciones me producía un efecto tan sedante como la literatura.

"Estuve en casa de Berlusconi en Arcore. No me he hubiera importado participar en una de sus fiestas y decirlo. Hoy estamos en el tiempo de lo políticamente correcto, pero yo no reniego del pasado"

– Conoció a Berlusconi, ¿estuvo en alguna de sus fiestas que pueda confesar?

–Berlusconi me vino a buscar a España para contratarme, tuvimos una entrevista larga y me fichó, siempre me trató muy bien, me tenía respeto, y a mí, pese a ser un hombre que se alejaba por completo de mis convicciones, me producía admiración, me parecía un tipo muy especial. Estuve en su casa de Arcore, preciosa, y no me hubiera importado participar en una de sus fiestas y decirlo. Serían divertidas, hoy estamos en el espacio en que todo es políticamente incorrecto, pero yo no reniego del tiempo pasado, antes yo mismo pensaba de una manera respecto a algunas cosas y ahora otras.

–¿Qué proyectos tiene entre manos?

–Estoy terminando la serie “Ni una más” para Netflix y grabando “Las largas sombras”. Tengo en proyecto “El jardinero”, que se hará en Galicia, y estoy adaptando el libro “Obra maestra”, de Juan Tallón. También quiero adaptar “Dispara, que yo ya estay muerto” de Julia Navarro, que es una de mis grandes amigas desde que hice “Dime quien soy”, y eso que ella no quería adaptar su obra al audiovisual. Creo que es la mejor serie que he hecho.

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