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Carlos del Amor Periodista cultural y escritor

“Un retrato esconde el alma de una persona”

En su libro “Retratarte” el autor pone la mirada en treinta y cinco retratos y autorretratos que descubren historias y vidas apasionantes

Carlos del Amor Jeosm

Tras conquistar a más de cien mil lectores y obtener el Premio Espasa 2020 con “Emocionarte. La doble vida de los cuadros”, el periodista especializado en información cultural de TVE Carlos del Amor propone un nuevo viaje con “Retratarte”, un libro que nos adentra en treinta y cinco retratos y autorretratos realizados entre los siglos XV y XXI donde cada mirada nos descubre una historia y las vidas de los retratados y de los pintores que se entregaron al género intentando captar almas aun a riesgo de perder amigos.

– En “Retratarte” selecciona treinta y cinco retratos de treinta y tres artistas ¿qué criterios siguió para escogerlos y cómo surgió la idea de escribir este libro?

– Seleccioné los que despertaban algo en mí cuando los tenía delante, porque me contaban cosas de ellos que me parecían increíbles y daban para escribir sobre ellos. En cuanto a la decisión de escribir este libro, después de “Emocionarte” tenía entrenada la mirada para acercarme de esta manera a los cuadros, es decir, es la consecuencia lógica a mi anterior libro. Muchos retratos y artistas iban surgiendo conforme avanzaba el proceso de escritura de otros, es decir a Miriam Escofet hace dos años le hice un reportaje, me gustó lo que me contó y decidí incluirla cuando estaba el libro empezado. En general, son cuadros que he ido viendo a lo largo de mi vida y volvían a mi memoria, y eso es porque me gustaron.

– Habla de biografías que parecen ficciones y crea ficciones verosímiles, ¿ha tirado mucho de imaginación?

– He tirado de fantasía pero inspirada en hechos reales. La vida de los retratados y de los propios artistas parecen ficción, darían para una película y de eso he tratado de tirar, de ese asombro que a mí me provoca que esa gente haya vivido lo que ha vivido. Se trataba de poner negro sobre blanco y que el lector se quedase también impresionado de ver lo que encierran muchas de las obras que han visto o que no conocen y llaman la atención.

Carlos del Amor Jeosm

– Narra historias terribles repletas de pasión, suicidios, muertes, duelos,…

– Eso es la vida, lo que ocurre que éstas son vidas al límite, que parece mentira que se produjeran tantas dichas y desdichas en tan corto espacio de tiempo. Por ejemplo, que te estés retratando delante del tocador arreglándote el pelo y con un felicidad asomando por la ventana y luego pase lo que pasó (se refiere al autorretrato “En el tocador”, de la rusa Zinaída Serebriakova cuando tenía poco más de veinte años, antes de que su marido muriera en la cárcel y ella se quedara al cuidado de sus cuatro hijos y su madre enferma en un pequeño apartamento de San Petersburgo)  . O que esa abuelita que es la madre de Van Gogh encierre toda esa historia detrás.

– Ha tratado de huir de personajes poderosos, excepto algún caso, ¿por que prefirió tratar sobre retratos de gente anónima?

– Buscaba retratos que no fueran muy complacientes, por eso los que escogí de poderosos son porque considero que el artista fue capaz de darle una vuelta. Es el caso de Rafael en el retrato de Julio II, en que muestra a ese papa cansado y medio derrotado, tan poderoso y, sin embargo, tan frágil en esa obra. O el de Isabel II de Miriam Escofet, un retrato al uso de una monarca con un brillo dentro que me hacía mucha gracia al pensar en el protocolo del siglo XXI. Luego esa gente normal, que son los que forman la vida, los que te encuentras por la calle cuando vas al supermercado.

– ¿Cuáles son los más inquietantes?

– Hay varios, desde el mismo “Retrato de un cortesana” de Caravaggio, en el que se juntan la vida de esa mujer con la del propio artista en una especie de aventura en la que el pintor llegó a cortar el pene de un proxeneta y muchas cosas peores, la misma Dorothea Tanning en un plano abierto que deja que su mirada nos traspase mirándonos con esas puertas que se abren a lo lejos y nunca se sabe dónde te van a llevar, o ese profesor de Durero retratado en la recta final de su vida. El más doloroso es “Último retrato” de Lucian Freud, que muestra esa mujer enferma a la vuelve a retratar después de años en otras circunstancias totalmente diferentes. Quizás el más inquietante sea el del doctor Haustein de Christian Schad, con esa negra sombra detrás que parece un zombi y es la conciencia, la inquietud y la culpa que carga el retratado por tener una amante y que terminaría desencadenando un drama.

"Me interesan los artistas que han podido perder a un amigo al hacerle un retrato porque han extraído algo que quizás ni el amigo sabía"

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– Coincide con Dalí en afirmar que deberíamos vernos más como el retrato que se podría hacer de nosotros que como somos en la vida real.

– Sí, porque vernos como un retrato es vernos analizados por alguien, someternos un espíritu crítico que muchas veces no tenemos con nosotros mismos. Ponernos delante de un espejo y exponernos a que alguien extraiga algo que quizás ni tú quisieras que se extrajese. Esa frase de Dalí me pareció una buena introducción al libro, junto con la de Singer Sargent: “Cada vez que pinto un retrato pierdo un amigo”. Esos son los retratistas que más me interesan, los que han podido perder un amigo al hacerle un retrato porque han buscado dentro del amigo algo que antes ni él mismo sabía. Un retrato esconde de alguna forma el alma del artista que lo ha hecho pero sobre todo el de la persona que ha decidido ponerse enfrente de otra para que la desnude.

– ¿Quién quiere someterse a ese tipo de retratos y por qué motivos?

– Aparte de los autorretratos o los retratos de los poderosos, cuyos motivos son obvios, creo que nadie de forma muy consciente decide ponerse delante de un artista a que te someta a esa tortura que puede ser luego verte y querer salir corriendo, solo esa posibilidad te previene para ponerte delante de alguien y si encima ese alguien es muy bueno y lo que saca de ti es tu mirada vital , es durísimo.

Carlos del Amor Jeosm

– Dudó en incluir a Frida Khalo, ¿qué le ocurre con ella?

– Es estupenda su obra y su vida, lo que ocurre es que la han agotado, nos han llevado muchas veces a lugares tan comunes y llenos de tópicos que el marketing ha terminado por tapar a la artista para encontrarnos otra cosa, para vendernos un póster, un cromo. Escogí un autorretrato de ella más “naif” entre comillas, más lejos de la imagen que el lector tiene probablemente metida en su cabeza.

– ¿Considera que “La Gioconda” está sobrevalorada?

– Sí, no es un mal cuadro pero lo hemos hinchado tanto que la decepción que te llevas al verlo es más grande.

– También nos descubre mujeres artistas injustamente tratadas por la historia.

– Es un consecuencia lógica de los tiempos que estamos viviendo, de la labor de recuperación de artistas que de haber sido hombres quizás la historia les hubiera llevado a otro sitio. Si incluí a Tamara de Lempicka, Dorothea Tanning o la misma Aurelia Navarro, a la que mandaron volver a Granada porque en Madrid llamaba la atención, no fue por un acto de justicia sino porque poco a poco en los libros de arte la presencia de artistas femeninas va en aumento hasta el punto de que llegará el momento en no será reseñable el número de hombres o mujeres que aparezcan.

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