Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mujeres fuera de serie

La actriz que agita conciencias

Nerea Barros se estrena como directora con “Memoria”, preseleccionada para los Goya. Encadena personajes en cine y televisión pero, tras el telón, su papel es el de una mujer solidaria y luchadora que no duda en ponerse la bata de enfermera en la pandemia o enseñar teatro en un barrio chabolista

La actriz y directora compostelana Nerea Barros. ANDRÉS LUJÁN

Cuenta Nerea Barros (Santiago, 1981) que llevaba muy dentro, ya de niña, la pasión por actuar. No dejaba pasar ni una sola oportunidad para subirse a un escenario: daba igual que fuera la obra de Navidad del colegio o el coro de la iglesia. Tenía un objetivo claro y estaba dispuesta a alcanzarlo. Sin embargo, no quiso verbalizarlo hasta poder demostrar que realmente valía para ello.

Esa oportunidad le llegó a Nerea cuando tenía 14 años y el director Xavier Bermúdez pasó por su instituto para realizar un casting en busca de la protagonista de su próxima película, “Nena”. Nerea, por supuesto, fue la primera en apuntarse y su talento innato convenció inmediatamente al director.

A partir de ahí, la carrera de la santiaguesa no ha parado. Al fenómeno de “El tiempo entre costuras” le siguió el Goya a Actriz Revelación por “La isla mínima” (2015) y numerosos papeles en cine y series como “La isla de las mentiras”, “El sabor de las margaritas”, “Operación Marea Negra” o, la más reciente, “La novia gitana”. Pero no se ha quedado aquí. Nerea ha dado el salto a la dirección con el cortometraje documental “Memoria”, que ya ha recorrido festivales nacionales e internacionales y ganado numerosos premios.

  • ¿Quién soy?

    “Una mujer en constante búsqueda”

En la familia de Nerea, ni en sus antepasados, había ningún actor. Su padre, pontevedrés, José, soñaba con ser médico, pero por diversas circunstancias estudió Matemáticas y opositó a profesor. Su madre, santiaguesa, Mª Carmen, cuidaba de sus tres hijos y de sus padres y, siempre que podía, ayudaba en una floristería con su talento natural para decoraciones florales. “Mi madre era muy creativa y en mi familia son todos muy emocionales; en mis personajes siempre hay una parte de las mujeres gallegas con las que me he criado”, asegura la actriz.

En Nerea, la menor de los hermanos, depositó su padre la ilusión de que estudiara Medicina. La joven, que no quería defraudarle, optó por Enfermería, que cursó en Pontevedra, aunque su mirada seguía puesta en las cámaras. “Descubrí una profesión increíble, que me enseñó mucho sobre el ser humano, pero yo tenía que perseguir mi sueño, no el suyo, y no podía vivir sin la actuación”, justifica. Así, tras cinco años compaginando su trabajo en el Hospital Clínico de Santiago con pequeños papeles, el Arte Dramático y la danza, Barros tomó la decisión de mudarse a Madrid y apostar a tope por su futuro como actriz.

La actriz Nerea Barros con sus padres en una imagen de su infancia Cedida

Nerea no ha desaprovechado el tiempo y en estos 16 años que lleva en Madrid ha luchado “como una jabata” hasta conseguir su hueco en el cine, teatro y televisión. También ayudó, asegura, el “factor suerte”, que muchas veces le ha sonreído.

El premio Goya a la Mejor Actriz Revelación por su papel en “La isla mínima” la ayudó, sobre todo, a sentirse apoyada y valorada por los profesionales. “Sentí una gratitud muy honda y me dio prestigio”, afirma. Pero mantuvo los pies en la tierra.

Nerea practicando una de sus grandes aficiones, el kitesurf

Nerea practicando una de sus grandes aficiones, el kitesurf Cedida

Siempre es feliz cuando el rodaje es en Galicia -como en “La isla de las mentiras” o en “Operación Marea Negra”, que en agosto finalizó la segunda temporada- ya que aprovecha para estar con su familia y, si le queda algo de tiempo, practicar surf, una de sus grandes aficiones.

Nerea vive ahora un “momento precioso”. Tras el éxito de la primera temporada de la serie de Paco Cabezas “La novia gitana”, empieza el rodaje de la segunda a finales de mes; estrena “Fortuna” y, mientras, la actriz no para de recoger premios, tanto por su papel protagonista en el cortometraje “36” como, sobre todo, por su debut como directora con el corto documental “Memoria”.

Nerea durante el rodaje de Memoria Cedida

“Llevaba cinco años poniendo mi creatividad al servicio de los trabajos de otros. Aprendí mucho sobre realización, montaje y cámara trabajando en los documentales de Hernán Zin ‘2020’ y Morir para contar’, hasta que me dije que había llegado mi momento de empezar a crear. Además, creo que es la manera más sana de enfrentarme a mis preocupaciones”, explica.

Resume en tres sus principales obsesiones: las personas mayores, las mujeres y el cambio climático. Y alrededor de ellas teje “Memoria”, corto en el que denuncia la destrucción a la que estamos sometiendo el planeta, centrándose en esta primera parte -de las tres que tendrá el proyecto- en la desaparición del Mar de Aral (Uzbekistán), mediante la relación entre un abuelo y su nieta. “Tal y como me enseñaron mis abuelos, creo que tenemos que volver a conectarnos con la naturaleza y recuperar el legado de los mayores para entender quiénes somos”, reflexiona. En la reciente gala de los premios Pávez, Barros fue la gran triunfadora al recibir nada menos que cuatro estatuillas como directora por “Memoria” y la de Mejor actriz por “36”. Y en Curtocircuito -“el festival en el que me crié como espectadora”- recibió el Premio CREA a la mejor dirección gallega. La última buena noticia es que “Memoria” ha sido preseleccionado para los Premios Goya.

Nerea Barros es una mujer de acción. Ni puede ni quiere conformarse con ser mera espectadora de la realidad. Interviene ahora como directora, pero también lo hizo durante la pandemia cuando, mientras rodaba “2020”, volvió a ponerse la bata de enfermera y trabajó en una residencia de ancianos. “Me hervía la sangre por todo lo que estaba pasando y no podía hacer otra cosa que intentar ayudar. Quería buscar culpables y lo que me encontré fue a un montón de heroínas y héroes que seguían al pie del cañón”. Tampoco dudó en impartir clases de teatro en la Cañada Real, una zona chabolista a las afueras de Madrid. “Me aportan mucho más de lo que doy yo”, afirma contundente.

La actriz y directora no teme al paso del tiempo. “Lo que no podemos permitir es que en el cine pongan a un hombre de 60 años con una de 20, a no ser que sea preciso a nivel dramático, o que los personajes femeninos se queden en mujeres de, novias o amantes”, advierte. A ella le atraen los personajes de mujeres valientes, como Elena Blanco, la policía que encarna en “La novia gitana”, en los que proyecta toda la fuerza de esa mirada suya.

Tampoco renuncia a la maternidad, “sola o acompañada; es una necesidad para mí”, afirma. De momento vive con sus tres gatos, a los que adora, y sigue adelante, con la genuina fuerza de las mujeres gallegas.

Las pioneras: Elena Jordi, la primera directora de cine española

La actriz y directora Elena Jordi CIMA

Elena Jordi (Barcelona, 1882-1945) fue una actriz, empresaria y cineasta que se convirtió en la primera directora de cine española con la película “Thaïs” (1918).

Separada muy joven y madre de dos hijas, Elena montó junto a su hermana Tina un pequeño estanco que convirtieron en un espacio de reunión concurrido por personajes del mundo cultural, artístico y periodístico.

Allí conoció al hijo del escenógrafo Soler i Rovirosa, que le permitió introducirse en el mundo del teatro. Jordi debutó con papeles pequeños hasta que en 1914 fundó la Compañía Catalana de Vodevil Elena Jordi y refinó ese tipo de espectáculos parisinos.

Elena comenzó a hacer cine junto a su hermana y a colaborar con la productora Studio Films y en 1918 se lanzó al mundo de la dirección de cine con la película muda “Thais”, un corto sobre la ópera de Massenet en el que también interpretó el papel de protagonista.

Después de lanzar su primer filme, sus apariciones en pantalla y escenarios se diluyeron y murió en total anonimato.

Compartir el artículo

stats