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Gallegos a la vanguardia

“Las sustancias psicodélicas van a revolucionar los tratamientos mentales”

Rocío de la Fuente González investiga nuevos medicamentos para enfermedades neurodegenerativas, ansiedad o esquizofrenia en la Monash University de Melbourne, la primera del mundo en investigación farmacéutica

La investigadora gallega Rocío de la Fuente, en Melbourne. FDV

La solución al estrés, la depresión o las adicciones podría estar en las sustancias psicodélicas como la psilocibina, presente en los hongos alucinógenos, o el LSD. Rocío de la Fuente González (Buenos Aires, 1986), investigadora de la Monash University y el Neuromedicines Discovery Center de Melbourne, forma parte de la comunidad científica internacional que busca cómo aplicarlas al desarrollo de nuevos fármacos mucho más efectivos y sin efectos secundarios.

“Durante muchos años hemos visto innovaciones en los fármacos contra el cáncer o las enfermedades metabólicas, pero la depresión, la ansiedad o incluso la esquizofrenia siguen con los mismos desde hace 20 o 30 años. Son medicamentos de primera y segunda generación con unos efectos secundarios brutales y estos nuevos tratamientos resultarían revolucionarios porque hay ensayos clínicos que demuestran que con dos o tres dosis se pueden tratar de forma definitiva enfermedades que a día de hoy son crónicas”, destaca.

Un giro radical en la vida de millones de personas afectadas por estas dolencias en todo el mundo: “Ya no son un tabú como antes y el aislamiento generado por el COVID, además de fomentarlas, nos ha hecho más conscientes de ellas y que le demos más importancia”.

"Quizá en un plazo no muy lejano tengamos medicamentos que, con solo dos o tres dosis, puedan curar la depresión o la ansiedad"

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Así que el objetivo es desarrollar compuestos con las mismas propiedades que las sustancias psicodélicas pero eliminando los compuestos alucinógenos. “Todavía queda mucho por investigar porque los pacientes deben tener un perfil muy concreto, pero se está avanzando muy rápido y quizá en un plazo no muy lejano tengamos medicamentos que, con solo dos o tres dosis, puedan curar la depresión o la ansiedad. Es un campo fascinante”, subraya.

Rocío es descendiente de emigrantes gallegos. Su abuela era de Muros, su abuelo de Vilaxoán y su madre se casó con un argentino de raíces italianas y españolas. Cuando ella tenía 4 años, la familia se estableció en Santiago y su vocación por la ciencia se despertó mientras estudiaba el Bachillerato en el Rosalía de Castro, tras escuchar una charla de Ángel Carracedo.

“Me pareció muy interesante y como entonces no existía la carrera de Genética me fui a estudiar Biología a la Autónoma de Barcelona”, relata Rocío, que acabó por confirmar su destino profesional con un máster en Biología del Desarrollo y Genética tras el que realizó una estancia en el Beatson Institute de Glasgow.

Desde Escocia regresó a Santiago para realizar un doctorado en el CiMus (Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas). Se incorporó al grupo BioFarma que lidera la catedrática Mabel Loza y empezó a trabajar con los receptores GPCR, a los que se dirigen alrededor del 40% de los fármacos. Su tesis se centró en la esquizofrenia y el receptor de serotonina 5-HT2A. La defendió el día de su cumpleaños, el 14 de octubre, y unos meses después, en enero de 2017, llegó como investigadora postdoc a la Monash Universitiy, una de las más activas en investigación de toda Australia y la primera del mundo en Farmacia y Farmacología, por encima de Harvard, según el último ranking QS.

Rocío, en el campus de Parkville Cedida

Rocío forma parte del grupo Molecular and Translational Drug Discovery, integrado por farmacéuticos, biólogos y bioquímicos que investigan con distintas técnicas los mecanismos moleculares relacionados con los GPCR implicados en enfermedades neurodegenerativas y mentales: “Ahora mismo tenemos tres proyectos en colaboración con una farmacéutica francesa para probar sus compuestos en líneas celulares y en ratones. Y además también hacemos investigación académica para el descubrimiento de nuevos fármacos”.

Y como parte del NDC, con apenas un año de vida, el grupo se enfoca a los estudios con compuestos psicoactivos. “Estoy encantada porque hay una cultura de trabajo sana, de cooperar entre todos para sacar adelante los proyectos. Y los supervisores actúan como mentores, te preguntan cuáles son tus objetivos y te ayudan a alcanzarlos. Hay muy buen ambiente y puedes crecer en tu carrera profesional”, celebra.

Rocío junto a unos canguros

Ésta es una de las razones que la animaron a seguir en Australia aunque su previsión inicial era quedarse solo dos o tres años. “Laboralmente estoy muy contenta y Melbourne es muy europea, con una mentalidad parecida a la nuestra. Te falta el contacto continuo con los tuyos, pero tienes que poner todo en una balanza. Así que la idea es quedarnos un poco más de tiempo, aunque no definitivamente”, avanza Rocío, cuya hija de tres años conoció Galicia por primera vez este verano.

“No volvíamos a casa desde 2018 y a ella le encantó conocer a toda la familia y a los amigos. Y también la comida. Se lo pasó muy bien”, comenta entre risas Rocío, cuya pareja también es de Galicia. “Veníamos a Australia pensando en sol todo el año y el primer invierno nos morimos de frío. Pero me encanta el otoño de aquí, porque tienes temperaturas de 20 y 22 ºC”, añade.

La investigadora Rocío de la Fuente en la playa en Australia

Rocío sigue en contacto con sus compañeros de Santiago –”Siempre he tenido mucha suerte y en todas las etapas he conocido a gente que hoy son mis amigos y con los que hablo todas las semanas por whatsapp”– y lamenta que muchos investigadores gallegos no tengan oportunidades para regresar. “Es una pena porque el país ha invertido dinero en nuestra formación. Y hay mucha gente buena por ahí fuera. Mis compañeros de la USC son todos excepcionales, capaces de pensar por sí mismos y adaptarse a cualquier situación”, aplaude.

Mientras tanto, Rocío sigue subiendo peldaños en su carrera en Melbourne y sin perder de vista su sueño: “Me encantaría crear mi propia empresa, pero aún me faltan recursos y mucho rodaje. Sería como la máxima meta”.

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