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Gallegos bajo los tres palos del Madrid

Durante tres décadas, de 1968 a 1997, el equipo merengue confió la defensa de su portería a cuatro guardametas gallegos. Miguel Ángel, Amador, Agustín y Buyo nos relatan cómo lo vivieron y cómo ha cambiado el fútbol

De izquierda a derecha, Amador, Miguel Ángel, Agustín y Buyo

La estelar actuación de Thibaut Courtois en la final de la Champions League ha convertido al portero belga en héroe al ser uno de los principales artífices de que el Real Madrid se haya alzado con su décimo cuarta copa europea en la final disputada frente al Liverpool en París. Ese protagonismo del arquero, jugador que suele salir como el peor valorado del cuadro de los once cuando encaja algún tanto decisivo, nos recuerda que la meta del club merengue ha estado durante 29 años salvaguardada por cuatro gallegos actualmente retirados del fútbol profesional

Entre 1968 y 1997 Miguel Ángel González Suárez (de 1968 a 1986 en el Madrid), Amador Lorenzo (de 1974 a 1977), Agustín Rodríguez (de 1980 a 1990) y Paco Buyo (de 1986 a 1997) se fueron sucediendo e incluso compartiendo puesto en el equipo blanco. Hablamos con ellos sobre cómo llegaron, tres de ellos al inicio de sus carreras deportivas, su paso por “el mejor club del mundo, el más laureado y el más admirado” según indica Buyo, qué suponía ser jugador del Madrid en su época y las diferencias entre el fútbol que ellos vivieron y el de ahora.

Miguel Ángel IÑAKI OSORIO

“Viví la final de la Champions sabiendo que lo íbamos a pasar mal pero con la esperanza de que íbamos a ganar”, comenta Miguel Ángel (Ourense, 1947), para quien la imagen de seguridad que transmitió Courtois, convencido de que no iba a encajar ningún tanto, tuvo mucho que ver en “conseguir una Champions con la que nadie contaba, en principio, por cómo fue el desarrollo del campeonato”. En su mente, un recuerdo de la final perdida en 1981, también contra el Liverpool y también en París, en la que él estuvo pero no jugó debido a una lesión. “Me quedé con la satisfacción de decir ‘esta vez sí les hemos ganado’ y también con la sensación de lamentar que los que entonces jugamos la Copa de Europa no conseguimos ningún título para el Madrid”, comenta.

Miguel Ángel se confiesa madridista desde su infancia, cuando el fútbol era motivo frecuente de enfrentamiento con su hermano, seguidor del Barça. Jugando de guardameta en el segundo equipo del Ourense, con 19 años, un ojeador del Real Madrid se fijó en él. “Fui prestado para jugar con el Celta un partido amistoso en Madrid y no lo debí hacer mal porque a los diez o quince días recibí un telegrama para hacer la prueba definitiva. La hice, me ficharon y allí estuve hasta que me retiré con 38 años”, resume el que fue portero madridista durante 18 temporadas -jugó una cedido en el Castellón-, además de guardameta de la selección española.

Francisco Buyo DAVID CASTRO

Paco Buyo (Betanzos, 1958) entró a defender la portería merengue en 1986, justo el año en que se retiraba Miguel Ángel. En su caso ya no se encontraba al inicio de su carrera deportiva, pues ya había sido jugador profesional en equipos como el Deportivo y en el Sevilla. El club madridista ya se había interesado anteriormente por él, cuando tenía 17 años, “pero en aquel momento ya contaban con cuatro porteros -entre ellos Miguel Ángel y Agustín- y el Dépor quería que siguiese unos años más, así que esa operación no se concretó aunque para mí supuso un aliciente para seguir esforzándome en mi carrera deportiva que estaba comenzando en esos momentos”.

Intervención de Paco Buyo defendiendo la portería merengue

El Gato de Betanzos -así era su apodo- se considera madridista casi de nacimiento y recuerda los partidos a los que asistía con su padre desde los cuatro años o cinco años en Riazor, donde el Madrid de Camacho, Pirri, Santillana y Juanito participaba como asiduo invitado al trofeo de verano Teresa Herrera. “El Madrid es el equipo de mi corazón, aunque eso no quitaba que quisiera ganarle cuando jugaba en el Dépor o el Sevilla”, aclara.

El que fue guardameta en la etapa conocida como Quinta del Buitre considera que el Madrid siempre ha levantado pasiones. “Los partidos que jugábamos a los finales de los 80 y los 90 contra el Barça siempre se consideraban los partidos del siglo. Y cuando había Champions, el Bernabeu se llenaba hasta la bandera, como ahora”.

Amador Lorenzo Ricardo Grobas

Amador Lorenzo (Bueu, 1954) se considera culé de sentimiento desde niño. “En mi pueblo el 90% era del Madrid, no sé si fue por llevar la contraria pero desde crío tanto mi hermano como yo éramos del Barça”. Esa pasión por el equipo catalán, del que también fue portero y actualmente colabora con la secretaría técnica como ojeador, no fue ningún obstáculo para que le fichara el Madrid cuando tenía 17 años y ya había debutado en el Pontevedra y en la selección nacional juvenil. “En aquel momento mi club tenía el derecho de retención sobre mí y decidió traspasarme al Madrid entre varias ofertas que había recibido por mí. Y yo encantado”, explica desde la galería de cerámica de Sargadelos que dirige en Vigo actualmente.

Aunque apenas jugó partidos oficiales con el primer equipo, Amador califica como muy bueno el ambiente del Madrid en el periodo en que militó en él, entre 1974 y 1977. “Recuerdo sobre todo la gran relación de intimidad que tuve con Miguel Ángel, en aquel momento portero de la selección española, del que aprendí lo poco que pueda saber, sobre todo sobre el sacrificio, el tratar de mejorar día a día. Era un espectáculo verlo entrenar siendo el número uno de España”, relata.

Amador en los años 70

Del guardameta ourensano también guarda como anécdota la reprimenda que le echó cuando de decidió abandonar la plantilla del club merengue, que le había ofrecido renovar por tres años. “Llegué a Madrid de pasar las vacaciones en Galicia con la decisión de que me quería marchar porque con 22 años necesitaba jugar, demostrarme a mí mismo lo que creía que llevaba dentro, y en el Madrid lo tenía muy difícil con Miguel Ángel de titular. Después de muchos tiras y aflojas con Raimundo Saporta, el que mandaba en aquel momento, conseguí que me dejaran marchar, pero no me libré de la bronca de Miguel, una de las más grandes que me han echado en mi carrera deportiva. Me decía que tenía que tener paciencia. Y tenía razón, pero mi ambición por realizarme plenamente pesó más y me fui”, narra.

Agustín Rodríguez en la actualidad

Agustín Rodríguez (Marín, 1959) volvió a reaparecer en los medios de comunicación estos días a solicitud de la prensa deportiva inglesa y española que lo llamaron para que rememorara su intervención como portero del Madrid en la final contra el Liverpool disputada en 1981. “Llegamos a la final sin ni siquiera haber ganado la Liga, ya que habíamos empatado a puntos con la Real Sociedad , que nos superó en golaverage. Yo estaba recién incorporado al primer equipo y había entrado en la portería a falta de cinco jornadas para acabar la liga por las lesiones de García Remón y de Miguel Ángel”, recuerda Agustín indicando que la situación del Madrid de entonces poco tenía que ver con la de ahora, “que llegó tras haber ganado la liga con remontadas históricas”.

Socio abonado del Madrid desde que se retiró del fútbol activo, Agustín asiste en ocasiones a los partidos del Bernabeu. “Este año he tenido la oportunidad de ver grandes encuentros basados en la emoción, en el sentimiento, que es lo que a la gente más le mueve en situaciones en las que acabas ganando”, explica. Sobre sus diez años de guardameta en el club merengue, de 1980 a 1990, no guarda especiales recuerdos, “ni vídeos ni fotos” porque, según dice “no soy persona de guardar cosas del pasado”. Y precisamente rememorando tiempos pretéritos comenta que de niño jugaba a todos los deportes que se le pusieran por delante: baloncesto, balonmano, voleibol,... “Al fútbol me gustaba jugar con mi equipo del Couto, que ahora es el Areosa, que se mantiene en Vigo y que fue pioneros en el ‘juego bonito’ de la ciudad. En aquella época solo veías un partido en blanco y negro los sábados por la noche y la fascinación la sentías por los futbolistas de tu tierra, por los jugadores del Celta que veía tomándose algo en una cafetería en Gran Vía cuando iba al instituto Santa Irene”, explica.

Paco Buyo y Agustín Rodríguez antes de disputar un partido en Oporto

Paco Buyo y Agustín Rodríguez antes de disputar un partido en Oporto FDV

Con catorce años le llamaron para incorporarse al Real Madrid y con 16 Agustín ya entrenaba con la primera plantilla. “No me planteé si iba a vivir del fútbol ni me parecía nada especial, creo que también porque a mi padre tampoco le parecía que fuese nada del otro mundo, aunque sí lo recuerdo como algo ilusionante de mi juventud. Dejé Galicia, a la familia, a los amigos, empecé a vivir en una pensión y a compatibilizar lo mejor que podía los estudios con los entrenos. Luego vino la selección, los partidos en martes, miércoles y jueves y ya me vi metido en la vorágine profesional”, relata.

Esa fascinación que suscitan las estrellas del fútbol en la actualidad no se vivía del mismo modo en los 80. “Salíamos del entrenamiento por la puerta de la calle, sin policía, recibíamos a la gente, firmábamos autógrafos, nos hacíamos fotos con los seguidores que nos lo pedían, cogías tu coche y te ibas para casa. Ahora es todo más cerrado”, comenta Agustín.

El equipo de las remontadas

Para Miguel Ángel, las simpatías que cosecha el Real Madrid en toda España “tienen que ver tanto con los éxitos que te atraen cuando eres niño como con pequeños detalles como que te regalen un llavero del equipo”. Y hay un ingrediente clave con el que asocia al club merengue, tanto al de sus 18 años de carrera deportiva como al de ahora: las remontadas. “Las nuestras eran que veníamos de unos partidos donde recibíamos un resultado en contra y llegábamos al Bernabeu sabiendo que el rival tenía que aguantar 90 minutos para salir triunfante. Las de ahora se dan en un partido que empiezas con el marcador en contra. La filosofía del Madrid era y es pelear hasta el último momento, no dar nunca un partido por perdido hasta que acabe”.

El ambiente del vestuario

Paco Buyo, que sigue vinculado con el club como colaborador en algunos eventos, integrante de la asociación de exjugadores que ayuda a veteranos del club con problemas económicos y asiduo visitante los martes y jueves a la Ciudad Deportiva, considera que otra de las bases del éxito del club merengue es cuidar el buen ambiente entre la plantilla. “El capitán no se elige, son los cuatro jugadores más veteranos los que tienen la obligación de inculcarles a los nuevos lo que supone el club, vigilar por el buen ambiente del vestuario y por la armonía. Nosotros cuando ganábamos un partido en fin de semana, salíamos a cenar la mayoría con sus mujeres y novias. Eran cenas de treinta personas”, relata. Y esa relación que forjó con algunos de sus compañeros aún la mantiene con exjugadores de su quinta como Hugo Sánchez, Maceda, Schuster o Agustín, y también con jugadores de otras épocas como Pirri o Amancio.

Miguel Ángel el día que firmó por el Madrid en 1968.

Miguel Ángel el día que firmó por el Madrid en 1968. FdV

Miguel Ángel , que vive a caballo entre Ourense y Madrid, también suele reunirse con veteranos del club merengue en la ciudad deportiva. “Si tengo que decir jugadores que me vengan ahora a la mente, diré en general la relación extraordinaria con los porteros, a los que nunca vi como rivales sino como compañeros con los que entablar una amistad, hablar e incluso aconsejar. Ese ha sido mi lema durante el tiempo que he estado en el fútbol”.

Sentir la camiseta

El exguardameta ourensano ofrece una visión más amplia de los cambios que vivió en el vestuario por haber estado en él casi dos décadas. “Viví la época en que todos éramos españoles, luego la llegada de dos extranjeros. Teníamos un sentimiento mayor de lo que era vestir la camiseta del Madrid, tal vez porque éramos todos de casa, españoles. Ahora somos más internacionales, hay mucha más gente de otros países y aunque tengan el sentimiento de decir que el Madrid es su mejor opción, el mejor equipo en el que puedan jugar, no lo viven del mismo modo”, relata.

“Ahora hay más marketing y el futbolista tiene más facilidades para todo. Nosotros teníamos dificultades hasta para ser tratados con médicos y en clínicas”

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También han cambiado bastante las cifras que se manejan en los fichajes y el negocio que se genera en torno al fútbol. “Ahora hay más marketing y el futbolista tiene más facilidades para todo. Nosotros teníamos dificultades hasta para ser tratados con médicos y en clínicas”, explica Miguel Ángel. Aunque “ganábamos una cantidad de dinero que no estaba al alcance de cualquiera en la época” -dice Amador-, esos montantes que les daban para vivir bien y ahorrar se han visto incrementados considerablemente, sobre todo en los fichajes estrella. “En el fútbol siempre se han pagado grandes cantidades a jugadores buenos, es una industria que hay que alimentar, necesitas grandes fichajes para conseguir contratos de televisión y de publicidad. La cuestión es que los clubes tienen que hacer una gestión económica efectiva y ejemplar como la que tiene el Madrid, no como otros equipos que tienen una cantidad insultante de deuda y quieren seguir fichando antes de sanear sus cuentas. En otros lugares ya estarían descendidos”, manifiesta Paco Buyo.

Las negociaciones sin representantes

Sea como sea, lo que en los años 80 del siglo pasado movía la NFL o la NBA y era visto como algo lejano por los profesionales del fútbol en España, según comenta Agustin, hoy se ha trasladado al mundo del balompié europeo. Lejos quedan los tiempos en que era el propio jugador el que tenía que negociar las condiciones de sus contratos con los directivos, algo que Miguel Ángel califica de “desagradable” porque “las discusiones eran duras y no dejaban buen poso”; o cuando menos era desequilibrado, ya que “ellos te ofrecían, si lo querías bien y si no, te ibas”, apunta Agustín. “Los tiempos han cambiado y ahora los jugadores ganan en proporción del beneficio que generan a su club. Eso me parece bien, lo que ocurre es que a veces se hacen inversiones astronómicas que conllevan poco rendimiento. El jugador tiene que tener un buen sueldo, pero el representante, el que se sienta a discutir por un contrato, no sé por qué tiene que tener tanto beneficio, tal vez porque habla muy bien o porque evita al futbolista tener pelearse con su club”, reflexiona Miguel Ángel.

Ser portero

Ser portero de un equipo de fútbol resulta en ocasiones ingrato. “La gente se fija más en él cuando falla. Si mi hijo quisiera dedicarse al fútbol le aconsejaría otro puesto”, sostiene Amador, quien explica que lo de ser guardameta resultó una herencia de crío, de cuando lo colocaban bajo la portería por ser el menor de la pandilla de amigos, pese a que se manejaba bien con el pie. Buyo explica que él no siempre fue arquero y que en el Ural, equipo de Augusto César Lendoiro en el se inició en el balompié, combinaba su puesto bajo los palos con el de extremo derecho. “Llegué a ser el jugador menos goleado y el máximo goleador del campeonato. Luego, de juvenil, tuve que elegir y ahí empezó mi idilio con la portería”, nos cuenta.

En el caso de Miguel Ángel, que hasta los 17 años jugó al baloncesto, la decisión de defender la portería “tal vez vino porque procedía de un deporte en el que jugaba con las manos. Es un puesto de mayor responsabilidad para el que hay que tener una cabeza especial, no somos jugadores que nos desahoguemos haciendo esprintes, corriendo, entrándole a un contrario; estamos solos esperando y concentrados para que cuando llegue el equipo contrario no te meta un gol”, dice.

El marinense Agustín Rodríguez defendiendo la portería del Madrid.

El marinense Agustín Rodríguez defendiendo la portería del Madrid. FDV

Agustín asumió el puesto “con naturalidad, para lo bueno y lo malo”. “Sabes que no le puedes gustar a todo el mundo, que hay quien te pondrá a parir cuando lo haces mal y no te menciona si lo haces bien”, explica.

El fútbol que se jugaba hace 50, 40 y 30 años difiere del que se practica en la actualidad, a juicio de estos porteros ya retirados. “Ha evolucionado para mejor, tanto en el aspecto físico como táctico y en la repercusión mediática; ahora, como digo yo, televisan hasta los enterramientos, todos los partidos de cada jornada; en mi época de jugador emitían uno a la semana y los equipos grandes acaparaban el 80% de esas emisiones”, explica. “Ha cambiado todo, tanto el trabajo técnico como táctico, campos de entrenamiento y de juego, preparadores personales, fisioterapeutas, alimentación... Antes éramos un grupo de amigos que nos juntábamos para jugar y conseguir lo máximo, dentro de unas condiciones que en el Madrid eran mejores que en la mayoría de clubes del resto de España”, secunda Agustín.

Y llegaron las mujeres

Lo que antes era “cosa de hombres” ha ido conquistando con el paso del tiempo a las mujeres, que se han incorporado al universo del fútbol tanto como aficionadas, jugadoras y profesionales de medios de comunicación especializadas en ese deporte. Respecto a estas últimas, Buyo, el que jugó en una época más reciente, menciona que en los 90 ya había mujeres referentes en la prensa deportiva. Menciona a Maricarmen Izquierdo, Olga Viza o Carmen Colino. Amador recuerda “un par de especialistas en fútbol” en su etapa en el Barcelona hace 40 años y defiende que “como en todos los ámbitos de la sociedad, la mujer tiene que estar en igualdad de condiciones”.

Una igualdad que de momento no se traduce en el terreno de juego, pese a que la atención mediática y de seguidores a los equipos femeninos ha experimentado un auge en los últimos años. “No sé si podrá llegar al nivel del fútbol masculino por la cultura que tenemos en España y Europa. Para que siga progresando necesita el apoyo de todos los clubes de primera división, el impulso de la sociedad y el de las instituciones”, considera Buyo. “Por su forma de jugar, llegará a ser más espectacular que el masculino, porque es más elegante, con menos contacto, como el fútbol de hace muchos años”, augura Amador. “Se les ve una gran ilusión; les hace falta tiempo y tablas porque se puede decir que han llegado hace poco al fútbol”, tercia Miguel Ángel.

Sobre Iago Aspas

Aprovechamos la charla con cuatro exprofesionales gallegos del fútbol para preguntarles su opinión sobre la no inclusión de Iago Aspas en la selección española. “Luis Enrique tiene esas cosas ilógicas, en Vigo lo conocéis bien. Por su talento y calidad, Aspas tiene cabida y debía estar en la selección. Ha hecho méritos, igual que Nacho Fernández, jugador del Madrid”, dice Buyo. “Se dan varias circunstancias: tenemos a un seleccionador con una personalidad grande que conoce a Aspas al 100% porque lo entrenó en el Celta. Tiene un grupo que le ha ido bien al incorporar a gente nueva y en el puesto de Aspas tiene a Morata y a De Tomás, que son más jóvenes , y han hecho méritos. Aspas hizo más méritos la pasada temporada que esta”, resume Amador.

Buyo sobre Aspas: “Por su talento y calidad, tiene cabida y debía estar en la selección. Son cosas de Luis Enrique”

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“Es un delantero con una calidad impresionante, rara pero muy grande. Sin duda es un jugador destacado y valorado hasta por el seleccionador, que ya ha contado con él. Si no está en la selección es porque en este momento Luis Enrique busca otro estilo de juego”, considera Miguel Ángel. “Me gusta Aspas, es un jugador que ha hecho grandes partidos en los últimos años en el Celta, pero igual el entrenador considera que sus condiciones no son aptas para lo que él quiere. Como no lo sé, prefiero no opinar”, manifiesta Agustín.

3. Amador en su etapa del Madrid y ahora.

Diego López, el arquero de Lugo que disputó el puesto a Íker Casillas

El actual portero del Espanyol regresó al Madrid por la lesión del entones meta titular del equipo

Diego López (Paradela, Lugo, 1981) disputó al mismo Íker Casillas la titularidad en la portería del Real Madrid. El club recurrió a él en enero de 2013 por la lesión del legendario guardameta merengue y tramitó el fichaje con el Sevilla, donde el gallego había sido suplente de Palop y segundo portero titular tras la marcha de Javier Varas.

En su primera temporada de regreso al club, donde ya había militado en las categorías inferiores desde el año 2000 y fue guardameta suplente del primer equipo hasta su fichaje por el Villareal en 2007, disputó doce partidos. Fue la salida de José Mourinho y la incorporación de Carlo Ancelotti como entrenador del primer equipo lo que le dio la titularidad como portero del Madrid en la Liga -Íker Casillas ostentaba ese puesto en los partidos de la Copa del Rey y la Liga de Campeones.

En 2014, tras el fichaje de Kaylor Navas, el Real Madrid decide traspasarlo al Milán, donde estuvo hasta agosto de 2016 y desde donde fue cedido al Espanyol, equipo en el que todavía tiene ficha hasta el 30 de junio de este año.

Formado como futbolista en los equipos de su pueblo natal y en la cantera del Club Deportivo Lugo, al que perteneció desde 1994 hasta 2000, López fue convocado para la selección española de Vicente del Bosque en 2009, debutando en un amistoso contra Macedonia que ganó España 2 a 3.

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