Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mujeres fuera de serie

La mujer que escribió “teleco” en femenino

Edita de Lorenzo fue la primera directora de la Escuela de Telecomunicaciones de Vigo y la primera de una facultad de ingeniería de toda Galicia. Luchó contra los prejuicios y hoy sigue promoviendo la igualdad en las carreras tecnológicas

Edita de Lorenzo, en la Escola de Enxeñaría de Telecomunicación de Vigo. pablo h. gamarra

Edita de Lorenzo asegura que es, ante todo, una mujer práctica. Sin embargo, cuando uno habla con la que fue la primera mujer al frente de una facultad de ingeniería en toda Galicia, en seguida percibe que también es una gran soñadora.

Sí fue ese pragmatismo el que primó a la hora de decidir hacia dónde quería encaminar su futuro esta viguesa nacida en Nogueira de Ramuín. Edita, primera mujer directora de la Escuela de Telecomunicaciones de Vigo, también fue pionera cuando, en 1986, se matriculó en la recién estrenada facultad de “Teleco” de la ciudad, junto a tan solo una decena de chicas. Pero Edita nunca le dedicó mucho tiempo a pensar que estaba abriendo nuevas puertas a las mujeres. Simplemente, estaba y sigue estando convencida de que no existe ninguna carrera ni ningún oficio que no pueda realizar una mujer por el mero hecho de serlo.

  • ¿Quién soy?

    “Una persona curiosa y muy analítica que disfruto con las cosas pequeñas”

Edita nació en una aldea de Ourense y sus padres emigraron a Suiza, como tantos otros, en busca de un futuro mejor. Cuando la niña tenía 5 años decidieron que había llegado el momento de volver; eligieron Vigo como su nuevo hogar y el padre comenzó a trabajar en los Astilleros Barreras.

La niña -que estudió en el Colegio Mariano y después en el Instituto Santa Irene- destacaba como excelente estudiante, pero no solo en matemáticas y física, sino también en las asignaturas de letras. Sentía curiosidad por muchas cosas, pero a la hora de ir a la universidad le pudo su espíritu práctico. “Para mí, que había visto las dificultades laborales tan de cerca y el paro, lo esencial era estudiar una carrera que tuviera verdaderas salidas para poder valerme muy pronto por mí misma y dejar de ser una carga para mis padres”, justifica. Las ingenierías cumplían en aquel momento este requisito y justo cuando la viguesa cursaba COU se inauguró la Escuela de Telecomunicaciones de Vigo.

Edita de Lorenzo de niña

“Las chicas que queríamos estudiar una ingeniería teníamos que aguantar comentarios continuos sobre lo duras que eran estas carreras, especialmente para una mujer, insistían en que no íbamos a ser capaces… Hasta en el instituto nos dieron una charla sobre las distintas opciones y al preguntar las chicas por las ingenierías nos ponían mala cara… Te hacían sentir soberbia por querer aspirar a demasiado y te metían miedo en el cuerpo, mientras que hacia los chicos se mostraba orgullo. Pero yo decidí que al menos me daría un año para intentarlo”, recuerda.

Así, con la inseguridad metida en la mochila, Edita y otras once alumnas iniciaron la que sería la segunda promoción de Telecomunicaciones de Vigo junto a 125 compañeros varones. “No voy a decir que fuera fácil; de hecho, por primera vez me tocó estudiar en verano, pero conseguí sacar el curso completo y decidí seguir adelante”, cuenta. Y la experiencia, asegura, no fue en absoluto negativa. “Éramos la tercera escuela de ‘Teleco’ que había en España así que nos encontramos con alumnos y profesores de todas partes, por lo que fue muy enriquecedor”, describe.

Entre los profesores, se topó con algunos que practicaban un “machismo condescendiente” y a veces les hacían sentir fuera de lugar pero ese comportamiento no tuvo, afortunadamente, la suficiente fuerza como para que Edita abandonara su meta. El último año, de hecho, le ofrecieron una beca de colaboración y al finalizar surgió una plaza como profesora en Valladolid, que la viguesa no dudó en aceptar. “La docencia me gustaba desde siempre. Ya con 16 años daba clases de refuerzo a chavales para sacarme algo de dinero y sigo convencida de que la educación puede cambiar el mundo”, afirma.

Edita de Lorenzo con el Grupo Sistemas de Radio de la UVigo

Tras dos cursos en la universidad castellana, en 1994 salió una plaza en Vigo y De Lorenzo regresó a casa. Durante este tiempo, además, fue desarrollando su tesis, para lo que realizó varias estancias de investigación en la Northeastern University de Boston (Massachussets, USA) y se doctoró en 1997. “La situación de las ingenieras en Estados Unidos era aún peor que en España”, advierte.

“La mayor parte de los directores eran hombres y mayores y resultaba complicado para una mujer joven tratar de introducir ideas innovadoras”

decoration

En 1998 ya era titular en la universidad y en 2009 fue elegida directora de la escuela de Telecomunicaciones de Vigo, convirtiéndose en la primera mujer en acceder a este cargo. “Mi nombramiento coincidió con la reforma de los títulos. Teníamos que adaptarlos en tiempo récord al Espacio Europeo de Educación Superior (Plan Bolonia) y fueron meses de muchísimo trabajo, debates, comisiones…”. También de continuas reuniones con directores de escuelas de toda España, empresas, asociaciones y colegios profesionales donde el género predominante era el masculino. “La mayor parte de los directores eran hombres y mayores y resultaba complicado para una mujer joven tratar de introducir ideas innovadoras”, advierte. A pesar de las dificultades, el centro vigués consiguió sacar un interesante grado con cuatro especialidades novedosas.

Edita en primer término, durante el 25 aniversario de al Escola Enxeñería de Telecomunicación

En medio de todo aquel ajetreo, Edita confiesa que ni siquiera se percató de que era la primera mujer en Galicia directora de una escuela de ingeniería. “Me enteré cuando me hicieron una entrevista y me lo comentaron”, cuenta riendo.

La responsabilidad del cargo de directora brindó a Edita la oportunidad de tener una mayor visibilidad dentro y fuera de la institución y derivó en cargos de representación de la universidad en asociaciones y patronatos con una carga social importante. Entre ellos la viguesa destaca su participación en la Asociación PuntoGal, que con más de 100 socios nació para solicitar el dominio de internet .GAL para Galicia y que ahora lleva el registro de dicho dominio. “Por su carácter de asociación sin ánimo de lucro, aglutinador cultural y social, me encontré con un puente entre distintos ámbitos gracias al que pude conocer a personas y entidades dentro del ámbito cultural a las que posiblemente nunca habría accedido”, agradece.

Cuando se acabó el período de dirección de la escuela, le ofrecieron ser la Directora Xeral del dominio .GAL: “Fue una experiencia vital en un ambiente colaborativo muy enriquecedor. De alguna manera me permitió satisfacer otra parte de mi curiosidad, más allá de lo técnico y tecnológico, con una visión humanista, cultural y social”, afirma.

Con la Asociación PuntoGal en 2014

Durante los seis años en los que Edita dirigió la facultad puso especial énfasis en la promoción de la carrera entre las chicas, en realizar campañas de concienciación y en dar visibilidad a la mujer en la ingeniería. Estas reivindicaciones ya las había realizado la viguesa antes como cofundadora de la sección española del WIE (Women in Engineering), que forma parte de la Asociaciónn IEEE (Institute of Electrical and Electronic Engineering) y como vocal en la Unidad de Mujer y Ciencia de Galicia. “Intentamos mostrar a las mujeres que la ingeniería es un campo muy amplio y que el teletrabajo y la conciliación son fáciles de realizar aquí, lo cual también es una ventaja”.

A pesar de todos los esfuerzos, De Lorenzo lamenta que en los últimos años la presencia femenina ha ido bajando. “Llegamos a ser casi el 30%, tanto en alumnado como en profesorado, pero el porcentaje ha descendido en los últimos años hasta menos del 20%, y en ingeniería informática es incluso menor”, lamenta.

A la ingeniera le cuesta entender el empeño de las mujeres por creer que no van a ser capaces de sacar adelante estos estudios. “Las chicas que llegan aquí son muy vocacionales y su abandono es mucho menor que el de sus compañeros”, asegura, al tiempo que destaca la emoción “cuando te encuentras, años después, con alumnas que ya trabajan y están felices”.

"Nadie puede echar atrás a una niña que tiene curiosidad por montar y desmontar aparatos; son limitaciones ridículas”

decoration

La solución a este problema, opina, tiene que venir desde la educación Primaria. “Nadie puede echar atrás a una niña que tiene curiosidad por montar y desmontar aparatos, por crear un robot de Lego o que disfrutan en un taller de tecnología… Son limitaciones ridículas y hay que evitar que lleguen a desarrollar el prejuicio que vemos cuando crecen”, advierte.

En estos momentos Edita está inmersa en una línea de investigación de detección del cáncer de mama a través de microondas en lugar de los más perjudiciales rayos X. “Hoy todo lo relacionado con diagnóstico médico precisa de la telecomunicación y es un ámbito muy interesante”, cuenta. “Las ingenierías precisan de personas con creatividad y entusiasmo que tengan el aliciente de querer resolver problemas y, con sus trabajos, ayudar a las personas. La pandemia ha demostrado lo mucho que ha ayudado la tecnología para poder trabajar a distancia y en la escuela. Los drones permitieron una visión imprescindible del volcán de la Palma… La ingeniería es necesaria en todas partes”, reivindica.

Edita conserva esa ilusión que pide a los alumnos y, al menos en su caso, no se limita a la tecnología. La viguesa es una apasionada de la lectura – “mejor en papel”- y también se atreve con la escritura. Su móvil permanece apagado cuando se concentra en escribir relatos. “Hay cosas que siguen siendo fundamentales”, opina. “Muchos piensan que los ingenieros somos fríos y muy tecnológicos, pero no es así, nuestro impulso es contribuir a mejorar el mundo”, concluye la investigadora. 

Las pioneras: Hedy Lamarr, inventora de un sistema de comunicaciones

Hedy Lamarr en 1944

Hedwig Eva Maria Kiesler, conocida como Hedy Lamarr (Viena, 1914-Florida, 2000) fue una inventora austríaca y actriz con una historia de cine.

Hija única de un banquero y una pianista, en el colegio Hedy era considerada superdotada. Compleja e inquieta, abandonó los estudios de ingeniería, decidida a cumplir el sueño de ser actriz. Tras una breve carrera cinematográfica huyó de su marido, un rico fabricante austriaco de municiones con el que sufrió un verdadero calvario. Se embarcó destino a Estados Unidos y en el barco coincidió con el productor Louis B. Mayer, que le ofreció trabajo antes de llegar a puerto.

Protagonizó una treintena de películas y se convirtió en una estrella emergente en los años 30.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, desarrolló la patente de un sistema de guía por radio para torpedos aliados que utilizaba el espectro ensanchado y la tecnología de salto de frecuencia para vencer la amenaza de interferencias por parte de las potencias del Eje.

Hasta 2014 su trabajo no entró en el National Inventors Hall of Fame.

Compartir el artículo

stats