Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Karina falagan y Telmo Domínguez: biografías perdidas

La empresaria Karina Falagan, en una fotografía del estudio de Mary Quintero Mary Quintero

En mayo de 2013 murió mi amiga Karina Falagan, con la que me unía un largo tiempo de memoria y afectos, dos o tres días después de sentir su mano apretando la mía en el hospital desde una aparente inconsciencia, quizás el abatimiento que produce la consciencia de la despedida. En agosto de 2021 falleció Telmo Domínguez, con el que me distanciaban muchas cosas que ustedes ya imaginan y me unían otras tras compartir durante muchos años no pocos encuentros, conversaciones e incluso un viaje.

Los dos fueron personajes singularísimos en el mundo de la noche viguesa más vinculada a los ambientes del alterne con sus implicaciones conocidas, y con los dos me quedó como asignatura pendiente la realización de sus memorias. Debo decir que los dos habían consentido en ello, con Telmo ya las había empezado por escrito y con ella tratado muchas veces por nuestro pasado común maragato, y que fui yo quien retrasé el trabajo ante la duda de cómo constatar la veracidad de sus narraciones. Y se me fueron.

Karina Falagan, con Julio Iglesias. FDV

Me vino todo esto a la mente cuando, ordenando ayer mi mesa apareció el reciente libro de Susana Fortes “Tal como éramos”, en el que retrata la Galicia de su infancia por medio de frases cortas que comienzan por un “me acuerdo de” al modo que ya lo hicieron, como señaló el periodista Guillemo Altares, otros como el estadounidense Joe Brainard o el francés Georges Perec. Ella se acordará pero sabemos que es difícil distinguir un recuerdo verdadero de uno falso porque, aunque estemos hechos de la materia de los sueños, pueden ser engañosos hasta el punto de recordar de modo diferente dos personas que vivieron lo mismo. Yo no dispongo de las teorías de un sociólogo o un psicólogo sobre la materia pero sí de una praxis nutrida por las muchas biografías que, en formato periodístico, he publicado de gente nacida en Galicia o fuera de ella pero aquí significadas, y no me la dan con queso.

Fotografías cedidas por Carlos Leiro/Álbum personal de Karina Falagan Karina Falagan con Manuel Fraga

Con la memoria personal pasa algo parecido que con la memoria histórica que los gobiernos de turno o sucedáneos quieren imponer, y bien lo sabe la gente de mi generación, víctima del lavado de cerebro de la impulsada por el franquismo y lógicamente recelosa ahora ante la sacralización buenista que otros quieren difundir del régimen legal que perdió la guerra civil. Pero no es de la memoria histórica de lo que quiero hablar sino de esas biografías de Karina Falagan y Telmo Domínguez que perdí por las dudas que me hicieron retrasarlas y que, aún con las mentiras pertinentes que me hubieran deslizado, hubieran sido de gran envergadura. Lo sé porque tengo algún folio escrito para mí por el mismo Telmo de su infancia, adolescencia y juventud y ya se advierte que hay cosas que calla y alguna de sospechosa invención. No creo que se repitan en la historia de Galicia dos personajes de su talante, aunque las suyas tocarían el alma escondida de la ciudad, su parte más oscura, delicada e incluso sórdida. De la otra ya se ancargan los biógrafos oficiales.

Ya dice el psicólogo Blas Ramón Rodríguez que mentir de forma más o menos consciente, engañar intencionadamente o la exageración como manera de ocultar la verdad, son conductas que forman parte de las relaciones humanas; en los afectos, en la amistad, en la economía o en la política. En las decenas de biografías que escribí ninguno de los personajes hablaba mal de sí mismo o contaba algún detalle en demérito de toda su trayectoria pero yo lo acepté porque era mejor que nada y, en cualquier caso, recogían los datos fundamentales de su pasado. Pero me quedó pena y quedó un hueco por cubrir en la historia de Vigo por no haberlo hecho con Karina y Telmo, aunque la memoria que ellos iban a tratar de su vida adulta era muy delicada por las cosas que podrían ser desveladas de nosotros mismos, y por tanto iba a estar más presente no solo algo de mentira sino el silencio obligado sobre experiencias que sabemos y callamos. Y qué. Ya no se repetirán esos personajes.

Compartir el artículo

stats