Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Salud&placer

La fertilidad y la felicidad: una cuestión subjetiva (primera parte)

La fertilidad y la felicidad: una cuestión subjetiva (primera parte)

Hace muy poquito nació mi sobrino, se llama Hernán y estoy que se me cae la baba constantemente, enseño fotos y presumo de él siempre que puedo. Hasta aquí podéis identificaros aquellas y aquellos que tenéis un bebé cerca y a quienes os gusta ver su desarrollo y cómo interactúan con el medio. Lo que me está sorprendiendo es la cantidad de personas que, cada vez que hablo de Hernán, me dicen cosas como:

–Qué bien te queda, ¿no quieres uno?

–¡A ver si te animas tú!

Y esa típica retahíla de frases hechas que ya conocéis. Cuando comento que en este momento no quiero o que tengo la edad que tengo (42 años), surgen nuevas y espontáneas respuestas como:

–Ahora hay tratamientos de fertilidad buenísimos.

–Aún estás a tiempo.

–No sé qué presentadora tuvo gemelos a los 50.

–Mi prima ha tenido un niño a los 45.

Parece increíble, pero sigue muy presente esa sensación de que algo nos falta si no tenemos descendencia. Cuando le preguntamos a una persona o pareja por el interés de tener o no tener, probablemente desconocemos datos de su intimidad como si ya lo está intentando y no lo consigue o si ha sufrido abortos en el primer trimestre. También está la opción lícita y personal de no querer hijos y no tener que dar explicaciones por ello. Por ahora voy a aparcar este debate psicosocial y me voy a centrar en las consecuencias psicológicas de la infertilidad.

  • El Chuvi baja sus tratamientos de fertilidad en una cuarta parte por el parón del COVID
    Su unidad de reproducción hará este año cien intentos de embarazo menos | En Vithas Fátima, ya a pleno rendimiento, ven que las familias que buscan un segundo hijo lo posponen a 2021

¿Por qué a mí?

El sistema reproductor tiene un funcionamiento complejo y quedarse embarazada no es tan sencillo como podamos pensar, pero siempre oímos el “mi hermana y mi cuñada se quedaron a la primera”... Pues mira qué bien, también el otro día le tocó la primitiva a uno de mi pueblo. Aunque socialmente es cada vez más frecuente tener hijos tarde, las mujeres tenemos una reserva ovárica y según avanza la vida vamos perdiendo esos óvulos y aumentando nuestros niveles de estrés. El estrés aumenta nuestros niveles de prolactina, que es una sustancia que actúa como un anticonceptivo natural, creando un cóctel que no favorece a la reproducción. A esto hay que sumarle otras causas, ya sean masculinas (bajo recuento de espermatozoides), femeninas (endometriosis y otras) o mixtas.

La desesperación, la incertidumbre y el miedo que provoca no conseguir el objetivo desata consecuencias graves de desajustes emocionales, trastornos de ansiedad o depresión, entre otras. Aunque en muy pocos casos deriva en patologías concretas, sí encontramos ese malestar emocional que nos hace sentir infelices.

¿Qué medidas puedo tomar para que un proceso de fertilidad no afecte a mi salud mental?

–Poner una fecha límite.

El proceso debería tener una duración concreta; no deberíamos tener la percepción de que es algo infinito y tenemos que intentarlo una y otra vez. Debemos recopilar toda la información posible, sentarnos a reflexionar y, si no conseguimos quedarnos embarazadas, decidir una fecha concreta de fin del proceso.

–Eliminar mitos psicosociales relacionados con el hecho de ser madres o padres.

Los más comunes son que los hijos e hijas resuelven los problemas de pareja, que llenan un vacío personal que podamos tener, que son de nuestra propiedad o que vamos a ser más felices si los tenemos, entre otros pensamientos que, por más que se hayan repetido, no dejan de ser mitos.

–Hacer un inventario de lo que tengo.

Tenemos tendencia a analizar “lo que no tengo”: “no tengo un coche grande”, “no tengo el trabajo ideal”, “no tengo el cuerpo que deseo”, “no tengo hijos”, etc. Una herramienta de mejora es fijarnos en lo que tenemos: el apoyo social de mi entorno, capacidades personales múltiples y variadas que me han llevado a tener una vida estupenda... Fijarnos en lo contrario solo genera frustración y un desgaste importante. Juego con lo que tengo y lo destaco; esa es la clave.

–Tener un plan.

Es importante ilusionarse y tener proyectos alternativos a la maternidad para intentar no ser reduccionista con el tema. El pensamiento tiene que estar centrado en la acción: más que un “¿qué voy a hacer el año que viene?”, decir “el próximo año voy a estudiar arte” o “me voy a ir de viaje a Rusia” (COVID mediante).

–Pedir ayuda.

Somos seres humanos y tenemos algo genial: somos colaborativos y nos ayudamos. Nuestro entorno puede prestarnos la atención que necesitemos y, si no es suficiente, estamos los profesionales de la salud para acompañaros en el proceso.

Os esperamos en una segunda entrega, en la que hablaremos de cómo los procesos de fertilidad afectan sexualmente a la pareja. Mientras tanto, podéis consultarnos en www.saludplacer.com.

¡Hasta pronto, placeres!

Compartir el artículo

stats